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Cuando Yuuji y Megumi se hicieron pareja, fue algo que supieron de inmediato sus amigos, decir que les felicitaron era poco, un "ya era hora" fue claramente dicho por cada uno de ellos.
Megumi se sentía raro, no en el ámbito malo, jamás había tenido una pareja, jamás había besado a alguien que no fuese Yuuji, era su primera vez en todo eso.
Fushiguro no era el mejor expresándose, apenas tomaba la mano de su pareja, le daba leves besos robados en los labios al pelirrosa siempre que estaban solos.
En contrario a su pareja que las muestras de afecto era en público o a solas, sin importar la hora, siempre lo abrazaba, le decía que lo amaba, le besaba y le preguntaba su quería pasar la noche juntos - claro, sin segundas intenciones -.
El pensamiento de ser más demostrativo de su amor por su novio estaba ahí, su miedo de pensar que no era merecedor de Itadori igual, de no poder decirle fácilmente que lo amaba le carcomia cada día.
Siempre intentaba mostrar a su manera darle amor pero sentía que no era lo suficiente, quería ser como Yuuji, quería amar de la manera en que él lo hacía.
Cuando el pelirrosa le daba besos, caricias, toques adorables, le hacía sentir tan bien, amado que su corazón y alma estaban en tranquilidad, estaban felices, Megumi se sentía feliz.
— Gumi. — el azabache abrió sus ojos con dificultad mientras sentía que lo movían. Lo primero que vio fue a Itadori, con el cabello desordenado, posiblemente enredado, esos ojos avellana bien despiertos y una sonrisa solo para él.
Sin duda amaba esas mañanas donde lo primero que veía era a la persona que más amaba.
— ¿Qué sucede? — su voz medio ronca se hizo presente, mientras cerraba y abría sus ojos otra vez para sentarse en la cama.
Era un sábado por la mañana, Yuuji se había quedado en su casa a dormir. Toji, su padre no estaba desde ayer en la noche, de seguro yendo a "trabajar" como cada fin de semana.
— Ya es tarde y te dije que quiero ir a la playa. — cierto, habían planeado ir a un corto viaje de dos días a la playa.
Megumi le había pedido su auto a Satoru que sin pensar le dijo que escogiera cuál... típico de un rico.
— ¿Ya te bañaste? — el pelirrosa negó. — ¿Nos bañamos juntos? — el contrario asintió haciendo sonreír levemente a Fushiguro quien solo se estiró para levantarse de la cama.
Ya había pasado cuatro meses desde que se hicieron novios, todo parecía como siempre solo con besos en los labios que se sumaron.
Solían quedarse cada dos semanas en la casa de alguno de ellos, hacían la tarea, seguían jugando minecraft y uno que otro videojuego más. Pasaban el día juntos, a veces con sus amigos, luego ellos dos en una cita, veían películas, series.
El tiempo que compartían juntos era el suficiente sin llegar a ostigarse. Era precioso.
Ambos fueron al baño del departamento donde vivían los Fushiguro. No era la primera vez que ambos se bañan juntos, de hecho la primera ocasión fue porque en una pelea que tuvo Yuuji (nuevamente con Sukuna) el pobre terminó con una pierna rota, a lo que Jin y Megumi le cuidaron todo el tiempo, en ello, el azabache le tuvo que ayudar a bañarse.
Fue divertido y tierno ver a Itadori negarse todo el tiempo de que podía esperar a que su padre llegara - claro, esperarlo cinco días -, Megumi se negó, lo desvistio como pudo y le ayudó a bañarse.
El pelirrosa estaba tan avergonzado que su novio lo viese desnudo y no es que no esté orgulloso de su cuerpo, claro que lo estaba, pero en esa situación donde tenía una pierna fracturada, no era lo que él pensaba.
Aunque claro, agradeció totalmente a su novio todo el tiempo en que le ayudó.
Cuando ambos se salieron de bañar, tomaron cada uno su toalla y empezaron a secarse.
Lo tomaban tan normal, como si fuese de todos los días, y es que eso era. Normalmente cuando te gusta alguien entras en nervios cuando esa persona que te gusta se te acerca, te habla o solo piensas en él o ella.
Sin embargo con ellos cambió al momento de ser pareja, en lugar de sentir esos nervios, era paz lo que inundaba su interior. El estar con él otro les generaba paz.
Ambos se vistieron en lugares diferentes, aunque Yuuji tuvo que ir por su ropa a la habitación de su novio para volver a meterse al baño.
Desayunaron a las once, después vieron una película con toda la calma del mundo, para luego tomar sus cosas, meterlas al auto de Gojo y luego subirse ellos.
La playa estaba entre cuatro y cinco horas en carretera, llegaron casi a las siete de la noche, antes del atardecer para verlo, estarían toda la noche hasta que no pudiesen más y en el camino buscarian algún hotel para dormir.
Ese era su plan, un viaje, una escapada romántica que tanto necesitaban.
— ¿Está todo listo? — preguntó el azabache, el contrario le respondió con un sí y emprendieron su viaje.
Donde estarían sólo ellos dos.
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