Desde hace algunos días, los reporteros del clima en todos los canales, habían estado pronosticando una semana de intensas lluvias. Muchos corrían de un lado hacia otro, buscando refugio, o simplemente huyendo de las espesas gotas que las nubes dejaban caer sobre ellos.
En U.A. no era distinto; ya que era viernes por la tarde, muchos estudiantes habían decidido empacar sus cosas para visitar a sus familias, mientras que otros, por temor a la intensa lluvia, habían optado por permanecer en el edificio. Este último era el caso de Asui Tsuyu. Pese a que aprovechaba cada oportunidad disponible para visitar a su familia y pasar tiempo con sus hermanos, sabía que este fin de semana no le sería posible. A sus padres les habían encomendado un trabajo en una empresa china que les tomaría cerca de un mes, por lo cual, habían decidido llevarse con ellos a Satsuki y Samidare, pues Tsuyu no estaba en casa y no podrían depender de alguien más para el cuidado de los pequeños.
Habían partido hace cuatro semanas, y estando ya casi a tiempo de regresar, de forma muy inesperada a principios de aquella mañana lluviosa, les habían comunicado que el trabajo se extendería por algo más de tiempo, el cual no podían determinar. Y aunque la chica rana disfrutaba mucho de la estación, no podía evitar sentirse triste por la ausencia de su familia. Había sido un largo mes, sin poder compartir junto a ellos, y ahora acababan de decirle que no regresarían, al menos, no este fin de semana.
Había planeado viajar a casa, preparar una deliciosa cena y esperar a su familia con la más cálida de las bienvenidas. De verdad que lo deseaba muchísimo. Pero aquella llamada matutina había frustrado sus planes, y ahora la tristeza se negaba a abandonarla.
Con esto en mente, suspiró pesadamente, mientras se recargaba en el umbral de la entrada a los dormitorios, observando la lluvia caer en el exterior, y a uno que otro estudiante corriendo presuroso con maletas. Afianzó con suavidad el agarre que mantenía sobre la pequeña taza entre sus manos, cuando la fría brisa del exterior le acarició las piernas desnudas de sorpresa. Quizás debía cambiarse ya el uniforme, y ponerse algo más cómodo.
De cualquier modo, no podía dejar de mirar las gotas caer, mientras su mente divagaba en algún lugar muy lejos de allí. La tan amada lluvia que siempre le hacía sentir feliz, hoy traía consigo una profunda tristeza.
– "¿Extrañas a los mocosos, rana?" – una voz masculina a sus espaldas llamó su atención; sabía perfectamente a quien pertenecía.
Aquel chico y ella habían dejado de ser simplemente compañeros desde hace algún tiempo. De hecho, si el rubio no fuese tan explosivo, podría asegurar que eran buenos amigos. Y, como tal, él estaba al tanto del viaje que realizaba la familia Asui fuera del país.
– "Un poco. Y no son mocosos, Bakugo-chan" – suspiró desanimada, sin una gran respuesta, como era usual en ella.
Y ante aquello, el rubio supo de inmediato que su estado anímico era serio, y no pasajero como él suponía.
– "¿Y qué haces aquí? ¿No se supone que llegan esta tarde?"
– "Debieron cancelar el viaje. Al parecer, el trabajo se complicó y necesitan quedarse allá un tiempo más, no saben cuánto, kero"
Sus ojos parecieron perder el brillo a cada palabra que salía de sus labios, y una extraña sensación se asentó en el pecho del recién llegado. No quería ver esa expresión triste en su rostro.
– "Como sea, si no vas a salir, entonces aléjate de ahí de una puta vez, vas a dormirte en la entrada y no seré yo quien te cargue hasta la maldita habitación" – el chico chasqueó la lengua, mientras la tomaba por el antebrazo y la jalaba dentro.
No era inusual ver a esos dos juntos, o incluso discutiendo, de modo que aquella acción no atrajo mayores miradas. Asui le siguió sin rechistar, limitándose únicamente a cuidar que el chocolate caliente entre sus manos no se derramara.
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"Sonríe, ¿sí?" | Katsuyu One-shot
FanfictionTsuyu ha estado triste debido a la ausencia de su familia, y cuando estaban a punto de encontrarse, su trabajo les impide viajar. Ella está bastante desanimada, y pareciera que no es posible volver a hacerla sonreír. Pero hay alguien que sí puede, y...