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"Es hora de decir adiós a las lágrimas"

La vida es un lugar gris con tendencia a empeorar, ciertos días llegas a creer que todo es perfecto y hermoso, algunos otros piensas en que tan jodido estas y solo tienes ganas de llorar.

El mundo está jodido y lleno de personas basura, en tu vida diaria te toparas con cierta gente que solo quiere hacerte daño y dejarte herido, pero este no fue su caso, el tenia a esa persona veinticuatro siete en su vida, lastimándolo, hiriéndolo, haciendo que pierda la fe en tener una buena vida, haciendo que pierda la fe en sí mismo.

La sociedad siempre hablara del amor parental como algo perfecto, ese estúpido pretexto esta tan normalizado que mucha gente cae en el algoritmo de esas dos insignificantes palabras. No estás obligado a querer o amar a los integrantes de tu familia si estos te han dañado, sin importar todo lo que te han dado, el dolor no se va y tu estas obligado a quererles.

Su vida diaria siempre fue un maldito asco, yendo de un lado a otro, del colegio a casa de casa a algún lugar sin importancia, solo buscaba alejarse de su hogar aunque al volver sabía que el infierno seguía ahí, sabía que siempre que volviera lo estaría esperando, para llenarlo de golpes y maldiciones como era costumbre.

El rubio cambiaba de rutina diariamente, algunos días iba a la biblioteca y otros estaba en una discoteca perdiendo el conocimiento por los niveles extremos de alcohol en su cuerpo, su vida era la definición de versátil, si, era un muy buen alumno y llevaba calificaciones perfectas, pero él no quería seguir en ese estúpido instituto de personas sin moral.

Namjoon era muy serio y reservado, incluso la gente llegaba a decir que su semblante daba miedo, sus cabellos rubios, siempre vestido de colores oscuros y los pequeños tatuajes adornando su cuerpo, era alguien que imponía mucho y él era consiente de aquello. Gracias a esto no tenía a nadie que perturbara su tranquilidad con algo tan sin sentido como lo era la amistad.

Sus problemas con los vicios eran algo graves, cuando no era el exceso de alcohol, era la nicotina o alguna droga, pues siempre necesitas algo para seguir vivo y el recurría a dañar su cuerpo, un tipo de daño que más adelante le traería problemas.

Hijo único de padres alcohólicos drogadictos que le han jodido la vida durante sus cortos diecisiete años, su madre murió cuando apenas tenía cinco años, gracias a ello su padre empeoro desde entonces y siempre cumple su promesa; vengarse del culpable.

Su madre no aguanto un ritmo de vida tan agotador, su esposo e hijo era lo que más llego a odiar en todo el mundo y no podía seguir viva mientras ellos le carcomieran su persona, así que relativamente ambos eran culpables, pero el señor Kim se dedicó a hacerle la existencia imposible a su pequeño hijo, culpándolo de por vida de lo sucedido.

"Todos necesitamos aferrarnos a algo para mantenernos con vida"

Aquellas palabras que escucho de su abuelo la última vez que lo visito, analizo la frase dando vueltas en el mismo circulo tratando de darle algún significado, pero jamás lo encontró.

Él no era más que un humano idiota que cayó en los vicios para olvidar el dolor de los golpes que le daban cada día, para creerse muerto en vida, y si con tan solo diecisiete años no tenía una razón por la cual vivir.

Hasta que lo conoció a él.

Sus cabellos castaños y su sonrisa hermosa, aquel chico que robo su corazón y suspiros desde el primer instante en el cual coincidieron, él se volvería su pretexto para seguir con vida.

El castaño era alguien que provenía de familia conservadora y muy estricta, un joven de buena familia y educación, por ende no accedería a ser amigos tan pronto, ya que primero su madre daría el buen visto.

❝LO$ER LO♡ER: Namjin❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora