Cha Eun Woo Y Tú: Dear Deng Deng Deng (ㅇㅇㅇ) Saranhe

Capítulo 1

-Dos botellas de Soju para la mesa ocho Do Hwa...- se detuvo antes de terminar de decir el nombre de su colega- Hwan shi-. Completó la frase después de pensarlo un segundo.
El chico detrás de la barra la miró mientras fruncía el seño al escucharla.
-Es increíble que lleves un año aquí y aún no puedas usar los hornoríficos correctamente (tn)_________-.
Ella quiso rodar los ojos, ya que en realidad, sólo tenía problemas con uno de ellos: "oppa", le resultaba difícil decirlo, y no era un problema de pronunciación, al contrario, podía hacerlo perfectamente luego de haber vivido por un año en Corea. El problema estaba en ese molesto tono en que había escuchado a tantas chicas coreanas utilizar para coquetear con los chicos mayores, que en su latino tono de voz sonaba (a su parecer) grueso y ridículo. Se había acostumbrado, luego de mucho tiempo, a oírlo sin que le diera pena ajena, pero no a decirlo.
-En Latinoamérica no nos hacemos problemas con esas cosas, y aunque te hable en coreano, recuerda que este amigo- dijo mientras apuntaba a su cerebro- piensa en español, y en mi traductor interno no llamamos "hermano mayor" a todo el mundo-.
Se escusó de la mejor manera que pudo.
Woo Do Hwan era un chico alto, su cabello era negro pero en ese momento lo tenía rapado, ya que había salido hace poco tiempo del servicio militar, sus ojos rasgados eran oscuros y sí, era bastante guapo (tenía que admirlo).

Él era su nuevo compañero de trabajo, se había integrado al pub hacía una semana, y a diferencia del resto, aún no estaba acostumbrado a ella y su rechazo hacia el uso de algunas palabras y honoríficos, y para su suerte, él era tres años mayor que ella, así que sí, él era un oppa.
Pero ella jamás lo llamaría así, ni a él ni a nadie, en lo posible.
Mientras Do Hwan buscaba las botellas, ella se giró en la barra para observar el interior del pub y estirar los brazos. El lugar no era muy grande, tenía una serie de mesas de madera clara distribuidas por todo el interior, las paredes eran de cementerio grises sin revocar (como estaba de moda en ese momento) y en algunas partes estaban cubiertas de fotografías del dueño el día que abrió el local y de personas importantes que alguna vez habían ido a comer allí, también tenían algunas notas escritas por los clientes que habían sido pegadas con pequeños trozos de cintas de colores amarillas y uno que otro neón con el nombre del local del mismo color.
Esa noche tenían la casa llena y había pasado toda la jornada cargando las charolas con los pedidos de una mesa a otra sin parar, tanto ella como Son Seung-wan (Wendy como ella le decía), la otra camarera a la que en ese momento vió sirviendo a una de las mesas a su derecha.