Domando el infierno (Helltaker)

Prólogo

¿Sabes por qué no creo en el amor? Porque ahora tomó un concepto totalmente diferente a como era antes, en donde "La intención era lo que contaba", o "Era mejor dar afecto y no comprarlo", ahora es todo lo contrario. La gran mayoría de las mujeres de ahora, si no es que todas, se fijan en quién tiene más dinero en sus billeteras o cuentas de banco, y siempre le exigen al hombre más de lo que ellas merecen. Eso sí, si encuentran a alguien mejor, ya sea física o económicamente hablando, inmediatamente se van con esa persona, abandonado a su pareja y dejándola con sus regalos que, según ella, no valían nada. Las chicas que no tienen hijos cambian de novio como si cambiaran de ropa, y las que son casadas o madres solteras buscan hombres con dinero para que éste pueda ayudar a mantener hijos que no son suyos.

Yo era de esos rechazados a los que las chicas hacían a un lado debido a que no tenía una condición física que ellas exigían, el cuál era un cuerpo dotado de músculos, y una cuenta bancaria con todo el dinero del mundo para comprar todos sus caprichos. Estaba harto de buscar pareja, así que me rendí en conseguir al amor verdadero.

Mientras estaba en preparatoria, había algo que me llamaba la atención, y quizás sea la solución a todos mis problemas, y era el ocultismo, la magia negra, la hechicería y la demonología.

Tras investigar más a fondo sobre esos temas, encontré un ritual en el que se decía, se podría tener un harem de chicas demonio y convencerlas para que estén bajo tu voluntad. Para esto, habría que estar física y mentalmente preparado, tanto para el viaje como para conocer y convencer a las chicas demonio de unirse a mi harem, por lo que tuve que dejar ciertos hábitos. Dejé de hacer ejercicio y dejé de masturbarme para así ahorrar todas las energías posibles, incluso la que viene de la lujuria, y me concentré al 100% en mis estudios. Debido a eso, conseguí apoyos económicos por parte de la preparatoria, y así evité tener que trabajar. Una parte la guardaba para la universidad, otra la usaba para los gastos básicos de la casa y el resto era para mis tareas e investigaciones de la escuela.

Tras graduarme de la preparatoria e independizarme, conseguí una casa de dos pisos para poder rentarla, ya que, al tener mi propio harem de chicas demonio, tenía que tener suficiente espacio para todas, aunque no sé exactamente cuántas podré conseguir. Una vez que entré a la universidad, tenía que ganarme la confianza de mis compañeros, porque en el ritual tenía que usar a dos de ellos como sacrificio para poder ingresar al infierno y cumplir con mi objetivo. Lo sé, sacrificar dos almas humanas es algo horrible, pero me han sucedido cosas horribles en el pasado, así que estamos a mano.

El tiempo pasó, y estaba en noveno semestre, ya faltando poco para la graduación, pero antes de eso tenía que hacer la tesis y presentar mis exámenes finales. Mi tesis ya estaba casi hecha, y solo faltaba agregar la conclusión, mandarla imprimir y encuadernar, pero había algunos compañeros que les estaba yendo mal en los exámenes, así que era mi oportunidad para atraer a mis dos presas a la trampa.

Primero, tenía que enviar mi tesis y pedirle a los maestros que me pongan los exámenes porque tenía que salir de viaje de imprevisto, así que aceptaron. Tras pasarlos con las mejores notas, tenía mucho tiempo libre antes de la graduación, así que me puse a buscar a mis dos víctimas. Cuando las localicé, los convencí para que puedan ir a mi casa para prepararlos para un ritual, cuando en realidad serán el sacrificio para conseguir mi harem finalmente. Para ésto, tenía que ayudar a unos cuantos compañeros para que me crean, empleando algunos rituales de magia negra, y así que puedan caer en mi trampa.

Cuando los tenía en mis manos, les pedí que fueran a mi casa para empezar con el ritual. Al llegar, me preguntaron que por qué tenía que ser en la tarde y no a medianoche como se supone que hacen muchos hechiceros y nigromantes que se dedican a hacer rituales, y les contesté que el infierno no tiene horarios para prestar sus servicios a quien pida ayuda.