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OLIVIA CAMINABA POR LASpreciosas playas deSantorini, el cual era simplemente un lugar precioso. Era verano y el calor era claramente prueba de ello al igual que el bronceado que había obtenido gracias a este.
Era tarde, pero la playa aún estaba repleta de personas por lo que tomó asiento sobre la arena dejando a un lado de ella aquel bolso de tela en el que cargaba sus pertenencias básicas. Llevaba un vestido blanco suelto con un pequeño escote en el pecho, junto a unas sandalias básicas y un sombrero para cubrir su rostro del sol. Sacó este último de su cabello dejando que así la brisa que comenzaba a producirse diera de lleno en su rostro logrando que su cabello se moviera en todas direcciones.
Aún recordaba el día en que les había dicho a sus amigos que haría un viaje sola, ellos habían enloquecido, dejándole en claro que aquello era una pésima idea, y más si el viaje duraría poco más de un mes. Parecía simplemente una locura, pero era algo totalmente necesario para la rubia. Necesitaba tiempo para despejar su mente y liberarse del trabajo del cual en realidad no se quejaba de más porque amaba la fotografía. Necesitaba su tiempo. Y siendo honesta era lo mejor que podría haber hecho.
La noche cayó, y Olivia se preparó para salir a un bar cercano en el cual tenía un pase vip. Se calzó en sus tacones negros y tomando un pequeño bolso salió de la habitación de hotel para encaminarse unas cuadras abajo en dirección a la playa.
Al llegar al lugar pudo notar el tumulto de personas haciendo filas para entrar al bar, el cual al parecer era un de los más concurridos. Sin hacer fila pasó directo al frente enseñando la pulsera en su mano, el guardia le dedicó una sonrisa y con un aparato pitó la luz de la pulsera verificando que esta fuera original. En cuanto estuvo seguro de ello, retiró el cordón que cerraba el paso al local y le dejó entrar deseándole una buena velada.
Olivia se quedó de pie unos segundos mirando el interior de la localidad. Pudo verificar rápidamente que en la planta de abajo se encontraba el bar, y en la de arriba había una pista de baile, al igual que en la terraza había de ambas. Era un lugar con apariencia bastante moderna, sin embargo no perdía aquel toque vintage que le encantaba totalmente. Sonriéndole a algunas chicas y chicos que se cruzaban en su camino se acercó a la barra, tomando asiento en uno de los bancos individuales que esta tenía en frente. En cuanto el barman se acercó pidió algo fresco, por lo que tras unos minutos el barman le dejó un mojito frente ella. Con una sonrisa agradeció y así dirigió el vaso a sus labios para dar el primer trago usando la pajilla.
—Hola —saludó alguien a su lado.
Era una chica, rubia, con ojos de un color que Olivia no pudo descifrar si eran azules o verdes, tal vez un poco de ambos. Le pareció agradable y bonita.
