jengibre

uno

La primera indicación de Severus de que algo andaba mal llegó unas seis semanas después de lo que había estado llamando "El Incidente del Jengibre" en su mente.

La quinta mañana consecutiva que pasó acurrucado en el frío suelo de piedra de su retrete, con la mejilla presionada contra la fría porcelana del retrete, se dio cuenta de que no solo estaba lidiando con un poco de gripe. Temiendo una enfermedad insidiosa (viruela del dragón, o tal vez algo peor), logró vestirse y arrastrarse escaleras arriba hasta la enfermería.

Poppy lo sentó y, después de interrogarlo sobre sus síntomas, lanzó algunos hechizos de diagnóstico preliminares.

Él lo tomó como una mala señal cuando ella dejó caer su varita y se dobló en una risa alegre.

"¡¿Qué?! ¡Estoy increíblemente enferma aquí, mujer! ¿Qué podría ser tan divertido? "

Poppy se secó los ojos con el delantal, sin dejar de reír. "Dime, Severus - ¿has tenido relaciones sexuales sin protección últimamente?"

Se enderezó y se sacudió la pelusa imaginaria de su túnica. "¿Y si lo he hecho?"

—Bueno, es asunto tuyo, pero te las has arreglado para hacer las cosas bien. Estas embarazado."

"Maldita sea", murmuró.

"Sí, Severus," dijo amablemente Poppy, "así es como llegaste de esta manera. Iré a buscarte algunas pociones prenatales, sospecho que no estás preparado en este momento ".

Mientras se apresuraba a entrar en su oficina, Severus se reclinó en la silla. Tenía que haber sido el incidente del jengibre. Debería haberlo sabido mejor antes de dejar que Fred y George lo emborracharan extremadamente. Su debilidad secreta por el cabello pelirrojo se amplificaba más cuanto más borracho se volvía. No recordaba quién había dado el primer paso, pero todo el mundo había estado, bueno, en todas partes.

Estaba preñado con el engendro de un Weasley, y no sabía cuál.

Problema ni siquiera empezó a resumirlo.