Prólogo

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Tengo una única finalidad, huir y esconderme de mis hermanos para ganar el juego. Corro apresuradamente entre las cabañas para llegar al establo y esconderme ahí, por el camino se escuchan los crujidos de las hojas secas que hay en el suelo, cada vez estoy más y más cerca de llegar, ya solo me queda cruzar un pequeño puente para llegar al establo.
Las vacas están sueltas durmiendo sobre el pasto y encima, sobre el tejado del establo está el gallo durmiendo plácidamente, me adentro en la inmensa oscuridad del establo y esquivando los materiales de cuidado de caballos que hay en el suelo y colgados en las paredes consigo esconderme en una esquina, estoy segurísimo de que hoy por fin voy a ganar el juego, pero empiezo a escuchar pasos fuera, pasos muy pesados, me resulta extraño ya que  juraría que nadie me vio entrar pero seguro que los crujidos de las hojas me delataron y cualquiera de mis hermanos pudieron seguirme la pista, me mantengo quieto, con las rodillas presionadas sobre mi pecho y mis piernas sujetadas por mis brazos, meto la cabeza entre mis piernas y aguanto la respiración pero los pasos cada vez son más y más cercanos, levanto la mirada y veo sobre mi una enorme sombra negra que acerca sus grandes brazos más y más hasta que introduce su mano en mi pecho y me deja sin aire.

Me ha atrapado, fin del juego.

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Tengo en la mano bien guardadas las 6 monedas de plata que me ha dado mi madre para comprar el tapiz, el otoño es mi época favorita del año ya que me encantan los mercados de esta estación, con los abrigos grandes, las mantas, los alimentos para la celebración de la cosecha, las pieles... Mi madre no me ha podido acompañar al mercado ya que se ha tenido que quedar cuidando de mi padre que está herido por un enfrentamiento que tuvo con un troll cuando salió de caza con su grupo.
Me adentro en las calles camino al mercado, me espera una hora de camino ya que el mercado está bastante retirado de mi casa, las calles están levemente iluminadas por las luces que salen por las ventanas de las casas y las hogueras que hay en la calle para celebrar la caza de los trolls, algunos de los cazadores cantan victoriosos en las calles mientras que beben vino y comen carne de troll y otros como mi padre están heridos en la cama. No se escucha otra cosa en la calle que el himno oficial de los cazadores que los duendes están tocando con sus instrumentos, las calles radian felicidad.

Giro y me adentro en el Callejón Addon, un oscuro callejón habitado por viejas brujas, la calle está impregnada de una especie de aceite que desprende un olor asqueroso, en las esquinas de la calle hay ratas muertas y sobre las repisas de las ventanas hay gatos, intento andar todo lo rápido que puedo ya que mamá siempre me advierte sobre los peligros de esta calle, estoy llegando al final de la calle pero cuando estoy a punto de pisar el último peldaño de la acera una sombra grande se topa contra mí y me eleva absorbiendo cada parte de mi alma, tenía claro que ese era mi final, las 6 monedas de plata se caen al suelo junto con mi cuerpo, lo siento mamá esta vez no he podido hacer el recado.

Esa sombra no era una bruja, ni tampoco un troll, era algo más perverso.

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Es por la mañana, entra una sutil luz por la ventana, las ventanas están impregnadas de escarcha, mi padre está mañana comenzaba su ruta hacia los lagos del norte, allí es donde habitan la mayor población de sirenas del reino, los pescadores se tienen que acercar hacia ellas con cuidado y llevar mucha equipación ya que el canto de una sirena puede hacer que cientos de hombres pierdan la cordura, por lo  la tienen que atrapar sutilmente entre todos y conseguir un trozo de su cabello para llevárselo a Annebris, la reina, todos los seres mágicos del reino debemos de trabajar para ella, para que ella a cambio con sus poderes nos otorgue la seguridad necesaria para evitar que los humanos nos ataquen, todos los seres mágicos tenemos un trabajo asignado dentro del reino para asegurar la cordialidad dentro del reino.
Esa mañana tenía algo raro, parecía que escuchaba sollozos fuera de mi habitación, me asome al pasillo y se escuchaban ruidos dentro de la habitación de mis padres, entre a la habitación y me encontré la ventana abierta con la cortina moviendose por el aire, mi madre miro hacia atrás, tenía los ojos rojos y unas lágrimas que le llegaban hasta la comisura de los labios, me acerque y entre medias de mis padres pude ver la cuna de mi hermano vacía, con una gran mancha negra, algo se había llevado a mí hermano mientras que mis padres dormían, a mí pobre hermano de tan solo 8 meses de edad.

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Muchas gracias por empezar a leer mi historia, me hace muy feliz que hayas llegado hasta aquí, espero que te haya gustado mucho esta parte. Un beso muy grande.

MarmaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora