Capítulo II. ¿Vivir O Morir?

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—Se puede saber a donde me lleva.— Exigí saber al ver que habíamos llegado a una parte de la tienda demasiado apartada de la gente. Me ponía nerviosa que me obligasen a ir a un lugar desconocido, para no mencionar la mala espina que me daba todo esto.

—Verás, hace unas semanas le hemos instalado a la tienda una nueva parte que sirve para descansar y tu pareces necesitarlo.— Explicó con voz sosa el hombre, soltándome por fin de su agarre. Le observé confundida, no logré entender una frase tan clara y por muy normal que sonase, me costaba de creer que esta clase de tiendas tuviesen algo así. Venía a esta tienda desde mis dieciocho y lo único que hicieron fue ampliarla, cambiar el estilo del logo y modernizar su interior... Era una tontería que incluyesen en ella una sala para descansar y mucho más que estuviese tan apartada de la parte principal de la tienda. Habrían hecho mejor poniendo butacas en el mismo PlayGames.

El chico de pelo castaño abrió sin previo aviso la puerta que teníamos delante. Con un gesto me indicó que podía pasar como primera y con una sonrisa quiso quitarme cualquier duda y temor. Una parte de mi me susurraba a gritos que no entrase en la habitación, que en realidad podría suceder algo muy malo. ¿Y sí era un violador? ¿Existía la opción de que se hiciese pasar por uno de los dependientes?

En estas ocasiones solía entrar en pánico demasiado rápido, ya que esas cosas en las ciudades grandes  están muy vistas. No sería ni la primera, ni la última a la que le pasase... Pero mi otra parte me exigía que cogiese algo de valor y entrase sin miedo alguno en la habitación. Volví a mirar al hombre, dándome cuenta de que empezó a notarse en el la impaciencia, pues no me había movido  ni lo más mínimo del sitio. 

—Sí piensas que voy a entrar contigo, estás equivocada. Tengo trabajo que hacer delante y por si no te has dado cuenta, me estas retrasando.— Gruñó mostrando molestia. Sentí como mis mejillas empezaron a coger calor y estaba segura de que también color. Me moría de vergüenza en esos instantes, todos mis temores se esfumaron, y yo me sentí como una idiota por pensar en algo así. El rostro molesto del hombre desapareció, dejando aparecer una sonrisa divertida. Crucé los brazos para mostrar que me había ofendido con esa reacción suya, pero al parecer le daba igual. Dejé escapar un suspiro y en mi pequeño ataque de enfado interior entre en la puerta y la cerré de un portazo para evitar que entrase conmigo.

En la habitación nueva habían sillones que parecían ser bastante cómodos. El color de estos combinaba con el color celeste de las paredes. Estas estaban decoradas con posters de juegos, los que se llevaron toda mi atención.

—Aquí alguien no tiene gusto.— Comenté en voz alta al no encontrar una imagen de la trilogía World Of.

—¿Gusto? Yo pienso que el mío es muy bueno.— Reaccionó de la nada una voz masculina detrás de mi. Di un salto y sentí como un escalofrío recorrió mi cuerpo. Tragué saliva y empecé a pensar lo peor... Juraría que hace unos segundos estaba en la habitación completamente sola. Mis ojos velozmente recorrieron las tres paredes y se fijaron en una puerta negra en el rincón derecho. Me regañé a mi misma por no tener más cuidado y entrar en un lugar desconocido por un simple enfado.

—No me haga daño, por favor.— Supliqué intentando mantener mi voz firme sin temblores, pero por desgracia en vano.

—¿Daño? ¿Por quién me tomas? Sí quisiera hacerte daño, no enviaría a uno de mis empleados a por ti, ya que pasaría a ser testigo.— Soltó una sonora risa al principio, antes de decir nada. Después hizo unos pasos, quedándose en frente de mi. Era un hombre de cabello castaño oscuro con algunas partes claras. Sus ojos oscuros y fríos se  clavaron en los  míos, haciéndome sentir mas temor. Y sinceramente, su respuesta no me dejó tranquila, ya que se comportaba como si me estuviese esperando.

Juego Mortal © (Libro 1)  /Editando/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora