1: Aceptación

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Perspectiva de Yasuhiro Muto.

He decidido pasearme en esta noche con Sanzu por todo un callejón oculto. Todo sea por hallar a aquellos traidores de la ToMan, o simplemente golpear a un par de estúpidos que se hicieran los malos. Ya lo habíamos acordados con él, no le molesta en lo absoluto ir por cualquier lugar y golpear sin parar aunque no tuvieran que ver con nosotros. Su única objeción han sido los “abuelitos”, claro que ambos consideramos esa opción con gracia. Eran divertidos sus comentarios en muchos casos y me aliviaba terriblemente que estuviera de mi lado.

Al ver a los tipos que íbamos a golpear no pude evitar sentir cierta nostalgia. Las personas sienten nostalgia al ver una tumba o una familia y yo la siento porque me recordaba a la primera pelea que habíamos tenido juntos, una en la que habíamos terminado huyendo porque lo habían apuñalado. Había sido inolvidable, quizás por la simple idea de que iba a perder a un compañero que estaba empezando a considerar querido. Y era raro, la idea de querer a alguien resulta tan extraña que aún no lo termino de procesar, incluso si él me cubre la espalda por si alguno intenta abalanzarse por atrás. Lo único que puedo procesar es que estando a su lado soy un poco más energético, le veo más sentido a las peleas callejeras y mis puños caen con tal precisión en los rostros de esos imbéciles que podría con 100 de ellos yo solo.

Lo observo de vez en cuando para notar su estado, pero se veía tan inmerso en la lucha que no parecía el tipo que alguna vez fue apuñalado y que gritaba del dolor. Creo que todos en la ToMan hemos tenido un compañero apuñalado por algún imbécil, a pesar de dejar en claro que cualquier tipo de armas era ilegal en todo esto. Me causa cierta ironía ese pensamiento y creo que se me ha escapado una sonrisa, por cómo Sanzu me ha mirado. Imbécil que soy. A veces no puedo controlar mis gestos, pero supongo que a él no le importa mucho. No lo sé, no puedo describir demasiado con su mascarilla.

Me siento tan liviano que creo que ya se me ha pasado las ansias por pelear. La mayoría de tipos están con la boca contra el suelo, tragando pasto o dejando salir sangre, y algunos otros huyen solos, tal como unos cobardes… Pero no los freno, porque no me interesan. Ya los he golpeado y no son la gran cosa. Solo tengo uno en la mira y le doy espacio para que respire. Quiero saber qué trama. Ha soltado comentarios vulgares: “putos” “mierdas” “niños estúpidos” “seguramente me he cogido a su madre” y creo que tiene algo más para dar. Además, ¿qué tanto puede ofender eso a dos huérfanos? Exacto: nada.

—¡No nos pueden derrotar estos maricones! —gritó finalmente y me sacó de quicio. ¿En serio, eso era lo mejor? Sí que algunos eran unos inútiles de mierda.

Alcé mi puño y estuve a punto de reventarle la cabeza contra la pared. No quería saber nada más de un estúpido así de grande. Quería que al menos sufriera y pensara en sus últimas palabras o en alguien que lo amara, porque piedad no tengo. Pero al momento en el que quise cometer mi acción, sin pensar en las consecuencias, Sanzu me frenó, sosteniéndome con tanta fuerza que me extrañó en él. Puedo jurar que lo podría derribar cuando quiera.

—Es mejor ser un maricón que un asesino —me dijo con preocupación. La rigidez de mi cuerpo se fue calmando y finalmente cedí, resignado a creerle—. Aunque no somos ninguno de los dos —bromeó, noqueando al tipo detrás suyo.

Me agrada que pueda hablar con seriedad y luego termine bromeando como si no hubiera nada malo a nuestro alrededor. Es algo digno de admirar, aunque le falta mucho para que finalmente pueda decir “me siento orgulloso de ti”. Debía de esforzarse un poco más… El ritmo al que va no es malo.

—Me agrada que aún pensemos parecido —respondí mientras abandonaba la escena llena de sangre y con algunos cuchillos—. Estos tipos jugaron sucio. No debieron haber usado navajas.

¡Traidor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora