PARTE I

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- ¡Feliz cumpleaños, Kazutora!

El olor del humo al apagar velas y el sonido de aplausos invadieron la casa, con el regocijo típico de una fiesta. Una serie de adornos puestos en el comedor lo hacían ver más alegre que de costumbre, aunque nunca fue un espacio frío, a decir verdad. Unos globos con el número veintiocho, serpentinas y unos stickers de tigres adorables en las paredes, le recordaban que no era tan viejo como creía que era, y que aún podía disfrutar de un pastel y una fiesta infantil sin ninguna vergüenza.

Chifuyu y Baji habían estado cantando y haciendo de la fiesta un verdadero carnaval (aunque los únicos asistentes eran ellos tres) y ahora esperaban a que el cumpleañero cortara el pastel y les sirviera. Lo bueno de los cumpleaños poco concurridos era que las porciones de comida eran más grandes, aunque a Baji le hubiera gustado una fiesta con todos sus amigos, pero bueno, la adultez era así: cuando un podía ir, el otro tenía que trabajar, otro estaba en una ciudad diferente y el último con hijos pequeños viendo imposible salir.

Para ellos no era tan difícil, simplemente se tomaban el día libre sin abrir la tienda y ya. Por Kazutora harían cualquier cosa, la verdad.

Para el celebrado no estaba mal un cumpleaños con sólo dos personas. Eran las más importantes, así que no se quejaría. Probablemente vería a Mikey a fin de año, cuando volviera de Manila, y harían una gran fiesta, a la que obviamente también iría Takemichi. Seguro que el fin de semana se juntaría con Draken, Inui, Mitsuya y Hakkai para ir por una cerveza, y le harían regalos más significativos que caros. Pah-chin, por su parte, sí era de regalos caros, pero había conseguido una vida tan cómoda que de seguro para él no era ninguna cosa.

Kazutora lo agradecía todo, pero principalmente, daba gracias por el tiempo.

Chifuyu y Keisuke... ellos no podían faltar. Aunque no le regalaran nada, sólo su presencia era todo lo que estaba bien. Baji solía bromear con regalarle todo su cariño y sinceridad llegando con las manos vacías, pero al final del día siempre terminaba dándole algo especial: una joya que representara algo importante, un accesorio con el que lo recordara, y siempre, siempre una carta. No hablaba demasiado de sus sentimientos, salvo cuando estos eran explosivos, pero cuando escribía, vaya que derramaba por completo sus emociones y pensamientos. Y Chifuyu... bueno, con que el muchacho lo soportara ya Kazutora lo agradecía. Aunque, sabía bien que Chifuyu lo amaba, pero cada mañana despertando a su lado le parecía un evento increíble del destino.

Dios, si se odiaban en un principio. En realidad, Tora lo odiaba por celos, Chifuyu simplemente reaccionaba a ese rechazo como cualquier persona lo haría. Le había pedido perdón muchas veces, y Chifuyu a él también, hasta acordar que era ridículo seguir pidiéndose disculpas si ya vivían juntos y eran felices, y el pasado estaba pisado.

Chifuyu solía hacerle regalos bonitos y prácticos. Siempre sabía exactamente qué era lo que a Kazutora le hacía falta: un traje y zapatos de vestir, una laptop nueva, en otra ocasión un reloj elegante, y así, sus regalos eran tipo sugar daddy y a Tora le daba risa que siendo el menor de los tres, les retribuyera el cariño con obsequios para baby.

En general, Tora conoció lo que era una celebración de su cumpleaños ya bastante grande. No recordaba mucho antes de los cuatro años, y cuando ya tuvo memoria, no hubo fiestas de natalicio en su vida hasta cuando tuvo diecisiete. En la correccional, en sus catorce y quince, le dieron un pedazo de pastel y los niños le cantaban sin saber su nombre, así que esas veces no contaban (¿de qué clase de fiesta estamos hablando cuando el cumpleañero está encerrado?).

A sus veintiocho, había celebrado ya doce cumpleaños junto a sus novios, y con todo el amor que había recibido, bastaba para cubrir hasta cincuenta años en adelante y todos los que no tuvo hacia atrás.

Like the first time feeling {BajiFuyuTora}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora