Día 7: Reconciliación

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Llevaba días en aquel laberinto subterráneo donde fue encerrado, su sentido de la orientación no era el mejor y cuando quería utilizar su descomunal fuerza para salir, el collar de piel de serpiente encantado que le habían puesto al rededor de su cuello, reaccionaba asfixiándolo hasta que dejaba de luchar o quedara inconsciente. Y como si fuera poco, no estaba sólo en aquel sitio, cada vez que avanzaba diferentes tipos de criaturas aparecían para obstaculizar su camino.

Suspiró derrotado al ver que estaba en la misma parte donde despertó la primera y todas las demás veces, ya que cada vez que caía inconsciente por el collar, luego cuando despertaba se encontraba por donde comenzó.

Le sería imposible escapar si seguían apareciendo enemigos y él continuaba sin poder utilizar su fuerza.

Resopló cerrando sus bicolores, odiaba el momento en el que se descuidó y lo capturaron adentrándolo en aquel lugar, aunque no se arrepentía de lo que había hecho. Sus instintos actuaron solos cuando vio como aquel castaño, del que hace semanas se había separado, estaba en peligro, no lo pensó tanto y simplemente quiso ayudarlo, aunque no contaba con que aquel grupo de bandidos tuvieran más hombres yendo por los techos de las casas de aquel pueblo que estaban asaltando. Él solamente buscaba ayudar al poblado de aquellos asaltantes y proteger al castaño ojiazul, que estaba rodeado por varios de ellos apuntándole con espadas, aunque claramente no previó la flecha que apuntaron en su dirección la cual contenía un veneno mortal, pero que gracias a su linaje solamente lo hizo caer inconsciente.

Y ahora estaba allí, encerrado en un laberinto lleno de criaturas, un lugar el cual parecía que le sería imposible de salir.

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-¿Necesita algo más, caballero?- Preguntó con amabilidad la mujer que atendía aquella taberna.

-Con todo esto está bien, gracias- Respondió el castaño guardando en su bolso todas las provisiones que había conseguido comprar.

-Fue un placer tenerlo por aquí- Dijo en forma de despedida para ir a un lado y atender a otro cliente.

El de ojos azules dio media vuelta dispuesto a salir, pero no dio un solo paso ya que una conversación a dos mesas de donde estaba le llamó la atención.

-Era él, el famoso H de Hércules, él estaba luchando contra los bandidos-

-¿Qué hacía alguien como él aquí?-

-Quizás está en su viaje de encontrar a su familia, como dicen por ahí-

-Yo escuché hace tiempo, que en realidad está en búsqueda de una hechicera-

El castaño escuchaba atentamente a cada palabra que decían aquel grupo de hombres sobre H, después de todo de cierta forma le interesaba conocer un poco más sobre aquel corpulento pelinegro con una fuerza inhumana.

La mujer que atendía la taberna, sonrió un poco al ver al de orbes zafiros interesado en la conversación sobre el hijo de Hércules, asique se acercó a él y decidió hablar.

-Supongo que a usted también le llama la atención después de ver al mismísimo H en persona, sinceramente lo que menos esperaba es que estuviera por el pueblo-

Gustabo volteó en su dirección interesado en iniciar una conversación sobre aquel hombre.

-Veo que dicen muchas cosas sobre él ¿Acaso es alguien muy importante?- Interrogó con clara curiosidad en sus claros ojos.

-¿Nunca has escuchado hablar sobre él?- Preguntó con sorpresa, aunque después recordó que era un viajero y quizás venía de tierras lejanas por lo cuál desconocía la historia. -Es alguien muy conocido por muchos lugares-

Gustacio WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora