IV

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Llegaron a un enorme roble, en suelo sus raíces dejaban una pequeña apertura, Lyxi les indicó que se metieran ahí e hicieron caso.

Anabeth estaba un poco nerviosa, no sabía si esto era un sueño, verdad o una trampa. Tampoco quería mostrar su inseguridad a su prima, mayor que ella, que tenía el semblante decidido, dispuesta a ayudar.

Cuando entraron por el agujero, ambas pensaron que caerían a la nada, al contrario, súbitamente aparecieron unas escaleras de un material desconocido. Después de haber bajado los infinitos escalones, lo primero que vieron fue una cortina de hojas, pasaron a través de éstas y quedaron maravilladas con lo que tenían al frente suyo: ¡Un reino mágico!

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