Incendio infernal

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Contemplando la catedral, las grandes naves, sus arcos, ventanas acristaladas, muros de fuertes piedras y columnas, toda majestuosa, no podías imaginar aquel edificio derrumbándose o siendo destruido. Pero allí estaba, siendo devorada por el fuego. 

Las llamas lo cubrían todo, las vigas del techo se derrumbaban ardiendo, el humo hacía el aire irrespirable. Los daños iban a más, el incendio incrementaba en fuerza y el calor era insoportable. Una gran parte del techo había sido destruida, las vigas habían caído dañando pilares de piedra, que se derrumbaron; los pilares dejaron de sostener los arcos, y estos a los muros; las piedras que parecían tan sólidas se quebraban por el calor, y el conjunto se derrumbaba estruendosamente, con un sonido de mil truenos. Nadie podría parar aquel fuego.

Era obra del diablo, que bailaba burlonamente entre las llamas. 

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