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La vida de Ni-ki no era la mejor, su mundo se venía abajo. Claro está que los demás no sabían y ni les interesaba un poco la vida de Ni-ki y no es como si el la quisiera compartir con cualquiera, solo había una excepción y ese era Jay.

Jay estaba caminando por todos lados buscando a Ni-ki, habían quedado en verse en el patio pero como siempre cambiaba el plan sin avisar.

"¿Dónde te metiste?"

Su última opción era la terraza de la escuela, y así es, ahí se encontraba un rubio sentado en el suelo.

"Dijimos que íbamos a vernos en el patio." Le reclamó.

"Quería estar en un lugar con menos personas."

Jay se sentó al lado de él. Estaban en una esquina.

"Toma, lo compré para ti." Le tendió un jugo de naranja de la cafetería de la escuela.

Ni-ki lo tomó pero no dijo nada.

Jay miró a su amigo, Ni-ki siempre estaba serio era algo normal de él, pero últimamente lo estaba más de lo normal. "¿Todo bien?"

Ni-ki suspiró. "No lo sé." Dijo mientras jugaba con el jugo.

"¿Tú mamá otra vez?" El contrario asintió lentamente. "Ni-ki, me siento como un inútil al no poder hacer nada para ayudarte."

Ni-ki sonrió débilmente. "No te preocupes tanto hyung, creo que en algún momento me acostumbraré a eso." Rió.

Jay hizo una mueca. "No se trata de acostumbrarte, no puedes acostumbrarte a ese tipo de actitudes y acciones, eso no está bien, te hará más daño lentamente." Estaba realmente preocupado. Se revolvió el pelo frustrado.

Ni-ki lo notó y puso una mano en la pierna de Jay.

"Te puedes quedar en mi casa, ¿lo sabes verdad?" Asintió. "Mi mamá te adora, eres como su otro hijo, ¿por qué no te quedas en mi casa? Tal vez así te sientas mejor de a poco y.." Jay tomó aire. "Y tal vez puedas dejar de hacerte daño." Ni-ki se tensó y reforzó el agarre en la pierna de Jay.

Estaba triste, frustrado y desesperado. Necesitaba ayudar a su amigo, sacarlo de ahí, no estaba bien. Aún eran menores de edad, Ni-ki era menor que él y aunque sabía que su amigo era fuerte todos teníamos un limite y temía que Ni-ki llegara a el e hiciera algo que no podía ni pensar.

Ni-ki tomó la mano de su hyung y lo miró. "Tranquilo, ¿Sí? No te preocupes tanto por mí, puedo con esto." Entendía perfectamente lo que su amigo sentía, pero le resultaba difícil hacer algo.

Se levantó y sacudió su pantalón del uniforme. "Vamos hyung, ya va a empezar la siguiente clase."

"Ve tu primero." Ni-ki lo miró triste pero asintió y salió de la terraza.

Para Jay, Ni-ki no solo era un amigo, era su hermanito, lo amaba con su alma y no le gusta verlo sufrir. Le hierve la sangre al ver que tenga que pasar por todo esto a su corta edad.

Simplemente no puede con ello.

Definitivamente buscaría una forma de ayudar a su amigo y sacarlo de ese lugar.

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Como era de costumbre Sunoo estaba sentado fuera del salón del club canto, pues sus amigos iban en este.

"Que aburrido." Hizo una mueca mientras revisaba su teléfono.

Agarró su mochila y decidió caminar por la escuela para matar el tiempo. La escuela no tenía muchos lugares como para entrenerse así que después de dar una vuelta al primer piso fue hacia el patio.

tú eres mi otro yo [sunki] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora