VII.

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- ¿Quieres subir? - pregunto nada más llegar a mi portal. - mi madre no está y si quieres podemos pedir unas pizzas - digo nerviosa. - O no, quiero decir, puedes decir que no, si no te apetece. - digo al ver que no contesta.

- Vale.

- ¿Vale?

- Me apetecen unas pizzas.

- Genial. - digo aún con el corazón a mil. Llevaba todo el camino de vuelta pensando en como ofrecerle para subir a pasar el rato.

- Pasa. - digo cuando las puertas del ascensor se abren. Los dos entramos en ese espacio pequeño y cerrado, y noto su mirada sobre mi, hasta que las puertas se vuelven a abrir.

Noto como me sigue por el pasillo hasta que abro la puerta de casa. 

- Si quieres puedes dejar tus cosas ahí. - digo señalando al sofa. 

- Esta bien. - Dice antes de que le suene su teléfono, se aparta para contestar y yo aprovecho para pedir las pizzas.

- No sabia de que te gustaban, he pedido de cuatro quesos. - digo cuando por fin cuelga el teléfono.

- No te preocupes. Esta bien cualquiera. - Me siento en un esquina del sofa y él se pone en la otra. - ¿Y tu madre? - me pregunta.

- Trabaja toda la noche en el hospital.

- ¿Es enfermera?

- No, limpia el hospital por las noches. - No dice nada. - ¿Y tus padres?

- Nada importante, funcionarios.

- ¿Y saben que estas aquí?

- De hecho, no. Pero están de viaje de trabajo, como siempre, así que no hay problema.

- ¿Viajan mucho? - pregunto, pero no le da tiempo a responder porque suena el timbre. - Las pizzas, ahora vengo. - cuando vuelvo al salón él sigue en la misma posición. - ¿Pongo una peli?

- Vale. - Enciendo la tele y lo primero que aparece es una escena de cincuenta sombras de grey. - No sabia que te gustaban este tipo de películas. - me dice con una sonrisa en el rostro y noto como mis mejillas se sonrojan.

- Eh, no, no, ósea, quiero decir... - me quedo mirándole nerviosa, y se me cae un trozo de pizza sobre el pantalón. - Mierda.

- Espera, no te muevas, te vas a manchar más. - Dejo el resto de pizza sobre el plato y veo como coje una servilleta y empieza a limpiar el pantalón muy cerca de mi entrepierna y comienzo a ponerme aún más nerviosa.

- Mejor me cambio de pantalón, para no mancharlo más. - Digo levantándome de golpe. Pero me agarra la mano, frenándome. Se levanta y se pone delante mía, muy cerca. No dice nada, simplemente me levanta la barbilla. 

- ¿Qué pasa, te pongo nerviosa? - noto como mi respiración se acelera de nuevo, y nuestros pechos chocan. - No hace falta que contestes, tu cuerpo te delata.

Sin dejarme contestar, se inclina y me besa, guiándome con la mano en mi barbilla. Al principio lento, pero como no me lo esperaba me cuesta reaccionar, hasta que el beso se intensifica y subo mis manos hasta su cuello y él las suyas las baja hasta mi culo.

De un movimiento rápido me alza, sujetándome por el culo y yo rodeo su cuerpo con mis piernas. Noto como comienza a morder mi labio inferior y yo entrelazo mis dedos entre su pelo, tirando de él suavemente y escucho como se le escapa un gemido ronco. Sin darme cuenta se sienta en el sofá y yo quedo a horcajadas sobre él. 

- Si te digo la verdad, no me pone mucho el Christian Grey de fondo.

- Espera, la apago. - me inclino sobre el sofá para agarrar el mando y noto, bajo mi pantalón, su duro bulto. Lo ignoro y apago la televisión. Pero antes de volverme a colocar sobre él, noto como me da un pequeño azote en mi culo. Y me giro rápidamente hacia él.

Jodidamente perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora