Capítulo III. JT.

13.8K 920 137
                                    

Sí pierdes, mueres. Sí pierdes mueres. Sí pierdes, MUERES.

Esas palabras no dejaban de resonar en mi cabeza. Sentí un pequeño mareo al oírlas tan seguidamente y noté como de nuevo un escalofrío recorrió mi cuerpo. El hombre seguía sonriendo, como si todo esto fuese normal. Deseaba tanto que fuese una broma, que ahora saliese de algún sitio alguien con una cámara y dijese algo como: Te hemos pillado, estás en un programa de cámara oculta.

Juro que me partiría de risa y saldría de ahí como una bala, pero al parecer, nada de eso iba a pasar. Esperaba en vano,  mientras observaba mi alrededor, como si me hubiese perdido en un mundo totalmente nuevo, desconocido y sobretodo peligroso. No pude evitar dejar salir un suspiro de mi boca. Tenía el juego en la mano derecha, no aguantaba mirarlo, me hacía daño mirar una caja con un estúpido disco dentro, lentamente bajé la mirada y sentí como los ojos empezaron a arder.

—Vamos, si no es nada. No creas que llorando vas a darme pena.— Rompió el silencio el hombre, sustituyendo la sonrisa de su rostro, por una .

—¡¿No es nada?! Usted está loco. ¡¿Qué demonios saca con esto?!— Levanté la voz. Quise contenerme, pero sus palabras me lo impidieron.

—No eres la única a la que le pasa esto, hay más. ¿Qué saco? Un buen tiempo de diversión. Fue difícil desarrollar esto, y ahora, sería una pena no sacarle provecho. Aparte de que este juego no es nada popular entre la gente de vuestra edad, apenas se compra, apenas se juega. ¿Y ahora? Será jugado por trece personas de cada provincia y no sólo de aquí, sino del mundo entero. Seréis divididos por países y mezclados con jugadores normales.— comenzó a explicar con seriedad, mientras rodeó las mesas e hizo unos pasos hacia mi.

—¿Más? ¿Y nuestras vidas?— Al ver que no iba a darme una respuesta a mis preguntas, seguí hablando yo, aunque esta vez con la voz más potente que antes. —¡¿Lo haces TODO por dinero?! ¡¿Por querer ver tú nombre en algún sitio?! ¡Si no lo juegan es porque es malo! ¡Nosotros somos personas!  No te das cuenta a cuantas personas pones en peligro, a cuantas personas le vas a quitar la vida. — Dejé que la rabia y parte de la furia que sentía por lo que decía se apoderase de mi. Sus ojos oscuros, pero fríos me analizaron con cierta diversión. La expresión de su rostro no mostraba ninguna emoción, simplemente me observaba. Volvió a dar unos pasos hacia mi, pasos firmes, pasos que cortaron la distancia que nos separaba. De manera automática quise retroceder, pero el empezó a juguetear con el mando, dándome así una indirecta. Negué con la cabeza y llevé una de mis manos a la parte de mi corazón con miedo de que sintiese de nuevo el dolor.

Calmate, contente, no merece la pena arriesgar así la vida.

Me quedé inmóvil en el mismo sitio, soportando que cada vez estaba algo más cerca de mi. Me incomodaba demasiado su cercanía, era desagradable y todo era demasiado forzado. Por una parte tenía la necesidad de cerrar los ojos, pero por otra quería saber que pasaría ahora.

—Usa esa rabia que sientes para acabar el juego. Puedes pensar lo que quieras, yo lo hago por diversión, pero admito que si lo miro por la parte financiera... Saldrá una gran suma porque lo juguéis, por desgracia habrá que dividirla entre los creadores del juego. Lo que quiero decir, es que ese dinero tampoco merece ser ignorada, pero yo mayormente, quiero divertirme un poco como observador.— Sonrió y no le resultó problemático buscar mi mirada, mis ojos se cristalizaron, pero aún así no soltaron ni una sola lágrima.

—Eres un cabrón sin sentimientos.— Solté de la nada, dejándole sorprendido. En sus ojos aparecieron pequeňas chispas, aunque le hubiese insultado, no dijo nada, solamente se quedó mirándome, hundiéndose en mis ojos, hasta que se vió obligado a apartarse de mi. 

Juego Mortal © (Libro 1)  /Editando/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora