Los Caprichos Del Océano

Prólogo: La risa que pronostica el caos

Ella no pensó que esto sucedería.

Porque, por supuesto, sabía que esto era su culpa.

Era su culpa que todos estuvieran aquí. No debería haber dicho ese tonto deseo en voz alta. Fue algo egoísta y estúpido, pero... simplemente quería que todo terminara.

Quería volver a ser libre.

Odiaba estar encerrada en esa habitación todo el tiempo sin posibilidades de salir. Solo se le daba esa oportunidad cuando las puertas que la mantenían a salvo eran destruidas.

Ella sabe muy bien que solo quieren protegerla, pero aún así, eso no hace que el dolor y la soledad disminuya.

Así que es ahora, mientras es abrazada por sus hermanos mayores y protegida por cientos de guardias que entregarían su vida por ella y sus hermanos, que las lágrimas deciden salir lentamente de sus ojos, para luego romper a llorar desconsoladamente sin importarle nada más.

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Todos los ojos del lugar observaban a la enorme sirena quien aparentemente creía que llorar en este momento resolvería la situación en la que se encontraban.

Algunos, por no decir la mayoría, querían gritarle que se callara, sin embargo, no eran estúpidos, la mocosa estaba rodeada por varios hombres, (aunque "hombre" no sea la palabra correcta), que lanzaban miradas de muerte a todo aquel que se atreviera a mirar de forma rara a la Princesa Sirena.

Los que no querían callarla, le daban miradas de comprensión, después de todo, muchos aquí querían lanzar a la mierda todo (su orgullo incluido) y llorar de terror por todas las persona peligrosas reunidas aquí.

Nadie sabía que estaba pasando.

Ni la marina, ni los piratas, ni los revolucionarios y mucho menos los civiles lograban comprender como habían llegado aquí.

En un momento estaban tranquilamente jugando con sus amigos, peleando con un rival, comiendo en familia, realizando una broma, leyendo el periódico, y al otro, empezaban a caer al suelo inconsciente.

Uno a uno fueron cayendo, sin importar que sea hombre, mujer, niño o alguna raza diferente; todos tenían el mismo destino:
Caer desmayado sin oportunidad de despedirse, correr, huir o evitar la caída, seguramente dolorosa.

Después de eso nadie se encontraba despierto.

A excepción de un solo hombre que aguantó lo suficiente como para ver al mar volverse loco.

El hermoso cielo azul se volvió gris, las olas se agitaron de tal forma que pensó que la presión rompería la madera de su barco, el viento fue tan salvaje que seguramente cortaría  cualquier cosa que se cruzara en su camino, los rayos caían del cielo como si fueran lluvia, los tornados se formaban en segundos y las gotas de agua parecían ácido.

Estaba casi seguro de que era el fin del mundo y se lamentó por no haber disfrutado lo suficiente con sus hijos. Lo último que pudo escuchar antes de que una enorme ola los engullera a él y a su familia fue....

"Cometieron un grave error"

Luego de eso, todo fue oscuridad.

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Edward Newgate, conocido como el "Hombre más fuerte del Mundo" el famoso pirata apodado Shirohige, fue el último en caer inconsciente y el primero en despertar.