Un frágil rayo de sol se coló por mi ventana y acariciaba mi rostro, mis ojos se abrieron contemplando así la luz del alba. El día estaba poco nublado, un hermoso cielo color azul y unos prados verdes hacían de la tierra un paisaje digno de mención. Pero tal belleza no pudo levantar mi ánimo, una preocupación me invadía.
Rápidamente, me calcé y salí al exterior. Muchos se acercaron con las nuevas del día, hice oídos sordos a tales nuevas, pues mi mente sólo tenía un único objetivo, era tan fuerte y poderosa la necesidad que no era capaz de atender ningún otro asunto. Recorrí las tierras bajo nuestra protección intentando encontrar sin éxito lo que buscaba. Me conformaba con poco, una débil señal, un ápice, mi interior albergaba un cambio repentino.
Serán días duros para mí, me lo advirtieron Mago y Lilo, un General Cristiano hasta la fecha, poderoso e insensible, que tendría que camuflarse en terreno Pagano
No tendría por qué salir nada mal, siempre que no topara con alguna facción pagana-sarracena.
Tendría que hace de intermediario entre la patrulla y la mansión, ellos no podían acercarse hasta el mando si no querían arruinar su tapadera de años.
Y el motivo principal por el que le sudaban las manos, era por volver a verla. No sabía si después de esos años, volvería a tener mariposas en el estómago, aunque él no lo definiría así, si no más como un tirón en el bajo vientre que terminaba en una pronunciada erección.
Estaba así seguro de que era un tontería pero le molestaba porque en aquel entonces era un joven hormonado y no podía controlarse.
Ahora era todo un guerrero celta, curtido en mil escaramuzas, mano derecha de los líderes, con una altura considerable, una musculatura ganada a base de ejercicio y batallas y una imagen propia que se basaba en afeitarse la cabeza y dejarse barba.
No echaba de menos su cabellera castaña, que hacía juego con sus ojos avellana, mientras que su piel estaba bronceada por estar siempre al aire libre.
La mañana avanzaba cuando un emisario me comento que se topó con un grupo de personas de aspecto pagano con una carreta de herrero dos hombres y una mujer. El simple hecho de saber de ella ya fue motivo de alegría en lo más profundo de mí, y mi estómago se revolvió, tendría que convivir con dicha angustia hasta verla de cerca, quizás solo fuera la expectativa.
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LOS GIROS DEL DESTINO
RomansaSera cierto eso de que el roce hace el cariño? Sera cierto eso de que del odio al amor hay un paso?