VII

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ANDREW






—Un secreto.

Los secretos son atrayentes e hilarantes. Los secretos pueden llegar a ser un misterio conocido por pocos, pero también pueden ser algo que no deseas poner en conocimiento de nadie, por sobre todo en las manos de un enemigo.

El hombre que tengo ante mí sin duda guarda dentro de sí un secreto, y al parecer se trata de uno muy bueno, por el brillo emanado de sus ojos y el leve levantamiento de sus comisuras de sus labios. Mientras lo contemplo mirar su creación de pintura se me vienen a la cabeza imágenes extrañas, son partes fragmentadas, sin sentido, pero el perfil de Casablanca termina siendo el principal ápice de ellos. ¿Cómo es posible que el perfil de su rostro inesperadamente me sea conocido? ¿En dónde lo vi?

El hombre voltea su cabeza.

—Sin duda quieres saberlo. —su voz me trae a la realidad tras un nebuloso e inexplicable trance.

—Es inevitable no caer en la curiosidad cuando usted mismo lo ha implementado.

—Que deleite escucharlo.

Lo sé. Lo noté.

—Pero el que confía los secretos en otra persona le regala su libertad y se convierte en esclavo de él.

Sus palabras tienen verdad.

—Es correcto, pero también es correcto decir que no hay secreto que el tiempo no revele. —dije.

Si el comentario lo impresiona, él no lo demuestra.

—¿Y tú, Andrew? ¿No tienes secretos que prefieres mantener ocultos hasta que la tierra cubra tu tumba? —su mirada puesta en mí parece querer succionar mi alma.

Claro, y guardarlo significa mantener a salvo a los quiero.

—No. —mi respuesta es rápida, concisa y no planeo decir añadir algo más.

—Ni siquiera llegar a vacilar al responder. Mentiroso —una expresión desagradable cruzó su rostro, pero se desvaneció al segundo. Mis ojos se agrandan ante tal palabra salida de su boca mientras Casablanca se da la vuelta y retoma su lugar a la cabecera de la mesa—. ¿Te disgusta la palabra, Andrew? Bueno, ya deberías acostumbrarte porque lo que ocultas profundamente te hará mentir a las personas hasta la muerte.

Mi espalda se pone rígida.

—De qué....

—¿De qué hablo? Te daré una pista. Tengo mucha influencia en la policía y comparto amistad con políticos.

No necesito mucho tiempo para darme cuenta lo que intenta decirme.

—Fue usted. —digo cayendo en lo atónito.

—Cierto —Casablanca cruza sus brazos sobre su pecho—. No te imaginas la sorpresa que me llevé al saber que pequeño hijo de los Collins siendo cómplice del asesino más buscado por el país. Tu madre estaría muy decepcionada de ti, niño.

Un soplo trabajoso sale por mi labios entreabiertos, mi cabeza de pronto se siente pesada sobre mis hombros y mis manos tiemblan por el deseo de dejarme llevar por la sensación odiada que amenaza por consumirme. Tengo mi respuesta finalmente. Ahora sé quién eliminó mi nombre en los medios de comunicación...y lo odio hasta la mierda porque no sé que peligro representa este hombre.

—Yo no pedí esto. —mis manos se aprietan en un puño doloroso en manera de contener las emociones en mi interior.

—Tu padre sí lo pidió. Recurrió a mí en busca de ayuda que solo yo le puedo proporcionar.

Un Escape Al Infierno De RechDonde viven las historias. Descúbrelo ahora