COACH ~ Sebastian Stan ~

Sebastian

Mi nombre es Sebastian Stan, tengo 26 años y amo la gimnasia. Cuando era un pequeño niño siempre me gustó el deporte. Jugué fútbol, hice basquetbol, atletismo, natación pero nada me encantó tanto como la gimnasia artística.

Cuando tenía 9 años, mamá me llevó al gimnasio de la escuela en la que estudiaba, se llamaba escuela del deporte. En tan solo un año fui capaz de hacer mucho más que otros. Muy pronto empecé a ir a diferentes concursos representando a mi institución.

Pasé de nivel "D" a nivel "C" cómo si nada. Empecé a ir a los nacionales todos los años, luego a viajar fuera del país para competencias. En uno de esos viajes conocí a la gran ex gimnasta olímpica, ahora entrenadora, Lucia Aranivar. Vió mi competencia e incluso me pidió un autografo, yo sabía que lo hacía de chiste pero eso hizo que nos llevemos bien inmediatamente y luego frecuenciemos más.

A los quince pasé a nivel "B" y a los diez y siete al "A", el más alto. Pertenecía a la categoría de juveniles. Arzones y anillas tenían rutinas obligatorias y suelo, salto, paralelas y barras eran libres. Suelo o manos libres era mi mejor aparato, nunca fallaba, los profesores decían que el día que no me salga una acrobacia en el suelo, los cerdos volarían.

Mi entrenador se llamaba Jose, era un ex gimnasta de 40 años que compitió representando al país en tres juegos olímpicos ¿Cómo terminó enseñando el deporte en un colegio nacional? No lo se, nunca nos quizo contar. Siempre estaba metido en el gimnasio, verlo merodear por la escuela era imposible, no era malhumorado ni nada, solo le gustaba su espacio, El hombre me quería mucho, me vió crecer desde los 9 hasta ahora y me tenía un cariño inmenso.

Al ser una escuela, cumplí 18, me gradué y ya no pude representarlos más. Jose me dijo que aún podía ir, pero que tendría que competir individualmente, no dudé en aceptar ni un segundo.

Mis padres siempre estuvieron de mi lado, fui muy afortunado de tenerlos. Nuestra situación económica nunca fue la mejor, la escuela en la que estudiaba no era particular pero aún así era muy buena, mi entrenador siempre me ayudó para los pagos de mayas y pantalones, igualmente en los viajes, si no fuera por él, tal vez habría competido una sola vez en la vida.

En fin, me gustaba mucho mi vida en ese momento, tras ganar todas las medallas de oro en el nacional cuando tenía diez y ocho, me invitaron a un campeonato en Tokyo, y tras ganar dos medallas de oro y tres de plata clasifiqué a los panamericanos del próximo año. Tal vez ese fue mi mejor etapa, estaba demasiado feliz, era un chico de 19 años que estaba yendo a los juegos panamericanos en gimnasia artística masculina.

Regresé de los juegos con una medalla de bronce en mi mejor aparato, manos libres, aunque no había ganado ninguna medalla de oro y es más, solo era una, fui un orgullo para todo el que conocía, clasificar a los juegos panamericanos era la gran cosa y yo lo sabía.

Nunca me olvidaré de este momento de mi vida, a todo sitio al que iba me reconocían. Muchos me habían visto por la tele y me decían "El chico del bronce". El siguiente año seguí yendo a la escuela para entrenar ya que me habían invitado al nacional. Todos ahí me amaban y querían ser como yo.

Pensé en ir a la universidad, pero me di cuenta que si quería dedicarme a esto y ser un gimnasta de alta competencia, tendría que darle todo de mi tiempo. Durante este año, la invitación para pertenecer a la federación de gimnasia oficialmente, llegó, ya que antes representaba al país informalmente. Lo consulté con Jose y el me dijo que haga lo que diga mi corazón.

Antes de aceptar la invitación, porque obviamente la iba a aceptar, quise ir al nacional por última vez, por que una vez en la federación ya no compites en ese tipo de cosas. Así que fuí, sabía que iba a llevarme todas las medallas pero quería disfrutar ese sentimiento de ser grande entre los pequeños antes de ser pequeño entre los grandes.