Capítulo 1: La mudanza

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No recuerdo el momento exacto en que me desenamoré de Martín. Sólo sé que un día mientras limpiaba la cámara, colgué escuchando una sección del programa de radio que me gusta, en la que alguien llama para tratar de reconquistar a su ex. Un chico llamó, expuso que quería volver con su ex novia, y después de que la chica cuente que estaba en pareja y esperando un hijo con su actual, lo sentenció, diciéndole como si estuviese escribiéndole una especie de epitafio: "Diego, lo nuestro se murió cuando yo tuve que dejar de hacer cosas que para mí eran normales, porque a vos te jodían" y creo que ahí fue cuando empecé a pensar a conciencia en cada cosa que había cedido sin querer cederla, sólo porque no quería discutir, porque no me parecía demasiado importante en ese momento, porque Martín me convencía o porque simplemente mi inconsciente ya estaba pensando en que lo nuestro sólo era cuestión de tiempo. Aunque la única certeza que rondaba siempre mi cabeza, era el miedo a quedarme sola, con 30 años, atormentándome con la idea de tener algún problema por el cual siempre llegaba a este nivel de hartazgo con los tipos y no encontrar nunca a la persona con la que compartir tiempo de calidad. No digo una familia, ni el futuro, ni siquiera digo compartir el amor, sólo tiempo del bueno.

No sé cuándo el camino que hasta ahí, andábamos juntos, llegó a la bifurcación, pero en ese mismo instante, supe que todo lo que hiciéramos en adelante, antes de tomar cada uno un rumbo distinto... nos iba a llevar al mismo final de esos dos de la radio.

No me explico cómo llegamos hasta dónde llegamos. ¿Porque nos queríamos?, ¿porque ya estábamos acostumbrados?, o ¿porque transitar el desamor, es un proceso como lo fué enamorarnos?

Ahora, después de un tiempo creo que tal vez, teníamos que intentar todo lo que intentamos... para aprender sobre nosotros, sobre lo que consideramos amor y principalmente para llegar a esa terapia imperfecta.

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8 meses atrás

La pierna de Martín sale por fuera de las sábanas, y su pié descubierto hasta el tobillo, descansa sobre el piso laminado símil parquet, porque el colchón sigue en el suelo hasta que monten el sommier. Son las 6:10 y la única luz que entra por las hendijas de la persiana, son las del alumbrado público de la calle.

Es que la noche se prolongó con el partido de Racing, equipo del que es fanático, y para cuando llegó el cansancio, ya no tenían ganas de armarlo, ni él ni su novia.

Ella en cambio duerme hecha una bolita a su lado dándole la espalda y acaparando toda la manta que podría tocarle a él. Pasó frío, porque quien sabe en cuál de todas las bolsas estará el acolchado abrigado que trajo de su ex casa, y en su sueño profundo ignora que en 20 minutos su alarma sonará, para que tenga que emprender un viaje largo hasta su trabajo.

Mariana y Martín una pareja de 29 y 31 años que salen hace 2 y medio. Ella, fotógrafa, él dejó derecho en segundo año, pero dice que es abogado. Trabaja en un estudio jurídico, y vive haciendo malabarismos entre encontrar un puesto en tribunales o ganarse la lotería.

Se conocieron en una salida grupal de ella con sus amigas, y él con los suyos en un bar de Palermo. Él de zona sur, ella de zona oeste. Esa noche charlaron encantadísimos uno con el otro, y no pasó absolutamente nada más que intercambiarse los teléfonos.

Para Mariana, o Lali, como la llaman desde siempre, era el inicio perfecto, porque es de esas chicas que aún creen en los vínculos tangibles, en encontrar a alguien (no sabe si el amor, tal vez ya ni cree en eso), y en la placidez de tener un compañero en condiciones que ella etiqueta como "NORMALES" (ya veremos que es NORMAL, en estos tiempos). No le van las redes sociales, no cree, (aunque admire que otros lo logren), en entablar relaciones amorosas que se dan por Tinder, Instagram, Happn o cualquier otro medio virtual. Prefiere compartir un trago, antes que un match. Ella es de las que necesitan ver, charlar, oler, reír, y sentir que causa la cercanía del otro. En definitiva, experimentar ciertas sensaciones previas al encuentro del sexo, o cualquier otro nexo que se entable, por más efímero que pueda ser.

Terapia imperfecta (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora