"Seré tu solución temporal, puedes tenerme y llamaremos a esto como tu quieras." Taehyung murmura, acunando con sus manos las rellenas mejillas de quien alguna vez fue su novio.
Jungkook está casado pero Kim Taehyung es la solución temporal a aquel...
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Mírame, intentando alcanzar a quien se me escapa de las manos. Toma mi mano de forma despreocupada, veamos donde despertamos mañana. Sé que la forma de amarme es difícil, pero, ¿puedes sólo abrazarme fuerte como ahora?
El primero en levantarse de los dos es el menor, sus mejillas coloreándose al percatarse que se había quedado dormido y que a su cuerpo, se le había dado por tomar por completo el del mayor, quien se encontraba durmiendo a su lado.
Jungkook se incorpora con cuidado de que al mover sus extremidades, estas no golpeen o toquen el cuerpo de su hyung, mas en el mínimo movimiento que realiza, una mano toma su antebrazo y tira de este para que vuelva al lugar en el que estaba.
"¿A dónde vas, bebé? Todavía ni atardece." Un Taehyung medio despierto le pregunta al menor, con su cabello hecho un nido de pájaros y oh, su voz, su maldita voz que debido a que acaba de despertar, suena más grave y Dios, Jungkook siempre fue débil por el tono de voz de Taehyung.
"Tengo hambre." Es lo único que responde el menor, el rubor de sus mejillas extendiéndose a sus orejas por el apodo y la posición en la que estaban.
Jungkook no sabe qué esperar de ese viaje de un día o despedida, como el pelinegro la había llamado. No sabía cómo actuar o desenvolverse sin herir más de lo que ya lo había hecho, no quería convertir esa despedida en arrepentimiento, sólo quería que esa noche fuera nostálgica, bonita, quizás un poco melancólica, quizás un poco romántica.
El castaño esperaba que esa noche fuera una buena culminación para el bonito amor que se tenían, que fuera sempiterno en sus almas y corazones; que se convirtiera en una luminiscencia y perdurará en el cielo de aquella provincia, en la que al final del día, su amor concluiría pero que al mirar el cielo, su amor que ahora era luz, lo iluminará e hiciera brillar, ya que ahora, no tenían permitido alumbrar sus vidas.
Se vuelve a dormir, porque sabe que es su último día en aquellos brazos, que sabe que nunca más volverá a ellos, porque después de esto, ambos serían desconocidos; sus corazones iban a correr en direcciones diferentes, aun cuando sabían que la dirección que debían de tomar era la contraria, la que llevaría al corazón del otro.
Pero no importaba, quizás su amor estaba destinado a tener uno de esos finales tristes y estaba bien, porque los amantes muchas veces no estaban destinados a amarse y aunque su relación no perdurará el tiempo que ellos deseaban, el pedir más para ellos, era avaricia, era pelear contra aquel destino que los hizo juntarse y así sea vivir un poquito su amor.
Porque a diferencia de otros, los amantes que no estaban destinados a amar, nunca se encontraban, nunca se tocaban y ellos habían tenido la osadía de hacerlo, de tocarse, de amarse, de ser el alba y ser ocaso, de pertenecerte, de pertenecerme...
