Prólogo

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PRÓLOGO

Y allí estaba de nuevo. Lloviera o hiciera sol, esa pelirroja pedía una mesa en la terraza de la cafetería Lumia e ignoraba por completo las peticiones de los camareros. Primero pensó que se trataba de alguien importante: una modelo, una aristócrata, una directora de cine,... Pero no, era una simple chica muy prepotente y orgullosa.
Siempre escribía, pedía dos cafés sin azúcar y se los bebía de un trago, seguramente quemándose la garganta. No dejaba ni un céntimo de propina, solo daba lo justo y de mala gana.

Su bolso era de marca Chanel y caminaba siempre con la cabeza bien alta; cuando se iba de la cafetería, dejaba la silla a un metro de la mesa y hacía un simple gesto con la mano para despedirse de los camareros que la cubrían de la lluvia cuando las gotas rociaban las calles. Estos debían estar de espaldas, tenían absolutamente prohibido girarse para mirar qué escribía. ¿Una novela para adultos? No, su imagen no daba ese nivel. ¿Quizás era una periodista que espiaba al gobierno y publicaba sus resultados de forma anónima? No, imposible que se pusiera a escribir esas cosas en una simple cafetería de Seúl. ¿Una traductora? Quizás eso se parecería más a sus gestos. Una traducción difícil.

Después de apagar el ordenador y guardarlo en la maleta, escribía cuatro líneas en una pequeña libreta y la metía de nuevo en su bolso, junto con su bolígrafo y tres servilletas de papel de la mesa de la terraza. Era una chica extraña, pero hermosamente atractiva, y eso embobaba de tal manera a Taeyeon que terminaba siguiéndola de forma sospechosa hasta que entraba en otro local.
Imitaba sus pasos, se escondía detrás de árboles y paredes, y se sentaba en cualquier banco que encontraba para no levantar sospechas. Su larga gabardina negra y sus gafas de sol mostraban todo lo contrario, pero ella era conocida en ese barrio por esas pintas y la gente había comenzado a ignorarla.

Una chica extraña.

La castaña suspiró, apuntando dos líneas en la pequeña libreta que llevaba pero sin darse cuenta de hacia dónde le dirigían sus pasos. Antes de que pudiera levantar la cabeza, chocó contra esa pelirroja que estuvo persiguiendo durante toda la mañana.

–Vigila por dónde vas, enana –Le envió una mirada fría, una mirada que paralizó a Taeyeon.

–Qué bonita...

–No eres lo suficientemente buena para mi, así que deja de decir tonterías y sal de mi camino –Agarró uno de sus hombros y la empujó, caminando bajo la lluvia.

–Espera bonita, déjame acompañarte –Le agarró la muñeca, persiguiéndola con torpeza.

–Suéltame.

–¡Tengo un paraguas! –La bajita le mostró dicho objeto y sonrió con una amplia sonrisa, mostrando sus blancos dientes.

–Y yo tengo una mano que acabará marcada en tu cara como no dejes de seguirme.

–¡Eres bonita!

Las gotas de lluvia corrían por su cara como una cascada. La pelirroja frunció el ceño tanto como sus músculos faciales le permitieron y apretó los dientes, dándole otro empujón. Taeyeon cayó sentada al suelo y vio como la más alta se alejaba de ella con pasos fuertes y sonoros.
Tres veces le dijo bonita, y tres veces sintió como su corazón daba un vuelco. Suspiró, entrando en su blanco Lamborgini antes de pisar el acelerador y soltar un fuerte chirrido de ruedas que alzó el agua acumulada bajo los neumáticos.

La bajita iba a perseguirla de nuevo pero algo captó la atención. Una pequeña libreta de tapas negras que repelían el agua. Abandonada en medio de la calle.

Se apresuró a recogerla, metiéndola dentro de su chaqueta. Corrió a su casa, sonriendo como boba mientras ignoraba su paraguas y dejaba que las gotas rociasen su cara como cuando se la lavaba por las mañanas. Entró apresuradamente en su apartamento, girando la llave con nerviosismo. Esa libreta era la misma que vio entre las manos de la pelirroja cuando apagaba el ordenador y pasaba a escribir a mano.

Cuatro gatos saltaron sobre ella, dos de color negro, uno de color blanco y uno de color canela. La bajita sonrió. Tenía la costumbre de llevarse a casa cualquier gatito pequeño que encontrase por la calle, y esos cuatro quedaron sin madre.

–¡Vamos a ver! –Dejó la libreta sobre la mesa y llenó los platos de comida de los cuatro felinos. Estos salieron disparados hacia los recipientes metálicos, cada uno con su nombre.

Taeyeon quitó su chaqueta, colgándola sobre un radiador y se descalzó, dejando las deportivas en el pequeño escalón de la entrada; cuando quiso quitarse los calcetines, chocó contra el marco de la puerta y tropezó, cayendo de bruces al suelo. Pegó un grito ahogado y suspiró sonriendo. Sigues siendo igual de torpe, Kim.

–No me hables ahora, no tengo ganas de conversar contigo –Se levantó enérgicamente y terminó de desnudarse, dejando la ropa tirada por el suelo de su habitación. Algunas de las prendas las dejó en un cubo que luego llevaba hasta la lavadora, otras quedaron decorando el parqué de su estancia.

La curiosidad la mataba, quería darse primero un buen baño para que el frío en sus huesos desapareciera pero decidió leerse esa pequeña libreta mientras se relajaba con el agua caliente. Caminó hasta el salón, buscando la libreta. Tanteó sobre la mesa mientras miraba como sus gatos comían, no estaba. Mira a tu alrededor, Kim. Se despeinó para sacar esa voz de su cabeza y buscó por el salón, escuchando un maullido detrás de la cortina.

–Venga Ion, dame la libreta –Se arrodilló, notando unos arañazos en su espalda al ver que uno de los gatos negros se había subido hasta sus hombros, escalando por su piel desnuda– Dame la libreta y doblaré tu ración.

El animal obedeció.

–Gato listo –Sonrió y acarició detrás de sus orejitas, consiguiendo un ronroneo que le hizo enternecer.
Volvió a llenar los platos de comida y se quitó al animal de sus hombros.

No le importaba ir desnuda por la casa. Los gatos habían crecido viendo esa costumbre y Taeyeon normalmente no recibía ninguna visita. Era una chica solitaria. Divertida y curiosa, pero solitaria después de todo. 
Recordó ese Lamborgini blanco y se mordió el labio inferior mientras abría la libreta, ya dentro de la bañera, notando como su piel se erizaba por un momento y luego se calmaba, dejando que la fragancia de la pastilla de jabón inundara todo el baño de un suave perfume a vainilla. ¿Estás segura de ello, Kim?

–¡Claro que estoy segura! –Tragó saliva y abrió la libreta, leyendo en voz alta la última página escrita– "El jefe me ha dicho que debo buscar nuevos colores..." Espera, ¿esto es un diario?

Eso parece... Frunció el ceño, mirando hacia el techo, como si esa voz viniera de allí.

"Día 29 de julio.

Dentro de tres días es mi cumpleaños, y el jefe solo piensa en trabajar. Quiere que le muestre algo nuevo, algo que no se haya visto nunca... ¡pero es muy difícil! No sé por qué terminé en ese lugar si mi vocación va más allá de complementar vestidos y crear joyas.
El jefe me ha dicho que debo buscar nuevos colores... ¡pero si no me da ni una simple ayuda no sé como lo haré! 

He decidido decirle que no puedo más con ese trabajo, que se busque a una modista que cumple más sus expectativas. Yo puedo diseñar muchas cosas para otra gente que me valora más... ¿o quizás debería esperar hasta mi cumpleaños a ver qué pasa? A veces pienso que con una conciencia que me hablara todo sería mucho mejor..."

Bajó las cejas apenada, se sentía mal por leer algo que no le correspondía.

–¡Decidido! –Cerró el diario con fuerza y lo dejó cerca de un mueble donde había jabones de recambio y papel de baño.

¿Qué has decidido? Su voz interior volvió a molestarla, esta vez, preguntándole. Realmente le gustaba tener a alguien con quién hablar, aunque para los demás pareciera que hablase sola. Sonrió, estirando sus brazos antes de introducirlos dentro del agua y dejar solo su cabeza fuera de esta. Sentía un leve frío recorrer las puntas de sus rodillas que sobresalían un poco.

–Voy a ser su conciencia.

I'm not a Stalker! [TaeNy FanFic] (Hiatus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora