Cap. 3-. Vecinos en las paredes

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Entrando al edificio Beca se armó de valor para lo que fuera que pudiera encontrarse.
Con Christopher en su delantera, se aferró al revólver que poco sabía usar, dándole una ciega seguridad.
La oscuridad del atardecer comenzaba a hacerse presente. Beca pudo observar las partículas de polvo en el ambiente. Su corazón latía estruendosamente contra su pecho y su garganta seca le escocía.
Christopher volteó su cabeza y le hizo una señal para que se mantuviera en silencio.
-Quédate detrás de mi- le dijo en un susurro. Apuntó su arma al frente y comenzó a subir las escaleras. Beca pensó en el francotirador y en como le había dicho a Christopher que dejarlo en la camioneta había sido una terrible idea, pero el le había rebatido que un arma de largo alcance en un edificio no resultaba de mucha ayuda. Que solo les estorbaría. Aún así a Beca le hubiera dado seguridad tenerlo cerca.
-¿Que número?- le preguntó.
-Hasta arriba- le dijo silenciosamente -Tenemos el penthouse- Christopher le dio una mirada con las cejas alzadas. Beca solo se encogió de hombros. Tener un papá reconocido tenía sus ventajas.
Siguieron el trayecto al último piso en silencio. El pasillo de su departamento se encontraba sumido en una escalofriante oscuridad. Lo único que les proporcionaba un poco de luz era el atardecer que se filtraba por un ventanal al final del pasillo. A Beca se le revolvía el estómago cada vez que veía sangre chorreando de las paredes o embarrada viscosamente en el suelo, lo cual era bastante común cada medio metro que avanzaban. El lugar olía terrible, la sangre había comenzado a descomponerse y a coagularse asquerosamente. Hace unos días la masacre aún había estado fresca y reciente por lo cuál todavía no apestaba.
Beca no pudo evitar pensar que tal vez estaría pisando a su vecina la señora Anderson o a su pequeño hijo Todd o a su vecino buenísimo. Se le encogió el corazón ante esa idea y sacudió su cabeza intentando ordenar su mente.
Christopher se acercó a la puerta y tocó con sus nudillos tres veces manteniéndose callado y alerta.
-¿Que haces?- le preguntó Beca en un susurro.
-Les atrae el sonido- como atraídos por sus palabras, los gruñidos comenzaron a hacerse presentes así como el pánico de Beca. Apretó sus revolver tan fuerte que sus nudillos quedaron blancos.
Pero el ruido no venía de su departamento, venía del otro lado del pasillo. Beca reconoció inmediatamente al dueño de los gruñidos. Se trataba de su vecino, el señor Fitzpatrick que a pesar de que le faltaba la mitad del torso, corría rabiosamente hacia ellos.
Christopher enfundó su arma y sacó su cuchilla.
'¿Pero que mierda hace?' Beca se paralizó de miedo.
-Quédate detrás de mi- le gritó adoptando una posición defensiva. Alzó su mano armada y se preparó para el ataque.
Cuando el señor o mejor dicho ex señor Fitzpatrick estuvo a centímetros de Christopher este hizo contacto con su rodilla. Beca pudo escuchar los huesos crujir y vio al infectado caer al suelo retorciéndose violentamente tratando de alcanzar alguna extremidad de él. Christopher aplastó fuertemente su mano con sus botas negras y hundió rápidamente la cuchilla en su cráneo. Al siguiente segundo solo era un bulto en el suelo, sin movimiento.
-¿Estas bien?- le preguntó secándose el sudor de la frente con el dorso de la mano, lo que le dejó un rastro de sangre oscura.
-¿Porque hiciste eso? ¿Cómo lo sabías?- escupió las palabras temblorosamente soltando aire que ni siquiera sabía que estaba conteniendo.
-¿Hacer que?- preguntó cruzando las cejas tratando de recuperar el aliento.
-Lo del ruido y como matarlos-balbuceó
-A mi equipo y a mi nos mandaron al frente cuando todo esto empezó- le dijo limpiándose la sangre en su camisa.
-¿Te refieres aquí en Nueva York?- le preguntó consternada.
-No- le dijo arrastrando las palabras.
-¿No comenzó aquí? ¿Cómo es que nadie sabía?- frunció el ceño con confusión. Si no había comenzado aquí ¿entonces en donde? Y ¿porque nadie sabía? Un "virus" o "enfermedad" de esa magnitud no podía esconderse fácilmente.
-El gobierno no es tonto canguro- a Beca le dio un vuelco el corazón.
-¿Esto es obra del gobierno?- Christopher se mantuvo callado unos segundos.
-No- su tono cortante le dijo a Beca que no estaba dispuesto a compartir la información, pero ella de verdad necesitaba saberlo.
-¿Entonces?- tenía una chispa de esperanza de que Christopher le compartiera lo que sabía.
-Si te lo dijera tendría que matarte- una sonrisa maliciosa se dibujó lentamente en sus labios.
-Hazme el favor- Beca puso los ojos en blanco. Sacó las llaves de su bolsillo trasero. Las había sacado de su mochila antes de bajarse de la camioneta.
Metió la llave en la cerradura y la giró. Estaba dispuesta a entrar, pero Christopher se interpuso y la empujó detrás de el.
-Adelante- le dijo poniendo los ojos en blanco.
Desenfundó su cuchilla y examinó el perímetro.
Beca avanzó detrás de Crhistopher ansiosamente, expectante del destino de su amiga.
-Alice- la llamó -Alice, soy yo- escuchó unos pasos y se relajó al ver sus ojos celestes asomados por la puerta de su habitación.
-¡Beca!- soltó el cuchillo que tenía en la mano y se abalanzó a abrazarla. -Creí que algo te había sucedido- la apretujó hasta sacarle el aire.
-Estoy bien- Alice se separó un poco y tomó su cara entre sus manos, estrujando sus mejillas. -Pero podría no estarlo si no me tratas con cuidado- Beca tomó sus manos y las bajó hacia sus costados.
-Claro- le dijo sonriente -Lo siento, creí que te había sucedido algo- su sonrisa se borró y la sustituyó por una mueca de preocupación -¿Porqué tardaste tanto?- Beca solo se encogió de hombros. No estaba de humor para recordar todo lo que le había sucedido.
Christopher carraspeó la garganta y Beca y Alice voltearon a verlo al mismo tiempo.
-Fue un placer traerte canguro- le dijo Christopher -Amo las reuniones familiares y todo eso pero tengo que irme- Alice clavó los ojos en Christopher, lo examinó muy evidentemente. Alice siempre había sido muy coqueta, estaba en sus genes. Era muy guapa y ella lo sabia. Cabello rubio dorado, ojos celestes, alta y bronceada. Prácticamente la mitad de la universidad quería acostarse con ella.
-Soy Alice- la sonrisa que se dibujó en sus labios hizo que Beca contuviera las ganas de poner los ojos en blanco. Conocía muy bien a Alice y sabía cuando tenía los ojos fijados en su próxima presa. El la examinó rápidamente.
-Christopher- le dijo haciendo una reverencia a lo que Alice contesto con una sonrisa.
-Deberías quedarte. Ya está anocheciendo y es peligroso- cambió su semblante a uno exageradamente preocupado.
-Se cuidarme solo- contestó con seriedad.
-Deberías escucharla- Christopher miró a Beca por unos segundos reflexionando.
-De acuerdo- Beca se sorprendió, no pensó que el fuera a acceder tan fácilmente.
-Puedes dormir en mi cuarto- Christopher alzó las cejas hacia Alice y esta se puso completamente roja -Quiero decir que yo dormiré con Beca- se apresuró a decir. Beca se mordió el labio inferior tratando de estrangular su risa y le pareció que Christopher hacía lo mismo.
-De acuerdo. Solo necesito traer mis cosas de la camioneta- se encaminó hacia la salida.
-Aguarda- Christopher volteó solo su cara, mostrando su esculpido perfil -¿Podrías traer mi maleta?- preguntó Beca. Le daba bastante asco tener que pasar por el pasillo. Sin contar que se sentía físicamente exhausta.
-De capitán a esclavo- le dijo fingiendo un suspiro.
Beca puso los ojos en blanco y cerró la puerta detrás de el.
-¡Va a pensar que soy una loca!- dijo Alice lamentándose a lo que Beca no contuvo las carcajadas -¡No es gracioso Beca! ¿Donde lo conociste?- le preguntó con el ceño fruncido.
-Es bastante divertido en realidad- Alice estrelló su puño en el hombro de Beca sin piedad.
-Ouch- sobó su brazo y le lanzó una mirada de odio a Alice -Me salvó de morir ahogada- Alice palideció de pies a cabeza.
-¡¿Que!?- Beca se encogió ante los gritos de Alice.
-Tuve que saltar de un maldito puente, porque traía a una bola de esos imbéciles en mi trasero- le dijo en un suspiro.
-Sabía que debía haber ido contigo- se lamentó aguando los ojos.
-No seas melodramática- le dijo palmeándole la frente -Probablemente hubieras muerto-
Alice abrió la boca para decir algo pero Christopher las interrumpió haciéndose presente.
Estaba embarrado de sangre oscura y espesa por todos lados. Tenía el cabello desordenado y los ojos desorbitados.
A Beca le dio un vuelco el corazón. Sintió a Alice tensarse a su lado y por un segundo pensó lo peor.
-Definitivamente necesito un baño- las dos se relajaron al ver su cara de asco.
-Hueles horrible- le dijo Beca tapándose la nariz con los dedos y haciendo abanico con la otra mano.
-¿Quieres un abrazo?- esbozó una sonrisa en su rostro y abrió sus brazos a los costados acercándose un poco.
-Atrás apestoso- subió las manos a la altura de su pecho en posición defensiva.
Christopher soltó una risa estrangulada y metió las cosas al departamento.
-Tengo por aquí algunas cosas de mi ex. Creo que te quedarán- Alice se dirigió a su cuarto y saco unos jeans y una camiseta manga larga blanca -La ducha esta aquí- los dos siguieron a Alice hasta su habitación. Abrió la puerta del baño y le dejó la ropa en la cama -Las toallas están aquí- señaló el cajón debajo del tocador.
Christopher asintió.
-Gracias-
-Estaremos al lado si necesitas algo- se ofreció Alice y Beca se retiró con ella en su retaguardia.
-Creo que yo también necesito una ducha- le dijo a Alice cerrando la puerta de su habitación. Alzó el brazo y olisqueó.
-Siempre tan fina Rebeca- Alice rodó los ojos.
Una vez dentro de la bañera Beca relajo todos sus músculos y se dejo llevar dejando todas sus penas en el agua caliente.
La imagen de su padre cruzó por su cabeza encogiéndole el corazón con aflicción. Se preguntó que estaría haciendo y si se acordaría de ella.
Dejó a la deriva su mente, se acordó de sus compañeros, de sus amigos, incluso sus maestros, recordó el primer día que el virus se había hecho presente en la cuidad de Nueva York. Cerró los ojos deseando que esas imágenes se fueran lejos, trató de enterrarlas bajo tierra, pero le fue imposible. Sangre, sangre y más sangre se hizo presente en sus recuerdos.
Abrió sus ojos violentamente y un grito sordo de escapo de su garganta al ver el agua sustituida por sangre. Pestañeó varias veces y el agua volvió a ser transparente con un toque de espuma.
Sentía el corazón desbocado, incluso pensó que se le saldría por la boca.
Le repugnó estar en el agua un segundo más, así que tomó la toalla y se colocó su pijama, cuando salió del baño encontró a Alice perdida en su quinto sueño, la boca entreabierta, casi escurriendo baba.
Beca rodó los ojos y contuvo el impulso de echarse a reír.
Le tendió una manta encima y se acostó a su lado, se relajó, despejó su mente y se dejó llevar por el cansancio.

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