Sobrio II

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No me había dado cuenta, pero al parecer, esta es la primera vez que abro los ojos en toda la noche o al menos es la primera vez que puedo ver mi al rededor.

Mi cabeza está apoyada es el barandal, lo primero que veo es la mancha rosa de la puerta, parece estar sucia, ya no brilla entre lo demás. Ya no hay nadie a mí al rededor, los globos aún flotan, todo está oscuro, pero las luces de las calles, alumbran por la ventana, no puedo dejar de temblar y no encuentro la fuerza para levantarme, el piso está mojado.

Tengo vidrios en el cuello y en la cabeza, hay una botella rota al lado mío, creo que tengo sangre por mi cabeza. No sé dónde está el escenario, fue tan real, puedo jurar que estaba en ese escenario. Mientras más veo mi al rededor, aun sin levantarme, puedo ver que estoy en el escenario, las escaleras, eran las pequeñas gradas al escenario y este lugar, este lugar entre mi departamento y el departamento de la chica de en frente, fue el escenario, no sé dónde está la chica, ella es importante, no pudo haberse ido sin mí.

Buscarla me da las fuerzas para levantarme, logro dar la vuelta y apoyarme en el barandal, frente a mí, está la chica, que nunca fue ella, solamente es quien vi usar ese vestido blanco, ellas son tan parecidas. Comienzo a llorar y ahora sí sé que estoy llorando, pero no sé si es porque nunca pude estar con la bella chica del frente o quizás estoy llorando porque esta chica, ahora en frente mío, no se mueve.

Me acerco a ella, arrastrándome, con todas mis fuerzas, usando mis cuatro extremidades, ella no está respirando, está ahí, paralizada y con muchas marcas, mías asumo.

No sé quién soy, ella no me dijo como se sentía, no sé dónde están todos, seguramente ellos lo vieron, todos ellos vieron el melodrama que yo he visto toda mi vida, solo que esta vez yo no lo pude ver, porque yo lo estaba viviendo. Fue como siempre lo había visto, tan glamuroso, con todas esas luces y tan bien hecho, pero no creí que podría terminar en esto, el trauma que he tenido y los amantes que quise se juntaron en mi mente.

No tengo idea de que hacer ahora, esto no es correcto, pero creo que simplemente dejaré el lugar, como todos los demás, ni siquiera sé dónde están mis amigos, pero creo que puedo irme, si logro ponerme en pie. Con ayuda del barandal puedo levantarme, lo más complicado ahora será salir de aquí, tantas escaleras y mis piernas están muy temblorosas.

Estoy parado en el borde de las escaleras, veo hacia abajo, la oscuridad comienza a dispersarse, al parecer está amaneciendo. Creo que aun escucho voces en mi cabeza, pero eso es imposible, ya no hay nadie aquí, todos ellos parecen decirme que esto fue mi melodrama, solo puedo oír eso. Hasta que intento bajar el primer escalón, pero mis piernas no lo resisten y termino cayendo.

Al caer, el dolor se siente tan pasajero, pero cuando llego al final, el dolor me trae a la realidad otra vez, no tenía un dolor así, desde que era niño, cuando me dolían los huesos, un dolor tan fuerte que terminaba llorando, solo me preguntaba cuando me dejaría de doler, pensaba en los momentos donde no me dolía, pero era egoísta conmigo mismo, porque cuando no me dolía, no podía pensar en los momentos de dolor, pensar en que volvería a eso. Ahora solo puedo pensar en qué momento dejará de dolerme el cuerpo y seguramente cuando deje de doler, no podré pensar en esto.

Después de estar en el piso, puedo juntar fuerzas para bajar, cada piso, cada escalón, no dejan de recordarme todo lo que ha visto mi mente, pero también no puedo dejar de pensar en qué pasó realmente, porque yo nunca estuve aquí, en la realidad.

Los globos me acompañan en cada piso, puedo verlos aun brillando, algunos están llenos de aire, pero otros solo parecen bolsas vacías tratando de volar con el viento. Creo que ya voy llegando al final de las escaleras, eso espero, en serio quiero irme de este lugar, pero las escaleras parecen infinitas, estoy consciente de ello, pero me hago creer a mí mismo que ya se acabarán, para así poder seguir bajando.

Cuando era niño, detestaba escribir, detestaba escribir todo lo que la maestra o mi madre alguna vez me decían, me parecía eterno, entonces me hacía creer a mí mismo, cada cierto lapso de tiempo, que ya iba a ser el punto el final, pero nunca llegaba, solo hasta llegaba, cuando ya perdía la esperanza de tener razón.

Y así pasó ahora, justo cuando dejé de creer que se acababan las escaleras, ya no había escalones, pero aquí abajo es más frío, toda mi ropa empapada en sudor y al parecer sangre, se pegaban en mi piel causándome frío.

Tengo miedo, no quiero salir, las personas me verían muy extraño, bueno, creo que siempre me ha gustado llamar la atención, pero aun así tengo miedo de salir, no sé qué hay afuera, no puedo recordar cuando llegué aquí, solo tiemblo y toda mi atención se va ahí, pero ya estoy cerca a la puerta, ya no hay globos, ya no hay sombras ni luces, tampoco las personas ni las voces, estoy solamente yo.

Escucho los sonidos que hay afuera, son muy tranquilos, solo puedo oír la brisa moviendo las hojas de los árboles y algunos pájaros, las luces en la calle siguen encendidas, el sol aún no sale, solo se aproxima.

Será mejor salir ahora.

El melodrama ZacaríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora