Lo reconozco

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Tanjiro miró su departamento con nostalgia antes de cerrar la puerta y entregar a la casera las llaves, la mujer le miró con tristeza.

-No puedo creer que te vayas, es tan pronto, quería que estuvieras más tiempo conmigo, siempre fuiste amable y gentil.

-Lo siento mucho señora, está casa es hermosa, pero yo... Debo viajar a otro lugar y acomodarme cerca de mi nuevo empleo.

-Esta bien, vive la vida orgullosamente y sin bajar la mirada

-Lo haré

-Ojala también me hubiera podido despedir de tu novio, Rengoku-san es una gran persona, aunque me sorprendió de verte algunos días viajando con tu amigo Tomioka.

-Lo sé y lo siento por eso.

-Te deseo la mejor de las suertes.

La mujer se fue dejando a Tanjiro solo y al final él se subió en el transporte siendo seguido por el auto de mudanza.

La lluvia se soltó con fuerza, como si lavara las penas y las culpas que sentía el pelirrojo.

Mirando a través de la ventana, se dio cuenta que al dejar ese departamento y dejar esa vida a un lado, su amado no podría seguirlo, se lo regresaba a la persona que más lo amaba, a Kanroji, la esposa de Rengoku, quién en su mente también era la persona que el rubio más podía amar en el mundo.

-Lo lamento... No puedo darte un padre. Él no me pertenece, pero yo... Te cuidaré siempre.

Empezó a acomodar su ropa en el nuevo ropero, sus cosas y luego... Estaban las fotos de Tomioka y de Rengoku, las tomó entre sus brazos y luego las puso en una caja, al cerrarla, sintió un gran peso en su alma por guardar en el fondo de un lugar frío y oscuro a los hombres que más amaba.

Una vez fuera de su cuarto arregló el comedor y muchas otras cosas mas, al final se sentó a la mesa y las lágrimas finalmente le escurrieron en la cara.

-Kyojuro...

Durante días fingió estar bien en lo que buscaba un nuevo empleo, pero no lo consiguió, había dicho que ya tenía un nuevo trabajo, para que no le preguntarán, por primera vez en su vida se sentía un mentiroso y ahora estaba así..

Se levantaba, se arreglaba, comía, salía a buscar empleo, regresaba, se alimentaba y dormía de nuevo.

Siempre sonriéndole a todo el mundo, durante 10 días no consiguió nada, así que tomó un empleo de medio tiempo para subsistir.

Esa tarde, llegó a casa y se sentó a comer su típica ensalada con frutas y verduras.

Mientras saboreaba los frutos rojos soltó la cuchara y se puso a llorar, y se cubrió la cara en silencio, en ese momento le llegaron a la mente, los recuerdos de las personas importantes de su vida.

-Padre... Madre, hermanos...

Y sin quererlo el vientre le dolió un poco, se estremeció y siguió llorando...

-Los extraño, tus abuelos son maravillosos, no se cómo pude hacer lo que hice.

Se acarició el vientre y siguió llorando...

Una semana después se encontró con el doctor Haganezuka y le platicó de sus síntomas.

-Tanjiro, debes saber que no es bueno para el bebé que estés en crisis.

-¿Qué puedo hacer?

-Haz lo único que no has pensado que sería una buena idea. Habla con tus padres.

Una vez más llegó a su casa, arrojó la maleta a un lado y se acostó en la cama, miró su celular, los teléfonos que bien se sabía de memoria no estaban registrados y luego...

Amor y traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora