Love Me... ¡Please!

2

—¿Jugamos al futbolito? —todas las miradas se posan en Jimin cuando habla.

Habíamos echo una cita doble, con Namjoon y Jin, y estábamos en un restaurante de comida rápida charlando de cosas triviales mientras pasábamos lo que restaba del viernes.

Niego.

—Yo paso.

—Hyung, ¿por qué no? —pucherea apretando un poco mi brazo con una de sus manos.

—Es aburrido.

—Tú eres el aburrido —se aparta y cruza los brazos.

—Yo sí quiero jugar —Jin levanta una mano —¿Nam?

Él niega.

—Vayan ustedes.

—Bien, vamos Jimin.

—¡Sí!

Ambos chicos se levantan dejándonos a mi y a Nam solos.

—¿Y piensas que es un buen plan?

Miro al moreno. Ni siquiera tengo que preguntar de qué habla porque sabía perfectamente a lo que se refería. Niego.

—Claro que no —doy un trago a mi bebida —, es una idea tan idiota que ni siquiera sé cómo se le pudo haber ocurrido —miro la marca del vaso en mi mano para no verlo.

—¿Entonces por qué aceptaste? —esta vez lo miro, curvea una ceja.

—Porque me estaba fastidiando, quería acabar con eso y aceptar fue mi única opción.

—Opción que terminará hiriendo a Jimin ¿pensaste en eso?

Asiento mordiendo mi labio.

—Sí. Y se lo dije.

—¿Y aún así quiso seguir con eso?

“Aunque no logre que me ames, seré feliz de haber sido tu novio”

—Se veía muy convencido —encojo un hombro.

—Bueno, a mi parecer es una idiotez, pero debo admitir que Jimin se ve feliz —ambos miramos a los chicos que juegan al futbolito a no más de cinco metros de nosotros, sonriendo, jugando animadamente.

Namjoon tenía razón, desde que habíamos empezado con esto Jimin se veía más energético, más animado.

Y eso era lo que me preocupaba, Jimin era una persona sumamente sentimental, era tierno y dulce, me mataba saber que, si esto no funcionaba, toda esa luz que irradiaba se podría apagar.

Odiaba tener que ser yo uno de los motivos.

Aprieto los labios observando al rubio; debía admitir que era lindo, tenía cierto encanto, y no era para menos, era considerado de los chicos más deseados y atractivos del plantel, pero sentía que lo nuestro era más amistad que eso a lo que él llamaba amor.

Doy un brinco en mi lugar cuando se da cuenta de que lo estoy viendo, y me sonríe saludandome desde lejos, después besa su palma y sopla contra ella simulando que me manda un beso, yo hago una mueca y atrapo su falso beso en mi mano, él hace un puchero y yo hago la acción de guardarlo en mi bolsillo dando unas leves palmaditas indicándole que es para después, el ríe y sigue jugando.

Sonrío de lado.

Quería a Jimin. Lo quería demasiado.

Pero no lo amaba.

Y lo malo era que no estaba seguro si podría seguir intentando evadirlo.

[…]

—¿Salimos mañana? —ya era tarde y Namjoon se había ofrecido a traernos a casa, claro que yo había decidido que llegar a casa de Jimin era mejor, pues si yo había sido quien lo había invitado era mi obligación hacerlo llegar seguro, así que aquí estábamos.