Taehyung
Un vez solo en mi cuarto rasgo el sobre con el pulgar. Es del Monseñor Choi Yeonjun me pide ir al interior de Daegu, dónde se encuentran aquellos pueblos escondidos. Dónde los habitantes son escasos. El médico de allí se encuentra muy enfermo.
Y finaliza su carta con: "el Creador es justo y sabe de tu sacrifico diario. Que el Creador te ilumine en tu camino y jamás te desampare".
Yo deseaba poder quedarme un poco más acá, pero no me negaría nunca a una misión.
Miro mi reloj de muñeca y ya son las diez de la noche. Voy hacia mi portafolio y saco mi supresor.
Me lo inyecto en el abdomen. Fue una decisión muy difícil que estoy dispuesto a realizar hasta el día de mi muerte. Aunque a veces confieso que hay momentos en los que quiero que la muerte llegue pronto.
El pueblo es demasiado chico y muy tranquilo. Es difícil a desacostumbrarme de donde venía, todo aquí es demasiado calmo y lo agradezco. Me recibe una joven Omega.
—Lo estábamos esperando, doctor —dice con una bella sonrisa en el rostro. Solo deseo que no esté coqueteando conmigo-. Mi nombre es Celia. Lo acompaño a su consultorio.
La salita de primeros auxilios es muy austera y sencilla; al igual que pulcra y bien aseada. Lo mismo sucede con el consultorio. Me dirige a una pasillo largo y me acomoda en el tercer gabinete.
—Este es de obstetricia, aquí hacemos ecografías y este último es el suyo —señala coqueta.
—Muchas gracias, Hwasa.
—A usted. Bienvenido y para lo que necesite estoy para servirle —expresa una vez más siento demasiado entusiasmo y coquetería en su palabras.
—Déjela abierta, por favor —pido refiriéndome a la puerta.
Ella hace lo que pido y se retira con una sonrisa en el rostro.
Comienzo a sacar algunas de mis pertenencias y me acomodo en un pequeño escritorio que tiene al lado de una camilla.
Corro la cortina para que ingrese algo de luz. Septiembre está más fresco que otros años. O ya me había olvidado del clima de acá.
Tras una media hora o más de acomodar mis cosas, golpean la puerta.
—Adelante.
Es Hwasa.
—Hay un hombre que dice que su hijo no está bien de salud y que hace varios días que está con fiebre. Si no se puede movilizar al paciente, nosotros nos dirigimos al domicilio —explica.
—No se preocupe iré hacia la casa del joven. ¿Su padre dónde se encuentra?
—En el hall de entrada —responde de inmediato.
Lo distingo de inmediato una vez que cruzo el pasillo, además no hay mucha gente aquí. Tengo la sensación que voy a aburrirme en este pueblo. Espero poder encontrar algo con qué poder entretenerme.
—Señor, soy el Doctor Kim Taehyung —extiendo mi mano y él me la recibe y me da un pequeño apretón.
—Soy Namjoon el padre de Jungkook.
Me resulta extraño, es un hombre muy joven para ser padre, no tiene porte de ser un Omega y es muy raro que lo Betas sean fértiles, pero quién soy yo para juzgar a alguien. Solo lo puede hacer el mismísimo Creador.
El observa mi medalla de San Bastián y yo lo tomo entre mis dedos. Quizá aquí la religión no sea bienvenida. Aunque lo dudo.
—Cuénteme que le anda pasando a su hijo —pregunto, mientras nos dirigimos a la ambulancia—. ¿Vino a pie?
Él asiente.
—Suba con nosotros, le hacemos espacio.
En el trayecto me cuenta cosas del joven, los síntomas y lo dulce y bondadoso que es, lamentaría mucho si le llegase a pasar algo cuenta apenado y que Linah lo mataría con sus propias manos.
Explica que Linah es su madre y que lo cuida como si fuese oro.
Una vez en la casona. Un deje de melancolía invade mi ser
Cuesta mover mis pies pero lo hago de todos modos. Una vez dentro de la casa siento un dulce aroma a manzanas.
—El cuarto es por acá —dice y hace ademanes con la mano para que lo siga.
Mientras camino unos pasos siento nuevamente aquel aroma a manzanas verdes inundando mis sentidos. Cómo si una noxa biológica se metiera en mi organismo.
—¿Por casualidad están haciendo tarta de manzana? —pregunto mucho antes de haber evaluado la pregunta en mi cabeza.
Él se voltea y me mira algo extrañado. Creo que mi pregunta lo desconcertó al igual que a mí mismo.
—No creo. Linah no se ha despegado de su hijo y es la única que cocina.
Subimos a la planta alta y nos dirigimos a la primera habitación.
Golpeo la puerta con los nudillos y Namjoon la abre por mí.
—Pase por favor, —invita y estira su mano.
Agradezco con un movimiento de cabeza.
Veo a una mujer de no más de cincuenta años poniéndole paños en la frente del joven. Me resulta algo extraño. No tiene los mismos rasgos que el menor. ¿Será extranjera?
Ella se exalta y viene a mí.
Sus ojos grandes y profundos me atraviesan.
—Aquí está el doctor, Linah.
Ella me toma del brazo un poco desesperada y me acerca a él.
Me siento algo invadido por su repentino tacto.
—Hace días que está con fiebre, doctor. Por favor, cúrelo.
Ella lo observa con devoción y admiración con amor maternal. Me conmueve.
—Necesito que nos deje solos, por favor —suplico con amabilidad—. Así lo recibo.
Ella murmura algo que no distingo qué es y sale de la habitación dejando la puerta entreabierta.
Saco el estetoscopio del maletín y voy hacia el joven. Creí que era más pequeño, no recuerdo la edad que me dijo su padre que tenía.
Me acerco a la cama y el aroma a manzanas se intensifica. Hago caso omiso a las señales que emite mi cuerpo.
Levanto su remera y me encuentro con su piel inmaculada y brillosa por el sudor. Pongo el estetoscopio en su pecho y entreabre la boca, puedo ver sus dientes perlados, sus labios carnosos y secos por la fiebre. Quizá tenga principios de deshidratación.
Emite un sonido gutural que sale de lo más profundo de su garganta.
Cierro los ojos con fuerza y trago saliva haciendo un ruido exagerado. Su aroma se impregnó en mis fosas nasales. Hago fuerzas para no querer descubrir a qué huele su piel.
Me alejo quedándome de espaldas a él.
Aprieto mis ojos con los dedos y comienzo con mi suplicio:
—Creador, deme las fuerzas necesarias. Sé que el fiel y justo. Sé que tengo una misión, sé que tengo una misión. Y es con usted...
—¿Usted quién es? —interrumpe el dulce omega. Su voz suena cálida y aterciopelada. Sonrío y no sé el motivo.
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HASTÍO
FanfictionJungkook se crió con muchas reglas en su vida para sobrevivir. La principal: Jamás tener contacto con ningún Alfa. Ni siquiera nombrarlos a la pasada. Jamás se debe hablar de ellos. Todo cambia cuando enferma y el único médico en el alejado pueblo...