Capítulo 11: Se terminó mi bebida Eunha.

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El crepúsculo se hacía presente. El cielo estaba exuberante en tonos rojos y purpura. Sowon estaba recostada a la puerta del dormitorio de Eunha. Esperaba a que la chica se alistara para compartir la noche con fogata y bebidas. Ella miraba las nubes blancas y suaves, yéndose lentamente con el viento, contrarrestando con los colores majestuosos sobre ellas.

Pero la única cosa que realmente veía, era un amontonado de cabello negro húmedo, bajando por la espalda hasta la curva de un hermoso trasero. Una cintura fina, vientre liso y suave. Veía labios entreabiertos elevados junto a la cabeza, un cuello expuesto y pechos pequeños y redondos, con senos rosados y tentadores, que ella deseaba saborear.

Sowon sacudió la cabeza para sacar esos pensamientos, como si estuviera mal pensar en Eunha de esa forma. Ella repasaba en su memoria cada pequeño minuto en que admiró a Eunha en cámara lenta. Y cada vez que se acordaba, una pequeña sonrisa se formaba en sus labios, aunque ella no sabía explicar el por qué.

Ya había admirado a tipos antes, estaba con algunos, incluso. Pero no fue como lo fue con Eunha. Cuando la besó, fue como si hubiese explotado por dentro. Su mente y su corazón comenzaban a trabajar de una forma rápida y constante, confundiéndola. Cuando la vio desnuda, la deseo más que todo. Dios, la chica era hermosa, y ahora, cada vez que estaba cerca, erizaba su piel.

Eunha abrió la puerta sacándola de sus pensamientos. Vestía un short y una sudadera, en sus pies un par de converse.

—¿Nos vamos? —preguntó Sowon alejándose de la pared.

Eunha volvió su mirada hacia ella y le sonrió, una sonrisa tan feliz e inocente, que los labios de Sowon reflejaron la acción.

—Vamos —respondió la menor, levantando el brazo y ofreciéndolo en dirección a Sowon.

La mayor lo tomó y la dirigió hacia afuera del pequeño balcón. Caminaron por el pasto y se detuvieron cerca del lago, en donde había varias tiendas de campaña, personas acostadas en cobertores o al lado de sus sacos de dormir. Eunha usaba su bastón. Caminar en terrenos así era imprevisible, y con el caer de la noche, temía que Sowon no viera algún obstáculo.

—Eunha, Sowon —saludó Hoseok animado, tocando los hombros de cada una desde atrás.

Eunha esquivó su toque y le hizo un gesto. El chico se fue hacia el lado de Sowon.

—Hola —respondió la mayor, aun siguiendo su camino.

—Tu cabello está hermoso, Sowon —elogió él, tomando una mecha y acariciándolo.

—Gracias.

Eunha rodó los ojos y se sujetó aún más a Sowon.

—¿Y entonces? ¿Están animadas?

—Tengo un poco de sueño —se quejó Eunha.

—Ah, detente. Hoy veremos el amanecer —dijo él con alegría.

Los hombros de Eunha cayeron en desánimo.

—Tú verás el amanecer, Hoseok. Yo no voy a ver nada —dijo ella.

El chico hizo una mueca.

—Lo siento, Eunha. No quise decir eso.

—¿No dijiste que ibas a beber hoy, Bunny? —preguntó Sowon, intentando desviar la metida de pata.

—Eso fue temprano, ahora tengo pereza.

—Oh no... —protestó Sowon, deteniéndose y sentando a Eunha en un cobertor cerca de una de las fogatas— hoy vamos a tomar —completó ella convencida.

Eunha dobló su bastón y lo colocó a su lado. Después frotó sus ojos.

—¿Jungkook está por ahí? —preguntó ella.

A través de ti (Wonha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora