No sé a cuántos les haya pasado,
desearía que no a tantos.
Que despiertan un día con un nudo en el estómago, y en el fondo lo sienten.
Lo presienten.
Algo ha cambiado,
el azul no brilla tanto y el verde es menos verde,
y por más que quieres sonreír se te complica,
te aferras a la idea de que todo va bien,
aún cuando sabes que en el fondo algo te molesta, te inquieta, te angustia,
te duele y te oprime.
Será que me quedo donde ya sé que no va a funcionar?
Y si resulta que estaba por encontrar el tesoro y me rindo a dos metros cegados por la pared por derrumbar?
Será que lo conocía tan bien que sentía tu sentir?
O quizás había llegado el momento de aceptar lo que ya hace tiempo sabía?
De todas formas, aquella mañana me desperté sabiendo,
Que me iban a romper el corazón.
En contra de mi orgullo,
Esta vez habría querido equivocarme.
Pero su indiferencia era una triste y tenue luz que aclaraba la habitación.
Y no fue necesario que me diga que se había terminado,
porque no se termina cuando se habla del fin...
Se termina cuando aún estando contigo, te dejan y empiezan a olvidarte.

ESTÁS LEYENDO
La jodida antología que es la vida
AléatoireMuchas veces nos preocupan miles de cosas, que si después de los 30 aún hay diversión, que si a los 20 ya deberías ser exitoso (o tener el éxito que al menos la mayoría considera como tal), que la Universidad, que los amigos, que las responsabilidad...