La merienda. (One shot)

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Eran las cuatro de la tarde. Sanji traía puesto su mandil especial para hacer postres y aperitivos. Uno colorido y bastante fresco. Estaba de buen humor. Le gustaba la merienda, pues le parecía una hora divertida para experimentar con la comida.

Ese día hacía mucho calor, y el tema del día era lo tropical. Sanji empezó a preparar una bebidas frías para sus señoritas favoritas. Sus musas Nami y Robin. Para la pelirroja prepararía una bebida gaseosa de mandarina, pondría rodajas de otros cítricos encima y una sombrillita para adornar el vaso. Para Robin haría una similar pero de uva púrpura, y adornaría el sabor con algunas moras azules, sin olvidar el adorno divertido de papel.

Después, haría una bebida más dulce para Chopper, sabía que el pequeño amaba lo dulce. Y pondría unas galletas en un plato. Para Usopp una gelatina de mosaico que compartiría con Franky.

Para más al final picó fruta, realmente Zoro y Brook eran lo menos en su lista de interés. El espadachín prefería beber, pero aún así preparó también algo salado para él. Brook, bueno era Brook.

Pero faltaba alguien en su repertorio y ese era su capitán. Sanji reflexionó un poco.

Hoy su capitán parecía totalmente derrotado por el abominable calor que los asechaba. Y él quería darle una sorpresa. ¿Qué tal una soda con nieve? Eso parecía buena idea.
Satisfecho volvió a ajustarse el mandil y comenzó a trabajar.

Así, después de un rato tenía lista la fabulosa merienda.

Acomodó todo en una bandeja y decidió salir con el resto y darles sus delicias recién hechas. Y cómo buen cocinero que era, dejó lo mejor para el final.

— ¡Oeee! Sanji — gritoneo con fuerza.

— Ya voy, ya voy — dijo mientras se acercaba a dónde estaba sentado su capitán. Se veía contento y se movía constantemente sobre su eje. Estaba ansioso por probar su merienda.

— ¿Qué hay para mí? — preguntó curioso mientras se envolvía al rededor del rubio y analizaba la bebida. Sanji por su parte esperaba que Luffy no lo echara a perder.

— Vamos, prueba — sugirió mientras acercaba la copa de vidrio al pelinegro. Sentía que su corazón se aceleraba, pues en el fondo, él era a quién más buscaba satisfacer con sus habilidades culinarias.

Luffy sin ningún cuidado, agarro la copa, miró el helado que flotaba en la cima y las pequeñas burbujas que emanaban de la soda. Rio bastante divertido, pues se encontraba totalmente fascinado.

Tomó la cuchara y agarró gran porción, pero antes, casi, de meterlo a su boca y por fin saborearlo se percató de la mirada fija de su cocinero. Esos ojos azules se veían ilusionados, y sus mejillas tenían un color rosado. Cuando detuvo el proceso de llevar la cucharada a su boca, su cejas se remolino se torcieron provocando una expresión de enojo.

— Por qué no comes — cuestionó indignado.

Luffy le dedicó una sonrisa traviesa y le extendió la cuchara. — Dame tú.— ordenó.

Sanji abrió los ojos por completo sorprendido. — ¿Qué? No, tú puedes comer por ti solo.— se negó, aunque en el fondo sabía que eso le gustaría.

— Es una orden de tu capitán.— afirmó sonriendo, sin seriedad, pero tampoco sin bromear.

Sanji suspiró, sabía que al final cumpliría los caprichos de su capitán. Se sentó en un banca frente a él, y le miro directamente a los ojos. Se sentía nervioso, pero tomó la suficiente fuerza para que no le temblaran las manos.

— Abre — ordenó mientras llevaba con su mano la cuchara a la boca de Luffy.

El capitán abrió la boca satisfecho; al recibir la nieve mezclada con la soda hizo un sonido de satisfacción. Le encantaba, era perfecto para el calor que estaba sintiendo. Sanji sonrió satisfecho, sabía que por su reacción le había encantado.

Por inercia volvió a hacer la cuchara con otro bocado. Y Luffy, por supuesto, lo aceptó. Así hasta que quedaba más líquido que nieve y el pelinegro tomó la copa y se bebió todo el refresco.

—  Increíble, ¿No? — mencionó satisfecho el cocinero.

Luffy asintió. —Más— exigió.

Sanji negó con la cabeza. — Tendrás que esperar a la comida.—sentenció mientras se preparaba para levantarse, pero ante que pudiera hacerlo, Luffy lo tomó del brazo y lo jaló cerca de él.

— Quiero que Sanji me de otra cosa.— pidió clemente. El rubio por otro lado, el tono de voz de Luffy le hizo cosquilleos en su interior, lo cual terminó poniéndolo nervioso.

Respiró hondo y recuperó su postura.—Luffy, si quieres comer tendrás que....

— No quiero comida...o ahorita no. — re planteó directo.

Sanji levantó su ceja. — Eso extraño. —comentó, obteniendo cómo respuesta una honesta risa de su capitán.

Terminó suspirando.— Entonces qué quieres. ¿Te sientes bien? — preguntó mientras ponía el dorso de su mano en la frente del más bajo.

Luffy meneó la cabeza y tomó la mano del rubio con las suyas; provocando un sonrojo marcado en el rostro del cocinero.— Te quiero a ti.

Aunque estaba preocupado por el hecho de que su capitán había dicho que: no quería comida. Ese sentimiento no duró mucho, pues ahora su corazón palpitaba con más fuerza de los normal.

— Le hablaré a Chopper— sentenció mientras sentía que le faltaba el aire.

—Noooo, Sanji, espera— pidió aferrándose al más alto. Sanji le miró con seriedad; no sabía a qué jugaba su capitán. Pero lo que sí sabía era que su corazón estaba siendo honesto al decirle lo conmovido que se sentía al ver al pequeño mono de la tripulación aferrado a él, con ojos brillosos pero que al mismo tiempo desprendían una determinación feroz.

— Luffy...no tienes que ir tan lejos por comida— explicó. Para Sanji esa debía ser la razón por la que su capitán estuviera diciéndole esas cosas. Y prefería detenerlo antes que él mismo se ilusionara con probablemente la razón equivocada.

Negó con rapidez su cabeza — Me gustan los dulces que hace Sanji, pero, creo que sería más rico saborearte a ti.

Sanji estaba impresionado por las palabras del capitán. Eran nobles, suaves y extremadamente románticas. Él, quién se consideraba el caballero más romántico de la tripulación, estaba impactado. Se sonrojó y desvío la mirada mientras permitía que Luffy se aferrara a él.

— Luffy...¿Acaso yo te gusto? — preguntó cómo si la respuesta no fuera obvia. Al final el nombrado solo contestó con una sonrisa.

Sanji, complacido, tomó de la cintura y acercó al de cabello negro y salvaje a su rostro. — Entonces puedes saborearme, te daré todos los dulces que quieras. — dijo en un tono seductor pero acogedor.

Paseó la yema de sus dedos por la mejilla de su capitán, sintiendo la suavidad de su piel, se detuvo en sus labios, brillantes y jugosas. Sanji comenzaba a sentirse ansioso en especial cuando miraba los ojos resplandecientes y oscuros de Luffy.

Ambos se miraron, sentían ansia de saborearse mutuamente, y al cabo de unos segundos, Luffy se aventó hacía los labios del cocinero.

Sanji correspondió el feroz y desordenado, pero sumamente pasional beso. Cargó a Luffy sosteniéndolo de sus nalgas, y las piernas de estés envolvieron en la cintura del rubio, mientras pasaba sus brazos al cuello.

Con torpeza y hambre, ingresaron a la cocina, donde el cocinero puso a su presa en la mesa. Colocándolo sin delicadeza, paseando sus manos por los brazos de su rey, se detuvo en sus muñecas y miró fijamente el rostro tintado de carmín. Ahí hacía Luffy, jadeante, con los labios hinchados, sonrojado con una mirada llena de deseo. Sanji no tenía que preguntar, sabía que Luffy quería que lo hiciese suyo. Y eso haría.

Sanji amaba hacer las meriendas, pero sobre todo, amaba merendarse a su capitán.

La merienda (SanLu - One shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora