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Las siguientes dos semanas fueron tan grises como solían ser antes y esta vez la peor parte se la llevó Chan. Minho aún continuaba sintiéndose como la mierda pero no tanto como su, ahora, ex novio.

— Chan, el grupo Wei está aquí en Moscú... —ese fue Jisung— El presidente Guan Baixing quiere verte.

— Programa una reunión en algún restaurante o no sé. —se encogió de hombros— No me molestes.

— Deberías dejar de tomar. —le dijo.

— Y tu deberías dejar de joderme. —lo señaló con su botella de whisky— Más vale que hayas aumentado la vigilancia en casa de Minho. Si algo llega a pasarle... —hipó— Tú serás el primero en morir.

— Vete a la mierda. —el pelinaranja rodó los ojos antes de salir allí.

Abrió su cajón y miró las pastillas de éxtasis, ni lo pensó cuando se metió dos a la boca. Si ya estaba borracho y drogado, ¿qué mal podía hacer un poco más de droga?

Él era fuerte, era una de sus características más distintivas. Pero no lo era cuando se trataba de Minho. Sabía que la había cagado pero no lo había hecho con mala intención, dejó que su chico lo creyera así porque no iba a arriesgarse a que su plan se fuera por la borda.

Pero aún así dolía.

Porque al igual que Minho, él tampoco había conocido a otra persona. Jamás depositó su confianza al cien por ciento en alguien que no fuera su novio.

Si sabía que iba a entregarlo a la DEA, pero no se resistió ni huyó. Comprobó que había hecho lo correcto cuando se enteró que su antigua casa se había incendiado.

Minho...

Aquel dulce chico de doce años que solía llamarlo hyung, que todos los días se tomaba su tiempo para enseñarle idiomas y todas las cosas que él no había aprendido por seguir un mal camino. Minho era inteligente, quizá la persona más lista que había conocido.

Era el amor de su vida.

Había entrado a su vida de tal forma que ahora no podía desprenderse de él por más dependiente que aquello sonase. Ambos eran jóvenes pero Chan supo de inmediato que ese lindo y regordete muchacho de mejillas rosadas y labios gruesos, sería su compañero para siempre.

Y sonrió, viéndolo sentado frente a él.

Ya no estaba seguro de si habían sido las drogas o el alcohol pero estaba feliz de poder verlo.

— ¿Me extrañaste, Channie? —la dulce voz de su novio hizo eco en sus oídos.

Ex novio había dicho, pero Chan quería creer que eso no era cierto.

Así que se dejó llevar y asintió en respuesta al peliverde, quien se paró de la silla frente a él y fue a sentarse sobre sus piernas. Comenzó a acariciarle el cabello con lentitud, haciéndolo sentir en el mismísimo paraíso aunque fueran unos segundos.

— ¿Tú me amas verdad? —susurró desesperado— Yo sí te amo, sé que tú lo sabes. —comenzó a llorar.

— Claro que lo sé. —se paró de sus piernas— Pero yo no sé si te amo... Es más, no sé si llego a quererte. —comenzó a caminar hasta la puerta para luego abrirla— Nos vemos.

Y salió corriendo de la habitación.

Chan se paró rápidamente para correr detrás de él aunque todo le daba vueltas. Apenas abrió la puerta que daba al patio, todo dejó de ser como lo conocía y se transformó en algo así como en un campo lleno de flores de cerezo.

— ¡Minho! ¡E-Espera! —mientras más avanzaba, el peliverde se alejaba aún más.

Estiraba sus brazos tratando de agarrarlo pero claramente sin éxito. Sentía que su corazón iba a salirse de su pecho con cada paso que daba, pero no iba a dejarlo ir esta vez.

Aunque trataba de alcanzarlo sus pies pesaban y sentía que comenzaba a caerse. Pero para eso, Minho había dejado de correr.

Chan cayó de rodillas y vió como todo alrededor comenzaba a prenderse fuego.

— No te amo. —Minho comenzó a acercarse hacia él— No te quiero. —se arrodilló para estar a su altura— No me gustas... Siquiera me agradas. —lo tomó del cabello— Te odio. —pronunció antes de soltarlo.

El volvió a alejarse y con un chasquido de dedos, todo a su alrededor comenzó a desmoronarse. Podía ver como todo se volvía oscuro y comenzaba a caer libremente hacia quién sabe dónde. Comenzó a gritar y sacudirse mientras sentía como su cuerpo dolía y se despedazaba. Todo se sentía como la mierda.

Luego, todo comenzó a volverse más claro y pudo ver la sonrisa de Minho antes de que todo se volviese de un doloroso blanco. Y decía doloroso porque brillaba tanto que dolía.

Quería ver a su Minhonnie, quería recostarse a su lado y dormir.

Quería muchas cosas.

Mientras tanto Jisung veía a su jefe retorcerse en el patio de la mansión producto de toda la mierda que había consumido.

Sus gritos desgarradores se oían en casi todas las hectáreas de terreno, y sus sollozos espantaban a cualquier fantasma.

— Muchachos, cálmenlo y llévenlo por a su habitación. —ese fue Felix— Yo me quedaré con él por si quiere saltar del maldito balcón. —tiró a un cesto la colilla de su cigarrillo.

-

Chan despertó de golpe y estaba en ropa interior en su cama, era de día y le dolía la cabeza En ese momento, Jisung entró a la habitación arrojándole una cubeta de agua fría.

— ¿Qué mierda te sucede, Han? —le arrojó un zapato.

— Dormiste más de veinticuatro horas, imbécil. —arrojó el balde a un lado— Levanta tu culo ahora, tienes una reunión con el grupo Wei a las seis de la tarde.

— ¿Y qué hora es? —bufó.

— Las cuatro y media pasadas. —respondió— Ve a bañarte y sácate el olor a alcohol que traes.

Luego de correrlo de su habitación el rubio bufó y se quedó recostado unos cinco minutos más antes de por fin pararse de la cama, e ir a darse un baño.

Para eso de las seis menos diez ya estaba en la cafetería en la que el imbécil de Baixing estaría. La verdad no tenía ganas de verlo, el tipo era un completo abusador y no es que él no lo fuera, pero claro está que no en ese sentido. Chan no se metería con alguien sin su consentimiento ni por todo el dinero del mundo, así como tampoco con alguien que tuviera doce años.

Minho y él se llevaban sólo dos años de diferencia.

— Juro que si me vuelve a hablar de alguna de sus "conquistas" voy a dejarlo como un colador de fideos. —le dijo a Jisung por lo bajo— Sus citas podrían ser sus hijas menores, es un viejo asqueroso.

Minutos después, justo a las seis en punto, Guan entró a aquella cafetería y se sentó en su mesa, sonriéndole de forma falsamente amistosa.

— ¿Para qué querías verme? —Bang fue directo.

— Quiero hacer negocios contigo. —le respondió— ¿Cuánto me ofreces por tu ex novio? —apenas terminó de decir aquello, el rostro de Chan se puso rojo de ira y siquiera contestó. Sólo se paró y se fue, seguido por Jisung y Felix.

Una vez dentro del auto, de regreso a su mansión, ordenó que aumentaran la vigilancia en casa de Minho sin importar si se daba cuenta, y además mandó a uno de sus sicarios para que se hiciera cargo de Baixing. Ese hijo de puta aprendería a no jugar con él.

Haría que lamentase su existencia.

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- ̗̀ ❲𝗦𝗶𝗿𝗲𝗻𝘀 ੭ 「𝖺𝖽𝖺𝗉」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora