Cuento 1: Viajero Nocturno

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Yo era solo un murciélago deambulando por calles oscuras, donde la luz era casi nula y era emitida por un foco parpadeante al final de un callejón, había poco ruido y solo se escuchaba el de mis pisadas en el pavimento o más que pisadas el arrastre de mis zapatos en el suelo, yo solo pateaba piedras sin motivo alguno al igual que latas de cervezas medio tomadas a mitad de la vereda, seguramente dejadas por un pobre hombre con el paladar lleno de alcohol. El suelo parecía un cenicero de tantos cigarrillos que había en él, también estaba lleno de vidrios rotos y pedazos de papel enrollados en forma de espiral. Veía casas olvidadas a punto de derrumbarse donde su única dueña es la naturaleza que prevalece en su jardín con enredaderas de costillas de Adán.

Cansado de caminar decidí sentarme en una banca situada en un parque muy cerca de aquella vieja casa, banca llena de rayones y recuerdos tallados con alguna navaja, pase el rato viendo a las hojas moverse y como una pareja de adolescentes se divertía de más en una esquina oscura, las risas prevalecen mientras que su cordura se desvanece. Un anciano con un bastón lleno de rasgones se sentó al lado mío, tenía arrugas hasta el cuello y un sombrero que apenas cubría su cabeza, un saco defecado por pájaros y guantes que apenas cubrían sus nudillos, me habló de lo bello que era todo, de lo bello que es caminar, gozar y vivir. Me pareció peculiar que esas palabras vinieran de dicho anciano. Le comenté que pensaba yo de la vida, que es como una moneda de dos caras que cuando la tiramos siempre cae del mismo lado. Se rió y me dijo que él pensaba lo mismo pero al parecer tiró muchas veces la moneda esperando otro resultado.

Me contó de su antigua esposa, se llamaba Jannet, explicaba con una delicadeza la belleza de sus ojos, comparaba con los platillos más extravagantes el sabor de su boca, comparaba con las nubes la suavidad de sus mejillas y comparaba lo más valioso con el amor de ella. Se quitó el sombrero y sonriendo me dijo "Pensamos tanto en el pasado que dejamos la vida por él hasta que él mismo nos consume y nos volvemos solo un recuerdo en el pasado de alguien más".

Me dijo que ella había fallecido hace mucho y que su único recuerdo de ella era ese sombrero, ese saco, y esos guantes que ella cosió para el mismo. Le pregunté que porqué todo era bello si perdió a alguien a quien amaba tanto y me respondió "Vivo lo que ella no pudo vivir, sonrió por qué ella no me vio sonreír, no sé qué es ser feliz pero a ella le hubiese gustado que me sintiera así, sólo veo al mundo como ella quiso seguirlo viendo". El llegaba cada noche a ese mismo banco con la misma ropa puesta solo para preguntarse "Cuando me fui, pensé en mi o pensé en en ella?" Tomó su bastón y su sombrero, se levantó y caminó lejos del banco, volteo solo para decirme "Nunca olvides que las preguntas son inconclusas al igual que sus respuestas" Se fue y con el viento que rozaba los árboles y la luz que emitían las estrellas.

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