Creo que ya dije una vez que en situaciones de peligro la mente deja de controlar las acciones del cuerpo.
No me refiero a ello de forma literal, pues eso no tendría ningún sentido. Pero dejando de lado el lado científico y abstrayendonos un poco, creo que algunos a parte de mí lo han sentido alguna vez. Ese momento en el que el cerebro se desconecta por unos segundos que parecen horas y deja que puros e instantáneos reflejos lo dominen. Porque su cerebro no alcanza a procesar con la necesaria rapidez lo que el cuerpo siente. Viéndose ajeno a los sucesos a su alrededor, como si ni siquiera fueras tú el que está realizando dichas acciones, sino alguien más. Alguien a quien puedes ver desde arriba, a través de un ojo imaginario, que te juzga con una paciencia y una calma de las que careces.
Creo que nunca le había tenido tanto pavor a la sangre como en ese momento en el que estaba saliendo del cuerpo del Harry, que estaba tirado en el piso, murmurando palabras que no entendía del todo por más que lo intentara.
Brotaba de su cuerpo a una velocidad alarmante, manchando el blanco piso, las alfombras, sus ropas y hasta los lentes que cubrían las canicas azules que tenía por ojos.
Buscaba la herida con una impaciencia desmedida, palpando cada parte de su torso para asegurarme de que la herida no había tocado aquella zona tan letal.
Era increíble cómo una persona tan impasible como yo perdía los estribos totalmente cuando un ser querido resultaba ser víctima de un mal de terribles consecuencias. En este caso, un preciado amigo.
Comenzaba a ver borroso a mi alrededor y estaba más que segura de que no era por el enorme charco de sangre que se extendía en frente mío, sino por lo que eso significaba.
Luego del impacto de la bala contra su cuerpo el pánico fue una de las sensaciones que más rápido se apoderó de mí. No paraba de repetir su nombre y ese hecho me tenía realmente aturdida, porque era lo único que podía escuchar a parte de sus susurros y sus quejas ante el dolor punzante que le invadía a causa de su reciente disparo, del cual aún no hallaba locación.
El ojo que lo veía todo desde otra perspectiva, sí que estaba pensando con más calma, pero no menos alterado. Estaba pensando en las consecuencias de aquel disparo. De lo que podría ocurrirle a mi preciado amigo: Harry Aldrich, quien había hecho que mi vida universitaria fuera muy diferente a lo que pensaba que sería.
Cuando llegué a la Academia Policial había pasado por la experiencia más traumática de mi vida, que por un tiempo, hizo que mi comunicación social, que ya era escasa y poco elaborada, se redujera aún más, por lo que más de la mitad de los estudiantes no tenían la mejor opinión sobre mí y por ello no tenía nada parecido a un amigo o tan siquiera un conocido en la escuela.
Que él haya hablado conmigo ese día ignorando todos los estúpidos rumores que se habían encargado de esparcir los alumnos de mi curso sobre mí y sobre lo que me había ocurrido hacía solo unos meses, era un hecho que no hizo más que sorprenderme...aunque viéndolo en retrospectiva, es algo típico de Harry no dejarse llevar por las apariencias y decidir siempre confiar antes de juzgar...todo lo contrario a mí.
Después del mediodía acostumbraba a pasar el rato detrás del gimnasio, pues era el único lugar en todo el recinto en el que podía estar completamente sola para hacer mis tareas y leer un poco. En ocasiones solo llenarme de la soledad que acompañaba a ese lugar casi remoto y respirar un poco de aire fresco mientras pensaba en todo y en nada al mismo tiempo.
Cuando llegué aquel día, hastiada de la jornada estudiantil, lo primero que debía haber llegado a mis ojos era el solitario espacio del quiso contra la pared del gimnasio, rodeado de hierba del campo de fútbol que terminada justo en la cerca que dividía aquel lugar con el perímetro de casas e instituciones de detrás de la Academia.
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Los desaparecidos de Lakeground
Mystère / ThrillerTodo comenzó el 18 de mayo...una fecha nada esperada para que ocurriera algo tan terrible... La gente no aspiraba a mucho en aquel pueblo. Aquí pocas eran las cosas que cambiaban o destacaban, solo era un pequeño pueblo en el medio de la nada donde...