Un Escape Al Infierno De Rech

XVI

ANDREW

La invitación fue dejada en la mesa a primera hora de la mañana mientras tomaba mi desayuno. Venía dentro de un sobre blanco y en ella tenía escrito mi nombre. A primera vista creí que mi padre tendría algo que ver. Alguna especie de evento que necesitaba mi presencia, pero al sacar el contenido y leerlo me di cuenta que él no ha sido. Robert Collins jamás iría a una galería de arte, nunca, y de eso se trata, he sido invitado a la inauguración de una exposición de arte que se realizará en el centro de la ciudad.

"Espero contar con tu presencia sabiendo que ambos compartimos la misma pasión por el arte"

Mi extrañeza es mayor cuando el nombre de Tobías Casablanca es quien firmaba la nota. Durante la tarde me mantuve ocupado trabajando con mi padre, pero siempre en mente la decisión de asistir o rechazar la invitación. Tampoco es que tuviera muchas opciones. El hombre es un cliente que contrató los servicios de Robert para la construcción del nuevo orfanato Santa Clara. Básicamente mi obligación es mostrarle la fiabilidad de la empresa con sus clientes. Y para añadir más a la situación, Tobías Casablanca es un alguien con mucha influencia.

Cuando faltaba una hora para el evento, al salir de la empresa pedí un taxi y le dí al conductor la ubicación de la galería. Al final decidí asistir. Iría solo por un rato. Un acto de presencia para que Casablanca viera y luego me marcharía a casa.

—Ya estamos aquí. —Anunció el conductor.

—Gracias. —Y habiendo pagado el trayecto, bajo del taxi y avanzo a la galería.

Una mujer aguarda en la entrada del establecimiento.

—Su invitación —atendió en la entrada con una sonrisa. Extendí el sobre blanco donde iba la invitación—. Muchas gracias y disfrute de la exposición.

Le dedico un asentimiento de cabeza.

Mis primeros acercamientos al mundo del arte fueron influenciados por mi madre. Desde muy temprana edad estuve rodeado de pinceles, pinturas, atriles y el olor fuerte a trementina. Ella me enseñó todo su conocimiento de lo bueno y lo malo del arte. Ella inició como mi maestra y a través del tiempo se convirtió en la musa de mis obras. Celebró junto a mí cada pintura y me incentivó a participar en diversos concursos siendo niño. Sin embargo, la perfección de nuestra familia, tras un evento indescifrable ocasionó que nuestro pasatiempo favorito se fuera a la basura. 

Mi madre cayó en la demencia y lentamente las pasiones que una vez la envolvieron fueron enterradas y cubiertas de polvo como los atriles de su abandonado taller. Nunca volvió a tomar un pincel en sus manos, ni siquiera mirar un bote de pintura sin permitir que se desataran sus terribles ataques de pánico. Y tras su suicidio, mi mundo que una vez fue pintado por colores se tornó oscuro, sin matices de por medio. Pude haber continuado por mi cuenta, aprender de otros maestros, recuperarme, pero no lo hice. No lo sé, simplemente no quise seguir. Mi mano nunca volvió a tocar un pincel y mis ojos nunca más admiraron de la misma forma la pintura. 

Caí envuelto en otro pasatiempo drástico; las drogas. Al menos su consumo adictivo provocaba lo que una vez hizo el arte por mí. Desaparecer de este mundo.

"Cuando los miedos cobran vida" el título de la exposición es una ayuda mientras vago por la galería. Es una colección de veintinueve obras originales donde se busca reflejar la profundidad del carácter del artista. A medida que voy avanzando, los cuadros lentamente me van pareciendo extraños. Me es difícil captar sus trazos sueltos. No tiene un estilo definido, de eso me percato a primera vista. Es una extraña y retorcida combinación entre el artista abstracto Jackson Pollock y figuras alargadas similares a El Greco; borrosas, apenas comprensibles, y luego espeluznantes y fuera de forma. Son vívidas, no lo niego, cuentan una historia o hacen el intento de parecerlo.