Día 8: Momento Canon

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-¿Ya sabes lo que te toca ahora, no?- Preguntó deteniéndose frente a su compañero.

Hace un momento que habían llegado al departamento donde vivía el menor, el rubio le acompañó hasta dentro de la vivienda ayudándole en todo momento para que pudiera caminar, no solo apoyándose en aquellas muletas que le habían dejado del hospital, sino también en él.

-Descansar- Respondió soltando un pesado suspiro por el cansancio que cargaba del día que le tocó afrontar.

-Descansar, tranquilamente- Habló suave analizando con sus orbes azules la vivienda de su mejor amigo.

-Tengo miedo Gustabo- Confesó con su voz temblequeando por el pánico.

El rubio volvió su mirada hasta la figura del más alto, lo veía temblar levemente y sus ojos bicolores brillaban temerosos. Le agobiaba ver aquel estado indefenso y vulnerable en su compañero de vida, quien siempre se dejaba ver como alguien imperturbable y poderoso, pero ahora al verlo con su cuerpo temblequeando y su rostro demostrando un pavor acrecentando en su interior, dentro suyo le angustiaba y de alguna forma le entristecía. Pero no podía dejarle saber eso, ahora mismo tenía que darle su apoyo y animarlo.   

-Que miedo ni que hostias, tu tranquilo... Tranquilo- Le dijo palmeando suavemente su hombro y dándole una muy pequeña sonrisa. -Pero escúchame, ahora lo que tenemos que hacer es recuperarte y enviar a Emilio con Pablito- Comentó con algo de gracia en su voz, sus ojos azulinos se aliviaron al ver como el menor dejaba de temblar y una insegura sonrisa buscaba dibujarse en su afligido rostro. -Vamos a pagarle un viaje a Emilio ¿Qué te parece?- Ofreció con diversión, agrandando aún más su sonrisa al mismo tiempo que lo hacía el de cresta rojiza.

-Siempre sabes como sacarme una sonrisa Gustabo, gracias- Expresó con sinceridad, mirando al mayor con tranquilidad en sus bicolores. 

-Hombre, tú no te preocupes- Le respondió de vuelta haciendo un gesto con la mano para restarle importancia.

Aunque muy dentro suyo él también estaba aliviado de que aquel semblante temeroso y triste de su amigo haya desaparecido, no le gustaba verlo así de asustadizo y derrotado. Pero mucho menos le hubiera gustado verlo dentro de un féretro con su cuerpo frío y sin vida, asique estaba muy agradecido de que la muerte no se llevara la brillante, divertida y dinámica alma y espíritu de su mejor amigo de toda la vida. 

 -Ahora recupérate- Decretó como una orden, observando con curiosidad como el menor desviaba sus bicolores con nerviosismo.

-¿Te puedo dar un abrazo?- Preguntó dudoso con sus heterocromáticos clavados en el suelo de su departamento.

-Hombre, dame un abrazo coño, si lo estaba deseando desde hace media hora- Se acercó hasta él con una sonrisa por el tímido pedido del de cresta y con mucho cuidado lo rodeó con sus brazos, siendo correspondido de inmediato por el más alto -Ven aquí coloso, que eres un coloso-

Abrazó con todas sus fuerzas aquella vida de su inseparable compañero, la cual pensó que le iba a ser quitada, su corazón pudo latir con tranquilidad al sentir al menor contra su cuerpo en aquella unión.

Luego de unos minutos se separaron despacio, como no queriendo romper aquel abrazo que ambos querían y necesitaban. Aunque fuera breve, aquel abrazo consiguió que uno de ellos calmara su estado nervioso al haber sentido que estaba a punto de llegar a su final, mientras que al otro logró tranquilizarlo de sentir que aquella vida que siempre le acompañó desde la infancia le fuera arrebatada con la inminente muerte.

Ambos con ese abrazo llenaron sus corazones con una paz que tranquilizó todas sus inquietudes y sus más profundos miedos.

-Ahora metete en la cama, descansa y el próximo día... Empieza la fiesta, nene- Se despidió con unas últimas palmadas, unas sobre el hombro del menor y otras muy suaves contra su bronceada mejilla.

-Gracias Gustabo, de verdad- Le sonrió como como despedida, se sentía mucho más tranquilo después de haber hablado con el rubio. 

Su intranquilo interior estaba mucho más calmado después de haber estado con la compañía de aquel de ojos oceánicos.

~~~~~

Gustabo habló unos momentos con Conway una vez que bajó y salió del edificio donde vivía el de heterocromía, y después de terminar unos asuntos pendientes, se dirigió a casa para poder finalizar con aquel ajetreado y desastroso día. 

No sin antes sacar su móvil y entrar a la aplicación de mensajería para dejar un claro mensaje a uno de sus contactos en específico.

Podía ser interpretado como una declaración de guerra, pero él sentía que la declaración en realidad se la habían enviado a él cuando aquella persona se atrevió a lastimar de tal forma a su amigo, su hermano, su compañero, a su Horacio.

Asique con una mueca de molestia en su rostro al leer el nombre de contacto, entró al chat y con una irascible calma, tecleó en la pantalla formando dos simples palabras, las cuáles cargaban el peso de ser una clara amenaza.

"Estás muerto"



ºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoº

Buenas!

Sinceramente no se me ocurría que escribir aquí y como hacerlo, asi que más o menos puse parte que pasó y los demás inventado, porque no sabía cómo hacerlo 😅😌

Gustacio WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora