P O M B E R O.

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El Pombero, también conocido como "Pomberito" es una especie de duende o espíritu de la cultura guaraní. Este mito es propio del acervo cultural de [Paraguay]], región del litoral de Argentina, sur de Brasil y noreste de Uruguay. Puede tener pelo blanco o negro.

Tiene el aspecto de un viejo feo, alto, flaco y muy peludo, aunque algunos aseguran que es petiso y gordo.
El Pombero puede ser travieso, malvado y hasta amigo del hombre, según cómo se lo trate. Se dice que, para ganarse su amistad, hay que dejarle ofrendas por la noche como tabaco, miel o caña. Entonces, se le puede pedir que cuide los cultivos y los animales y que traiga abundancia, y el Pombero será su amigo, los protegerá y acompañará en sus dificultades. Pero si olvidan la ofrenda que deben mantener por 30 noches seguidas, el Pombero enojado realiza maldades en el hogar y será su enemigo. Estará siempre vigilando y si un cazador o pescador mata más animales de los que consumirá o un leñador corta más madera de la que va a utilizar, se desata la furia del duende y su castigo puede ser muy cruel.

También protege a las aves, puede transformarse en árbol para tenerlas entre sus ramas y se comunica con ellas silbando.
A este duende le gusta cazar niños y se dice que suele raptarlos y chuparles la sangre si los encuentra haciendo travesuras, sobre todo si le están haciendo daño a algún animalito. Por eso, durante la hora de la siesta, los niños que no quieren dormir son advertidos por sus madres de que tienen que quedarse cerca de la casa, porque el Pombero suele rondar a estas horas buscando niños. También le gustan las mujeres y se dice que ha llegado a raptarlas, (Ni puedo nombrar la palabra) y hasta dejarlas embarazadas. Castiga de esta manera a las esposas infieles y a las jóvenes que han crecido sin ser bautizadas. Sin embargo, puede ser un duende sensible y enamorarse de una mujer embarazada de una niña, acompañarla y protegerla.

Es además muy travieso, gusta de abrir puertas y ventanas con violencia, tirar piedras o mover cosas, hacerse invisible sólo para molestar a las personas. Se dice que nunca debe pronunciarse su nombre en voz alta, burlarse de él o silbar durante la noche, porque ésto también lo enfurece y con un solo roce de sus manos peludas puede producir mudez, temblores o confusión.

El primer día de octubre, suele bajar al pueblo con su sombrero de paja y un rebenque para azotar a quiénes no coman en su honor.

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