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-A comer Jeongyeon - la voz de su madre se escuchó fuera de su habitación. Jeongyeon estaba acostada mientras creaba tres pulseras con flores y una que otra ramita que había encontrado en el mercader, las hacia especiales para sus amigas, Jihyo, Nayeon y Dayhun, a ella le gustaba regalarle ese tipo de creaciones y a ellas, les gustaba ponerse lo que Jeongyeon les diera, ya que la castaña tenía el don de hacer manualidades bastantes bonitas, incluso Dayhun le había dicho que podía hacerlas y venderlas en el mercader, dejarselas a cargo de la señora Lee, una hermosa Beta que siempre las ayudaba; pero Jeongyeon decía que esas eran especiales para ellas.

Jeongyeon se levantó de su cama, guardo las pulseras en una cajita de madera, que se veía un poco vieja. La tomó y la guardo debajo de su cama, para después salir e ir al comedor, dónde su mamá estaba sentada con su pequeña hermanita en brazos y siendo alimentada.

-En la cosina deje un poco de crema de fritas, sé que te gustan y te hice un poco para que lo comas como postre- Jeongyeon sonríe y asiente.

-Gracias Mamá.

Durante la comida, se mantuvieron en silencio. Jeongyeon ya estaba acostumbrada, ya que sólo cuando estaba su padre de visita, hablaban de hasta cosas sin importancia, su madre solía estar muy preocupada todo el tiempo por su esposo, el padre de Jeongyeon, ya qué, era el jefe de la seguridad en el castillo Kim, castillo al cual le tenían mucho respeto, al igual o más que a su reina, rey y príncipe.

Jeongyeon había escuchado rumores sobre aquel príncipe Alfa, decían que tenía veinticuatro años, y estaba a algunos meses de tomar su reinado en el castillo y pueblo, lo cual, hacia que tanto como Omegas y Betas del pueblo, quisieran estar con él de forma no muy amistosa a lo que había escuchado Jeongyeon, incluso se enteró por malas lenguas, que el príncipe tuvo un enredo de unas cuantas noches con la ministra Choi, la cual presumía de eso cada vez que podía, claramente, pedía discreción, ya que era una relación que mantenía oculta de todo el reino e incluso del pueblo.

Jeongyeon termino de comer, se levantó y llevo su plato al lavatrastes, regreso e hizo lo mismo con el plato vacío de su madre, quien apenas terminaba de alimentar a su hermana, la cual estaba profundamente dormida en sus brazos.

-Mamá, iré a la granja del señor
Lee, iré a cambiarle las vendas a su esposa y trataré de regresar lo antes posible avisó.

-Claro cielo, dile a la señora Lee, que se recupere pronto - asintió, tomó algunas manzanas de la cesta que estaba en la mesa y salió de casa.

Caminó por el mismo camino que llevaba al mercader, ya que la casa del señor Lee, quedaba de paso. Siguió caminado por aquel bonito camino, ya que había algunas flores en la orilla del pasto. Sonrió y no pudo evitar detenerse a cortar algunas, pero cuando llevaba ya un ramito bastante lleno, escuchó el trote de un caballo, pareciendole extraño, ya que por ese camino no iban los empleados del rey, ni mucho menos los guardias que tuvieran caballos.

Busco con la mirada un lugar seguro para esconderse y lo encontró detrás de un gran arbusto, así que no dudo en ir detrás de este para ocultarse atrás. Jeongyeon escucho los trotes más cerca, hasta que pasaron por el caminito, para después, escucharlos a lo lejos. Suspiro aliviada y salió de aquel escondite, manteniendo la precaución de que aquel sujeto regresará.

Al estar segura de que no había rastro alguno de aquel caballo y su jinete, volvió a caminar por el camino de tierra, pero está vez, más rápido.

Al llegar a la granja de los Lee, una doncella abrió la puerta, Jeongyeon hizo una ligera reverencia, para después mirar a la chica. Una Beta.

-Vengo a ver a la señora Lee - la doncella sonrió y asintió, amable.

-Sí, me dijo que te llevará a su recamara cuando llegarás. Adelante - Jeongyeon asintió, entro al hogar de la mujer a la que más aprecio le tenía, empezando por su madre; la señora Lee había sido casi como una abuela para Jeongyeon, dándole unos cuantos regalos, desde que era pequeña siempre la consentía de aquella manera. Jeongyeon subió las escaleras, siendo guiada por la doncella.

La señora Lee no era tan rica como los reyes, pero era muy conocida, ya que solían comprarles caballos o becerros para la corte real e incluso, para los principes y reyes, cuando venían de otros lugares a visitar a los reyes Kim, ellos eran muy bien recompensados por darle sus animales.

Jeongyeon termino de subir las escaleras y aún con la compañía de la doncella, llegó hasta la puerta de la mujer.

-Señora Lee, la señorita Jeongyeon está aquí hizo una reverencia al entrar.

-¡ Jeongyeon, cielo! - la señora Lee, a pesar de estar en la cama, sonrió e hizo el ademán de que se acercará. -¡Ven cielo, ven!

Jeongyeon sonrió y comenzó a caminar hacia ella. Al llegar, la Omega le palmeo un costado de ella. Jeongyeon se sentó y miró a la Omega.

-Señora Lee, le traje algunas frutas - del pequeño bolso de paja, saco unas manzanas, haciendo sonreír a la Omega.

-Linda, no te hubieras molestado - Jeongyeon sonrió e hizo un ademán de quitarle importancia al asunto. -Rose, ya te puedes retirar-la doncella que aún estaba en la puerta, hizo una reverencia y salió, cerrando la puerta.

-Bien, ¿Está lista? Le cambiaré el vendaje.

La Omega saco las cosas para cambiar el vendaje y desinfectar la herida, que por lo visto, ya estaba mucho mejor, Jeongyeon se sintió feliz y satisfecha de su logro al ver que la herida empezaba a tener mejor pinta.

-Cielo, tus ojos son muy lindos, ¿Has pensado...no sé, ir al reino quizás y hacer acto de presencia? - Jeongyeon detuvo sus movimientos y miró a la Omega veterana.

-No señora Lee...no tengo pensado pisar el reino para nada.

-Pero Jeongyeon, cielo...

-Sé sobre la profecía, pero no soy yo, yo simplemente nací así, nada en especial y sin nada que dar, sólo soy una campesina pobre que le gusta ayudar a los demás - la Omega miró con una ligera sonrisa a Jeongyeon.

-Debes mantenerte oculta, el rey y la reina no dudaran en pensar que tú eres la chica de la profecía y querrán mantenerte con ellos - Jeongyeon negó.

-No se preocupe, me mantendré a salvó.

Lo que no sabía, era que, justo esa misma noche, el destino y una profecía, estaban por cumplirse.

CASADA CON EL REY ALFA 🏰[Jeongtae] [OMEGAWERSE] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora