Capítulo 2: Las Telarañas del Tejado

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Lucas 26 de marzo del 202X

Por lo general no bebo por lo cual no estoy muy acostumbrado a las jaquecas matutinas ni a las resacas, así que cuando me desperté hoy realmente estaba hecho una basura.
Recuerdo que cuando abrí los ojos un dolor intenso me comenzó a martillar la cabeza, tenía mareos y no recordaba mucho de la noche anterior, demasiadas cervezas, demasiada tristeza acumulada.
Me senté en el borde de la cama y estuve admirando un zapato como por diez minutos, tenía algo raro ese zapato, pero no podía distinguir bien que era, bueno, no le di más vueltas, me levanté y fui al baño a darme una ducha.
Mientras que el agua fría recorría mi cuerpo comencé a recordar cosas, Verónica, su boca, su vestido, su inesperada tranquilidad bajo mis manos, todo parecía lejano casi como un sueño, más sabía que era real pues casi podía saborear su sabor por encima del alcohol que aún estaba en mi boca, ¿qué sucedería ahora?, ¿comó podía afrontarla cuando la viera de nuevo?, esas y más preguntas comenzaron molestarme mientras me secaba, solo me quedaba esperar a tener suerte y no verla hasta que tuviera un plan más elaborado.
El baño de mi apartamento tiene en la pared un cristal de cuerpo entero, así que siempre que termino de bañarme me observo en el cristal aún empañado por el vapor, pero como hoy tomé una ducha fría podía distinguir claramente mi cuerpo reflejado sobre el cristal.
Nunca he tenido problemas como mi apariencia física, realmente no soy de las personas más hermosas, pero soy atractivo, o eso me ha dicho mi mamá jajaja, mido un 1.80 metros, soy de complexión más bien delgada, pero en mis días de gloria practiqué algunos deportes, por ende mantengo mi cuerpo entrenado, mi piel es algo extraña de describir pues es una combinación perfecta entre papá mulato y mamá blanca, algo así como un carmelita claro, mestiza dice mi DNI, mis ojos son realmente oscuros, cosa que no me gusta, hubiera preferido los ojos claros de mi mamá, pero la vida no es justa, espero que quizás uno de mis hijos tenga suerte.
Mis facciones son una combinación también, tengo la nariz bien formada y los labios carnosos, tengo el cabello crespo, de color oscuro y ahora lo tengo un poco largo pues con el trabajo no he tenido tiempo de ir a la peluquería, aunque hoy la señora Lucía me dijo que pasara por allá, pero eso sucedió más adelante.

Resulta que al salir del baño después de haberme lavado los dientes también, pensé que ya se había acabado mi resaca, así que volví a sentarme en la cama para esperar a que se fuera el mareo, observé el mismo zapato en el suelo, pero esta vez se veía claramente, esos zapatos no eran míos, más importante aún, esos zapatos eran tacones.

-Hola dormilón - unos brazos se dejaron caer al rededor de mi cuello y sentí el pecho de una mujer apretarse contra mi espalda- ya era hora de que te despertaras.

Rápidamente salté de la cama para ver quien era mi acompañante imprevisto, aunque tenía una idea de quién era la única que podía ser y allí estaba, ¿Jessica?.
Realmente no esperaba ver a Jessica allí, mi mente se puso en blanco y empecé a sudar frío, ella seguía mirándome sin decir una palabra, solo llevaba mi camisa larga y unas bragas mientras que la luz del sol que entraba por la ventana la bañaba con un resplandor que parecía una Diosa , si la situación hubiese sido otra me hubiera reído de lo cliché de su vestimenta.

-¡Lucas!- ese gritó me saco de mis pensamientos y terminó de aclararme la mente, la que estaba en la cama no era Jessica, quizás el alcohol, los mareos, la luz, el olor y el deseo de que fuera ella me jugaron una mala pasada

-Buenos días Vero, disculpa, aún estoy con la cabeza algo fuera de lugar.

-Te entiendo Lucas, después de lo de anoche es normal que te sientas así, jamás pensé que fueras tan, ¿comó decirlo?, bueno, tan hombre- dijo eso con una gota de ironía mientras se dejaba caer en la cama para empezar con su dramatización.

-Me tomaste en tus brazos y me lanzaste a la cama, luego como una fiera te lanzaste encima de mí, comenzaste a besarme y a susurrarme cosas sucias al oído, luego me diste vuelta y me aguantaste ambas manos y...

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