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MinHo hizo un involuntario puchero y miró con falsa molestia a su omega

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MinHo hizo un involuntario puchero y miró con falsa molestia a su omega.

Felix soltó una pequeña risa al ver la bonita expresión que el alfa le regalaba.

—Vamos MinHonnie, tienes que aceptarlo, eres horrible en este juego, ¿cuantas veces vas perdiendo, cinco?

—Fueron cuatro —Rapidamente se defendió —Pero eso no importa, usted sólo gana porque hace trampa.

Felix se había dado cuenta de muchas cosas en estos meses, una de ellas era que el alfa podía verse muy tierno a veces, como cuando hacía sus pequeños berrinches al perder en algún juego, como ahora.

—Ya MinHo, no hago trampa, ahora toma las nueve cartas.

El rubio miró suplicante al omega, quien sólo negó y rió ante la tierna y graciosa situación.

—Las tomaré si me da nueve besos, es más, puedo tomar la cantidad que quiera a cambio de besos.

Felix negó.

—Eso sí es hacer trampa, Min.

MinHo sonrió en grande, dejando así ver todos sus dientes y sus ojitos cerrados, dándole un aspecto bonito e inocente.

Felix suspiró, totalmente enamorado de aquella sonrisa.

—Vamos —Animó el alfa —Son sólo nueve besos.

El omega no se negó, dejó sus únicas dos cartas a un lado y se acercó al alfa, dispuesto a darle los besos que reclamaba.

El primero fue en la frente, un corto besito en su descubierta frente.

El segundo se lo dio en la mejilla izquierda y el tercero en la derecha.

El cuarto fue en la nariz, haciendo sonreír al rubio.

Bajando su rostro, le dio el quinto beso en el cuello.

Subió un poco y el sexto fue en la mandíbula.

El séptimo fue en su mentón.

El octavo en la comisura de sus labios.

Y el noveno fue un corto beso en esos esponjosos labios.

Pero MinHo, no satisfecho, tomó de la nuca al omega y lo acercó nuevamente hacia sus labios, comenzando un lento y delicado beso.

Iban a dejar el juego de lado, de todas formas MinHo sabía que iba a perder.

Entre besos, el alfa había tomado las piernas del omega y lo había sentado sobre su regazo, tomando su cintura en un intento de juntarlos más.

Estaba tentado a llevar sus manos bajo la camiseta del omega y aunque se dijo a sí mismo que no, parecía que sus manos tenían otros planes, por lo cual estas se colaron bajo la camiseta negra del omega y se deslizaron ágilmente por toda su espalda para nuevamente bajar y volver a subir, pero esta vez por su abdomen, dispuesto a llegar a los pezones del castaño, lástima que el ruido del timbre pareció haber traído al omega a la realidad, el cual cortó el beso y disimuladamente sacó las manos de MinHo de su ahora nuevo lugar favorito.

—Llaman.

MinHo asintió y le dio unas pequeñas palmadas a los muslos del omega, indicándole que se levantara, el cual obedeció rápidamente.

—Yo iré —MinHo dijo —Debe ser la pizza que pedimos.

—Bien, yo iré por algo de beber.

Cuando el omega se dirigió a su amada cocina, Chan caminó hacia la puerta mientras metía su mano en su bolsillo, verificando que su billetera esté ahí.

El timbre volvió a sonar y MinHo se apresuró y abrió la puerta, pero oh, no era el repartidor.

MinHo casi cae al ver a las cuatro alfas que conocía perfectamente por las fotos que Felix le mostró, todas ellas estaban junto a otro alfa, el cual aparte de mirarlo molesto, estaba cargando a un pequeño cachorro.

—¿Y tú quién eres?

Oh, éste era su fin.

Oh, éste era su fin

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 ゚᩿ ⪩ PAPÁ ALFA ⪨ 𓈒 ˚𝗠𝗜𝗡𝗟𝗜𝗫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora