Capitulo XX- Parte I

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Ahsoka estaba de rodillas con una mordaza en la boca en el apartamento de Lux, escuchando la instrucciones de su amo:

-Veras, Ahsoka, si los Jedi se enteran de que te tengo aquí, me van a arrestar y quien sabe si hasta matar. -Dijo Lux sin irse mucho por las ramas
-Asi que mañana, iremos los dos al registro del senado. ahí, tú vas a renunciar a todos tus derechos como persona y ser libre. Después, si los trámites se hacen rápido, Nos iremos lo más lejos posible, y así vas a convertirte en mi esclava, en mi pedazo de carne y haré contigo lo que le de la puta gana. -Explicó.

Ahsoka se quedó sorprendida con eso, ya que, por lo que se le había enseñado en el templo, lo que Bonteri estaba haciendo era esclavitud, algo que nunca creyó que experimentaría en carne propia.

-Pero cari- Intentó decir Ahsoka, pero Lux la interrumpió con una bofetada. La Togruta se llevó la mano a la boca para limpiarse la sangre, mientras el ex senador le gritaba:

-¡No es una pregunta! Es eso o me largo para siempre. -Ahsoka, por primera vez desde que empezó su relación con Lux, pensó en lo que estaba haciendo.

Era esclavitud, pero lo paso por alto, ya que lo único que quería era estar con Lux. Por lo cual acepto hacer lo que Bonteri quería.

Después, se fue a dormir, no sin antes recibir su violación nocturna.

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Barriss esperaba que su plan funcionara. Sabía que de una manera u otra terminaría tras las rejas, o peor, pero lo hacía por Ahsoka. Todo por Ahsoka.

La Miriliana tenía que dejar irse a si misma para salvar una vida. O eso era lo que le habían enseñado en el templo. Tenía que salvar una vida inocente, y que podría cambiar el rumbo de la galaxia.

Esto era para lo que la habían preparado toda su vida. Para esto había luchado día y noche. Para esto había sufrido sus tormentos. Para esto se había caído y vuelto a levantar. Para esto había nacido. Para esto, podría morir.

Barriss le entregó un pequeño frasco de objetos que parecían miles de microbios a Letta Turmond, quien parecía sorprendida, ya que ella solo estaba esperando un pedido de comida para su familia.

-¿Q-Que es esto? -Preguntó la señora sorprendida. Al sentir el miedo, la Miriliana supo que tenía que actuar rápido para que Letta no entrara en pánico.

-Nanodroides explosivos. -Susurró. -Dáselos a tu esposo, se que trabaja en el edificio del senado.

-¿Y tú cómo sabes eso? -Balbuceó.

-Tengo mis medios. -Escupió Barriss. -Escucha, pónselos en la comida, y luego despídete de él. -Dijo, intentado sonar ruda. Pero su voz se cortaba por la culpa de que saber que estaba por destruir una familia, por saber de que iba a dejar a una mujer viuda, por saber que iba a dejar sin padre a unos pobres niños.

Lágrimas de terror y odio subieron a los ojos de Letta, quien empezó a gritarle a barriss mienttas chillaba desesperada.

-¡¿Y si no lo hago que?! -

-Entonces. -Barriss sacó su sable morado, que se encendió lentamente. Y poco a poco se fue acercando a el cuello de la señora. -Te daré a ti y a toda tu familia una muerte lenta y dolorosa. -Gruñó mientras lágrimas de remordimiento brotaban de sus ojos.

-Esta bien. -Se rindió Letta.

-Perfecto. -Dijo Barriss mientras se iba, pero la señora la volvió a detener.

-Espera... -Llamó mientras alzaba la mano. Barriss se dio la vuelta y escuchó.

-¿Cuando me pidan decir que quien fue el culpable? -Preguntó.

Aquí, La Jedi comenzó a pensar en eso. Lo más lógico sería huir y esconderse. Pero sabría que no podría vivir con la culpa. Así que, si iba a matar a alguien. Daría la cara.

-Barriss Offee. -Pronunció lentamente. Mientras solo con el sonido de sus botas caminando, se volvía a fundir con la oscuridad de la noche en Coruscant.

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Ahsoka y Lux viajaban en el speeder personal de Lux, quien iba manejando el vehículo, dirigiéndose al glorioso edificio del senado.

La Togruta iba un poco indecisa por la decisión que había tomado horas antes. No sabía si valía la pena cambiar literalmente todos sus derechos por estar con una persona. Una persona que a veces la golpeaba, o la electrocutaba. O resumido, que la llenaba de dolor.

Pero pese a eso, Ahsoka nublada por el amor que le tenia a Bonteri, accedió a dejar de tener sus derechos. En cuanto firmara ese papel, sería un objeto, una propiedad, algo meramente material, que le pertenecía a Bonteri.

El conflicto la carcomía por dentro. Su lado racional le decía que no lo hiciera de ninguna manera, pero sus sentimientos le decían que si perdía a Lux, todo acabaría. Porque según ella, nadie más la amaba.

En cuanto Lux noto a la Togruta preocupada, plantó un beso suave en los labios de Ahsoka. Fue algo lento, y que si no se supieran las intenciones del joven, parecería lleno de amor.

-Te quiero, Ahsoka. -Pronunció con sus desgraciados labios. Y con solo esto, se gano a Ahsoka Tano, y la iba a hundir por siempre.

Poco después, Lux dejó a Ahsoka en la entrada del maravilloso edificio.

-Camina hasta la oficina de registro, te veré ahí. -Se despidió Lux, que cerró la puerta y emprendió camino con su speeder hasta el hangar.

Ahsoka sentía algo mal, pero no distinguía si era por los trámites que estaba a punto de hacer o por algo distinto, fuera la que fuera, sabía que algo importante iba a suceder.

La Togruta supuso que era lo de los papeles, así que le restó importancia y comenzó a caminar a donde su amo le había indicado.

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Barriss estaba apoyada en una pared en la entrada del hangar del senado, esperando a que el speeder de Bonteri entrara en este, pero una vez más, le surgió la duda si debía hacer esto.

Estaba a punto de matar a varias personas, solo para salvar a una, pero después de lo que había escuchado al espiar en el departamento del ex-senador, era algo casi inhumano no hacerlo.

No podía creer que Ahsoka aceptara convertirse en esclava de ese cerdo, con lo que la había sufrir. Era algo horrible.

Pero si ella no podía abrir los ojos, la Miriliana tenía que hacer algo. Pero, como dije antes, seguía indecisa.

Cuando menos se lo esperaba, Barriss vio cómo entraba speeder de Bonteri, cosa que la puedo bastante nerviosa. El flamante speeder floto lentamente hasta su lugar designado, y una vez ahí, se apagó.

Al final, la Miriliana decidió no seguir con su plan, pero en cuanto Lux salió caminando lentamente, algo cambió en Barriss, una ira impresionante, mezclada con tristeza, asco, y ganas de lanzarse hacia el, fue lo que ella sintió al ver la cara de ese joven y apuesto muchacho.

Sin control ninguno sobre si misma, cuando Lux pasó cerca de Jackar Bowmani, Barriss detonó la una bomba a distancia, que eran los nanodroides que Bowmani ingirió unos días antes.

En cuanto la Miriliana pulsó el botón rojo, una luz cegadora y un fuerte y ensordecedor ruido, inundaron el hangar del enorme edificio del senado.

Esa luz, esa luz asesina, fue lo único que Barriss recordó antes de desmayarse.

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Sin palabras.

Próximamente, capítulo XX parte dos.

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Somebody To Love (Barrisoka FanFic) (Parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora