4:No todo es color de rosa

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Alguna vez alguien me dijo que a partir de la secundaria, todo es una competencia. Una gran competencia con mas de mil estudiantes.

Pero no sólo se trataba de un lugar en la Universidad, se trataba de la identidad que vas a formar.

En el receso, Kurt, Lois y yo no sentamos en nuestra banca y comenzamos a charlar. No es la gran charla, pero por lo menos, a mi me interesa.

—¿Sé enteraron del jodido problema de la puta lesbiana? —Pregunta Lois con cierta intriga, pero a la vez, un tono burlón se puede notar en su voz.

—¿Puta lesbiana? —Pregunto—No, ¿de quién hablas? ¿Qué pasó?

Lois se echa a reir.

—La encontraron en el baño, cogiendo con una de las zorras asiáticas—Lois trata de contener la risa, pero, no lo puede resisitir.

Kurt parece no creerlo, se queda boquiabierto y se echa para atrás.

—¿Enserio, Lois?

—¡Enserio, maldita sea!

Echo un vistazo a mi alrededor, no veo a ninguna de esas asiáticas cerca, así que, hablo.

—Pues, debió haber tenido los ovarios demasiado grandes para dejar que esa lesbiana se pusiera su coño en la boca—digo en tono no tanto confidencial—. Apostaría lo que sea, a que esa puta asiática, fue laque se le insinuó.

Por las expresiones de Kurt y Lois, creo que mi comentario les afecta, pero me doy cuenta que no es eso, es más bien que, la asiática está a un lado de mi; lanzadome una mirada asesina.

Cuando volteo a verla, lo primero que se me viene a la cabeza es esa asiática que actuó en Kill Bill, creí que me golpearía o algo, pero a cambio de eso, me comienza a decir cosas en su idioma natal. Tomo mi bandeja con comida y huyo de la escena lo mas discreto que puedo, Kurt y Lois vienen detrás de mi.

Me siento en una mesa vacía, al fondo, en una esquina. Enseguida Kurt y Lois se sientan a un lado.

—¡¿Perdiste la cabeza?! —Me regaña Lois

—Perdón, pero no sabía que estaba allí. No me lo esperaba.

—No importa—dice un poco mas relajada—. A esa puta le necesitaban decir lo qué realmente oculta.

Esbozó un sonrisa y frunco el ceño.

Alguien más se sienta en nuestra mesa. Es una chica. Johanna S. Nichols. Una chica que realmente sabe lo que es sufrir, pero a pesar de todo, ha sabido ser fuerte; tiene los cabellos naranja-dorado, los ojos marrones claros y una nariz pequeña y respingada.

—A esa perra se lo necesitaban decir—me dice como si estuviera orgullosa de mi—. Tienes bolas, niño. Pero...eso va a traer problemas, ese grupo de idiotas creen que son invencibles. Te harán la vida imposible un tiempo.

Intercambio miradas con mis mejores amigos. ¿Vida imposible? Dudo demasiado que me vayan a hacer algo. Lo primero que hará será reconstruir su reputación.

—Soy Johanna, por cierto.

—Ya lo sabía—le contesto—; íbamosa clase de química, en cuarto grado, para ser exacto.

—¿Hewlett? —Pregunta entrecerrando los ojos. Asiento con la cabeza—. Gusto en verte de nuevo, Hewlett. Pero enserio, cuidate de esas zorras.

Johanna se va. Giro mi cabeza en dirección a la mesa de las asiáticas. La asiática de la que hablé mal, me quiere tragar con la mirada; es evidente que ya lo contó a sus amigas, porque todas, absolutamente TODAS, me estan viendo como carne fresca.

—¡Mierda! —Exclamo.

Bien, ahora tendré a un quinteto de asiáticas detrás de mi, haciendome la vida imposible.

Tenías que abrir tu boca, Dave, tenías que abrirla.

Sobre Un Chico...¿Chica?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora