Sarvente, una joven monja, se esfuerza día tras día intentado que la gente se una a su religión. Es muy querida en la comunidad gracias a su carisma y entusiasmo por hacer las cosas, lo cual a su vez le ayuda en su trabajo. Un día como cualquier otr...
{Toc. Toc. Toc. Se repite aquel toqueteo una segunda vez, terminando por despertar a una exhausta Alice. En un primer momento, la idea de hacer caso omiso a la situación pasa por su cabeza, y es lo que hubiera hecho de no ser por el ruidoso timbre que la sacó de sus pensamientos a los pocos segundos. Era insistente. Los ojos de la mujer destellaron en medio de la oscura habitación, reflejando su frustración por el sueño interrumpido. Era sábado por la mañana, ¿a quién demonios se le podía ocurrir hacer una visita tan inesperada (y molesta) como esa?}
{Viendo que a este punto era imposible volver a conciliar el sueño (al menos en las actuales condiciones), renuncia a la comodidad de su cama (con mucho cuidado de no alertar también a su marido), se coloca una bata por encima de la pijama y, en el momento en que abrió ligeramente la puerta que da al pasillo, pudo ver dos borrosas sombras celestes yendo a toda velocidad por este mismo. Alice mantiene su posición, algo extrañada.}
{Un segundo después, posiciona nuevamente su mano en el picaporte y sale a la otra parte de la casa, dirigiéndose a la entrada. Sin embargo, ya se le habían adelantado.}
Miku: Oh, hola mamá *saluda su hija mayor con un gesto de la mano*
Keith: ¡Bip!
Alice: ¿Se puede saber qué hacen despiertos a las... *observa el reloj colgado en la pared de la sala* siete de la mañana? ¡Es sábado, por favor!
Keith: Oh, ¿no recuerdas cuando te contamos que íbamos a salir con algunos amigos?
{En eso, el peli azul abre la puerta principal, dejando ver a un dúo algo peculiar. En primer lugar, posicionado más al frente, se podía ver un esqueleto del mismo tamaño que Keith. Portaba una chaqueta azul (y una camisa blanca por debajo), pantalones cortos negros con una línea blanca en el centro y unas pantuflas rosas. No parecía ser precisamente la clase de atuendo que uno usaría para salir a la calle. Además, se le notaba cansado; daba la impresión de que caería dormido en cualquier momento. Su nombre era Sans.}
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*Ya saben lo que va aquí, no lo podré de ahora en adelante*
Sans: *e e e ee- ejem, eh, qué tal chicos.
{Detrás de él se hallaba alguien con mucha más altura. Se trataba de una especie de robot, pues poseía una televisión con dos antenas como cabeza. Portaba un conjunto de basket color naranja, con el número "16" resaltado en grande. Se le dibujó una sonrisa cian en el rostro en cuanto se abrió la puerta.}
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