❝UN 14 DE MARZO❞.

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14 de febrero, "San Valentín".

—¿Qué significa esto... Hisoka-san?

Chrollo tenía frente a él a su sempai de segundo año, extendiendo una caja de chocolates y desviando la mirada. Debajo de su alborotado cabello pelirrojo se camuflaban las mejillas sonrojadas. Lucilfer por su parte también sintió sus orejas calentarse, ¿acaso se le estaban declarando?

—¿No es obvio? Es un Honmei-choco —se encogió de hombros y lo miró de reojo.

¡¿Un chocolate de confesión?!

Chrollo sabía, claro que lo sabía, era consciente de los sentimientos que su sempai le tenía, pero nunca los demostró más allá de pequeños gestos "inocentes". En el fondo deseaba que ese momento no llegara, había pensado mucho en lo que haría, ¿de qué manera podía rechazarlo sin herirlo?

—Hisoka-san...

—¡Apresúrate y tómalo!... ¿O qué? ¿Te vas a volver un engreído luego de esto? ¡Que sepas que no me molesta que seas más popular con las chicas que yo! ¡Recibí muchos chocolates este día...! Aunque hayan sido Tomo-choco —dijo eso último en voz bajita.

¿Recibió solo chocolates de amistad?

—¿Qué? ¿De qué hablas sempai?

—¿Ah? ¿No te lo dije? —ante la evidente cara de confusión decidió continuar—. Una chica de mi clase te manda esto —le volvió a ofrecer la cajita.

Una punzada de desilusión molestó fugazmente su pecho, aquello lo descolocó, ¿no se supone que estaba dispuesto a rechazarlo el día que se le propusiera? Chrollo ahora estaba vacilando y eliminó esos pensamientos para finalmente recibir la caja que le ofrecía Hisoka.

—¿Por qué no me lo entregó ella misma?

—Probablemente porque siempre tienes esa cara de "voy a matar a todo el que se me acerque" en el rostro.

—¿Eh?

—Ella dijo que temblaría de miedo y no sería capaz ni de hablarte porque se desmayaría.

—¿Entonces para qué me manda esto?

—Y yo qué sé —se encogió de hombros y guardó las manos en los bolsillos de su pantalón escolar—... Así son las chicas.

Lucilfer examinó la caja dándole vueltas en sus propias manos y tomó la carta adherida a esta.

—Como sea, asegúrate de leerla y responderle apropiadamente —empezó a caminar hasta emparejar hombros con Chrollo y justo ahí se detuvo—. Si alguien te confiesa sus sentimientos entonces deberías ser considerado... Incluso si no te sientes de la misma manera.

Los ojos de Chrollo se abrieron asombrados al escuchar esas palabras. ¿Será que Hisoka lo sabía? ¿Sabría el pelirrojo que de confesarse sería rechazado? Probablemente lo intuyó por la reacción ante el malentendido.

De nuevo esa sensación extraña y esa punzada en el pecho.

Hisoka siguió su camino sin mirar atrás, a diferencia de Lucilfer que veía la espalda de Morow desaparecer entre la multitud de estudiantes que se empezaban a arremolinar en los pasillos.

A Chrollo Lucilfer nunca le interesaron los sentimientos que otras personas pudieran desarrollar hacia él de forma romántica. Siempre que recibía cartas y chocolates, las notitas las arrugaba y tiraba sin leer quedándose con las golosinas por supuesto. Sus amigos le decían insensato, cruel y todas esas cosas, pero a él realmente no le interesaba...Hasta que conoció a cierto chico.

Regalo de Cumpleaños. [HisoKuro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora