01. Dos Fantasmas.

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Silencio.

El silencio era absoluto en la habitación del menor. Solo se podían oír sus respiraciones aceleradas, combinadas, haciendo que ambos se sientan aun más nerviosos y algo ansiosos al estar por fin solos luego de un largo día.

Louis había aparecido al rededor de las tres de la tarde, cuando Harry almorzaba tranquilamente. Y esa palabra era clave por que Harry no estaba  tranquilo nunca. No, al menos, desde aquel día.

— ¿Que haces aquí? Podrían verte. — reclamó con voz baja.

Louis lo miro con cierta culpa, se sintió totalmente regañado, como si le hubieran gritado en un tono elevado por solo haberse aparecido ahí.

Arrugo la frente y formo un leve puchero casi de forma involuntaria.

Aun siendo el mayor de los dos, él realmente se podía volver un completo bebé ante los ojos de Harry, quien se arrepintió al instante de haberle "gritado."

— Lo siento, sabes que... — se intento justificar pero Louis le hizo una seña rápida con sus dedos para que haga silencio y lo acompañe.

Harry echó una mirada a su al rededor y al notar que nadie le prestaba atención, siguió a Louis a hurtadillas hasta una de las puertas que llevaban hasta el patio. A esta hora estaba totalmente vacío, ambos lo sabían. Mayormente pasaban horas y horas ahí sentados, conversando sobre miles de temas que, a veces, ni si quiera tenían sentido.

Aunque Louis se había ausentado por varios días, o quizás fueron semanas.

El mayor le sonrió cuando Harry se sentó por inercia en uno de los columpios, haciéndose ver aun más pequeño de lo que era.

Tenía apenas diecisiete años, era tan delgado que parecía que podría quebrarse con un pequeño soplo de aire, o quizás era la mente del ojiazul que lo veía así por su propio instinto de sobre protegerlo. Eso solía decirle a Harry, al menos.

En contraste con su cuerpo, su rostro demostraba todo lo que alguien más desearía, felicidad absoluta. Era alegre y carismático, todo un pequeño angelito, como Louis le decía.

Harry, al ver su sonrisa, la imitó dejando que se marquen esos pequeños hoyuelos sobre sus mejillas. Louis no podía sentirse más afortunado. Esa sonrisa. Esa preciosa y condenada sonrisa era suya, le pertenecía por que Harry se la estaba regalando sin pedir nada a cambio. Y no la quería perder nunca. O eso era lo que veía el menor cuando miraba esos preciosos orbes azules del chico frente a él.

¿Acaso era posible? Louis le decía sin palabras todo lo que quería. No estaba seguro de la respuesta pero podría jurar que él miraba a Louis de la misma forma y le decía en gritos silenciosos lo mucho que lo quería.

Era perfecto.
Era mutuo.

Uno de sus amigos se lo dijo hacía ya mucho tiempo.

El rubio parecía feliz de ver al ojiverde de esa forma y sus palabras quedaron marcadas en su mente y corazón por siempre, como si de un tatuaje permanente se tratara.

Le había afirmado que sus ojos brillaban cuando lo veía y exponía así todo el amor que sentía por Louis, le dijo que podía mentirle a cualquiera e incluso podía mentirse a sí mismo, pero no a él.

Niall tenía razón, Harry estaba enamorado de Louis.

— Lamento haberte interrumpido, Hazz. — murmuró el mayor sentándose en el columpio de al lado, dejando que este mismo se balancee ligeramente. — Pero te echaba de menos.

El rizado ensanchó su sonrisa sin poder evitarlo.

— También te extrañaba, Lou, no debes disculparte.

TWO GHOST | Larry Stylinson. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora