~ PREFACIO ~
Se despertó al escuchar el crujir del piso de madera en la vieja casona. Percibió un olor fuerte, nauseabundo que inundó sus fosas nasales al instante dándole arcadas.
El viento soplaba fuerte en una fría noche de otoño, donde los árboles lloraban con hojas opacas y casi secas, donde la noche es silenciosa se hacía aún más tétrica de lo que en verdad era.
Salió de la cama apoyando sus pequeños y regordetes pies al frío suelo. Caminó hacia el aroma petrificado por el miedo. Su corazón palpitaba con fuerza resonando en su caja torácica. Cada paso que daba se hacía más intenso y con él, las náuseas. Un escalofrío se apoderó de todo su cuerpo y llevó su pequeña mano hacia la nuca, para darse a él mismo algo de valor. Percibió pequeños quejidos casi imperceptibles, mas su instinto por alguna razón lo llevaba allí; siguió por el largo pasillo hasta encontrarse con el horror.
De momento a otro su corazón se paralizó y el aliento se le quedó atorado en la tráquea impidiéndole respirar.
Lo próximo sería algo que lo marcaría el resto de sus días y que incluso hubiese deseado no verlo jamás: había dos alfas ultrajando a una joven Omega. Y no era cualquier Omega era su amada hermana Osiris.
Ella giró su cabeza hacia él en un movimiento lento e interminable. Lo observó llena de pavor, no por lo que estaban haciéndole y a su pequeño cuerpo, si no de lo que serían capaz de hacerle al pequeño si lo llegasen a ver el umbral de su puerta.
Sus ojos se endurecieron y apenas pudo sacudir su mano dándole a entender que se retirara.
El pequeño Omega estaba furioso, su lobo quería terminar con la vida de esos alfas. Ellos mordieron su cuello mientras esta era penetrada por ambos a la vez. Su cuerpo estaba hecho trizas y envuelto en sangre, en sudor y fluidos de todo tipo. La joven Omega no se quejó, ni tampoco gritó.
El hedor se hacía cada vez más intenso.
El pequeño Omega corrió hasta la habitación de su Beta y la llamó con desespero.
Tironeó de su brazo hasta sacarla de la cama. La mujer no comprendía lo que estaba ocurriendo. Mas las palabras del Omega jamás salieron de su boca.
La beta supo que algo andaba mal por la mirada tétrica y llena del terror del infante.
Ella sin nada que consultar siguió al pequeño. Él continuaba aferrado fuertemente a su mano tironeándola hasta llegar a la habitación de la joven.
La beta gritó tan fuerte que despertó a todos en el orfanato. Corrió esos escasos metros hasta llegar a la joven omega que yacía sin vida en su catre.
Maldijo en su idioma natal, maldijo a su Creador. Y Linah jamás se enojaba con su Dios. Pero esa noche no fue la ocasión.
La tomó en sus brazos y acomodó sus cabellos, limpió algunas lágrimas que estaban en sus mejillas, tapó su desnudez y rezó por lo bajo en su lengua materna.
La acunó entre sus brazos como si fuese una recién nacida. La meció y nadie pudo sacársela de las manos. Lloró horas seguidas con el cuerpo sin vida y ultrajado de su preciada y amada Omega.
El pequeño siguió en el umbral de la puerta y como Linah , no pudo moverse de allí.
Él se acercó a ella que seguía hablando entre lamentos, llantos y rezos que él no comprendía. Tocó su espalda con su mano regordeta y la mujer pegó un brinco por el susto.
Él pequeño quería consolarla pero no tenía idea de cómo hacerlo. Subió su pequeña manita para poder tocar el rostro desencajado de su beta, el pequeño hizo apenas una sonrisa y acercó aún más su mano para poder tocar el rostro de lo que proclamaba como su madre. En su mirada había redención. El joven omega hizo apenas contacto con ella tocándola con los nudillos regordetes.
—Jamás debes acercarte a los Alfas. —pauso en su decir buscando algo que agregar, aunque en verdad en aquel estado no había nada que agregar—Es una orden. Mira lo que hicieron a Osiris. Jamás me perdonaría si te viera con uno. ¿Me escuchaste? El omega se asustó por sobremanera y alejó la mano del tacto con la beta.
Su sangre se heló al escuchar su voz.
El pequeño Omega no supo que responder. Estaba aterrado por el tono utilizado por la Beta y seguía en estado de Shock por lo sucedido.
—¿¡Me estás escuchando!? —repitió en un grito ahogado por la angustia. Sus ojos estaban rojos y llenos de terror y tristeza. Giró su cuerpo para poder mirarlo a los ojos—. ¡Jamás! —exhaló con desespero como si las palabras estuviesen trabando su garganta, mientras tironeaba de su hombro, mas el pequeño omega solo se quedó mirándola con los ojos más abiertos que se costumbre con aquella mirada llena de miedo.
Él asintió con la cabeza lleno de pavor. Sintió flaquear sus piernas y pensó que iba a desmayarse. Pero no fue así.
—Jamás voy a estar con un Alfa. Lo prometo —aseveró el Omega con la voz quebrada por la angustia, miró a sus pies desnudos muerto de frío y con un dolor en el pecho que jamás había sentido en su corta vida—. Jamás —finalizó mirando hacia la ventana y escuchando a lo lejos como la sirena de la ambulancia se acercaba hacia donde ellos se encontraban.
Jamás.
Jamás.
Jamás.
Jamás.
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HASTÍO
FanfictionJungkook se crió con muchas reglas en su vida para sobrevivir. La principal: Jamás tener contacto con ningún Alfa. Ni siquiera nombrarlos a la pasada. Jamás se debe hablar de ellos. Todo cambia cuando enferma y el único médico en el alejado pueblo...