Capítulo 4

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Ese mismo día:

Ya va siendo hora de levantarse- comenta Daniel en voz alta mientras se estira desde la cama antes de incorporarse.
Una vez se ha levantado comprueba si tiene algún mensaje en su móvil.
Al ver que no tiene ninguno pone una lista de música de las muchas que tiene en el teléfono.
De camino al baño va quitándose la ropa con la que había dormido excepto el pantalón de pijama dejando su torso al descubierto.
Antes de meterse en la ducha la música que estaba sonando se interrumpe por una llamada.
-Hola Mamá- dice Daniel al contestar.
-Hola hijo. ¿Qué tal estás?- pregunta su madre
-Algo cansado. Y eso que la noche fue corta.
- ¿Cómo corta? -pregunta su madre
- Que no se alargó mucho quería decir-añade Daniel
-Ahora me cuentas que estoy llegando a tú casa-
- Vale. Pues cuando llegues te digo contando-
Mientras tanto en casa de Violeta:
Una vez arreglada y lista para salir se va cabreada dando un portazo y sin darse cuenta que se ha dejado las llaves de casa.
Unos minutos más tarde en casa de Daniel:
-Me alegra mucho verte así hijo-
-A pesar de todo lo que me ha ocurrido...estoy feliz-
-Y que hayas superado lo de Mónica-
-Bueno la verdad es que fueron unos años muy malos-
- Quien nos iba a decir que pasariais por aquello...-recalca su madre
-Hay cosas que se quedan dentro y son difíciles de olvidar-
-Y superarlas-
-¿Qué habrá sido de ella?-pregunta Daniel en voz alta
- Hace mucho tiempo que no sabemos nada de ella y su familia -contesta su madre
Mientras tanto en otro punto de la ciudad:
Violeta deambula por las calles de la misma sin saber muy bien a dónde ir.

Perdida en el tiempo, en sus pensamientos y en los ruidos de la soledad de la gran ciudad que no es que molesten, pero apenas le hacen compañía.

De momento llega a la plaza donde se suelen reunir todos sus amigos y amigas todos los fines de semana por la tarde.



Violeta no es un color cualquiera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora