🍏Capítulo 1🍏

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"Los Cass, una familia adinerada, unida y, sobre todo, muy poderosa. ¿Qué más podrían pedir? Lo tenían todo, y todo lo perdieron en un abrir y cerrar de ojos. Fueron asesinados de la manera más cruel y sin remordimiento. Si ellos pudieron ser eliminados así, ¿qué nos espera a nosotros?"

Bajé el periódico hasta mis muslos, arrugándolo ligeramente en el proceso. Mi mente deambulaba por el borroso recuerdo de la muerte de mis padres y hermano. Aunque los días y años habían pasado, el periódico siempre encontraba la forma de revivir la trágica historia de sus muertes, sirviendo como una clara advertencia del peligro que todos corríamos.

Suspiré con algo de cansancio al respecto, dejando que mi mirada se encontrara con ella misma en el reflejo de la ventana del tren para apartar los pensamientos intrusivos del momento. A medida de que el tren avanzaba, el gran campo de césped parecía no tener fin, su intenso color verde era casi tan mágico como el lugar al cual nos dirigíamos. 

Para ser sincera, nunca creí estar aquí, sentada en el tren a nada de llegar al gran castillo de Hogwarts. Nunca estuvo en mis planes el venir, pero todo eso cambió cuando un día, mi lechuza entró por la ventana del pequeño cuarto en donde me hospedaba con una carta en su pico. La confusión reinó en mi rostro cuando tomé la carta en mis manos. Era extraño, ya que, nunca recibía correspondencia porque nadie sabía que la única hija de los Cass seguía con vida porque, de algún modo, logró sobrevivir al ataque. Muchas veces llegué a pensar en eso, por qué habré sido yo la sobreviviente. ¿No pude simplemente... morir con ellos? Hubiera sido más fácil, ahora no estaría escondida en este desastroso cuarto. 

No pude evitar ver a mi lechuza cuando vi de donde era enviada la carta. Ella parecía estar expectante a que abriera la carta, y me lo hizo saber cuando me dio un leve mordisco entre la separación de mis dedos. 

—Mierda, Hécate —me enfadé, pero no por mucho tiempo. Llevé mi vista una ves más hacia la carta—. ¿Cómo supo que nos escondíamos aquí? —susurré, queriendo encontrar las respuestas en el pedazo de papel cuando abría la carta. 

Leí entre líneas la carta hasta llegar al final de esta. No estaba segura de que fuera la mejor opción, pero tampoco quería que el resto de mi vida dependiera de estar escondiéndome cada vez que tengo que huir. Además, podría mejorar mi técnica estando allá. Observé a Hécate cuando se posó sobre mi hombro robándome la carta. 

—Tranquila, tendremos cuidado. Sé que no nos encontraran. Nunca lo han hecho —observé los montones de casas de enfrente, sus colores apagados con pequeños defectos en la construcción—. Y si lo hacen, prometo que serás la primera en huir. ¿De acuerdo? —el ave logró gesticular un sonido de afirmación. 

Los recuerdos se esfumaron a la velocidad del Expreso. Volteé hasta la puerta del compartimento que había sido abierta. Parada bajo el umbral de la puerta, casi sin poder moverse, había una chica de cabello pelirrojo —un tono demasiado bonito en realidad— esperando poder decir algo. Se veía que le había ganado la tartamudez, ya que, no lograba formular ninguna palabra coherente. Sus dedos jugaban entre sí, y juraba haber visto una pequeña gota de sudor correr por su frente. 

Que situación más incómoda. 

Dejé de observarla para ver si era mi mirada la que le causaba falta en el habla. Le di en el clavo, la chica había salido corriendo a penas dejé de verla cerrando la puerta detrás de ella. 

❃  ❃  ❃

La luz que emitían las velas flotantes del techo del comedor le ofrecían un cálido ambiente al lugar. Uno que no había sentido hace mucho tiempo. Los estudiantes más pequeños corrían por el lugar hasta llegar a sus mesas correspondientes, ansiosos por comenzar el año. Los mayores charlaban animadamente con sus compañeros, deseosos de compartir las historias de sus vacaciones antes de que comenzara la cena.

Suspiré, tratando de calmar la inquietud que sentía por dentro, cuando noté que algunos me observaban con cautela. Lo entendía perfectamente. Parecía ridícula, de pie y sola bajo la gran puerta del comedor mientras todos ya estaban en sus lugares.

Decidí avanzar, ignorando sus miradas expectantes. Me dirigí a la mesa de Slytherin y tomé asiento. Los chicos de enfrente no se molestaron en disimular su confusión y desagrado ante mi presencia. Apoyé el codo en la mesa y descansé mi rostro sobre la mano, tratando de ignorar la incomodidad que me rodeaba.

—¡Bienvenido a todos! —Dumbledore interrumpió las conversaciones de todos los presentes en el comedor, logrando que todos guardaran silencio con el solo sonido de su voz. Su barba seguía tan larga como la última vez que lo vi—. Quisiera decir algunas palabras antes de que comience nuestro increíble banquete. Primero, me alegra recibir al profesor R. J. Lupin, quien ha accedido ser el profesor de defensas contra las artes oscuras. ¡Suerte profesor!

El lugar se llenó de fuertes aplausos y silbidos a penas el profesor se colocó de pie al ser presentado. 

—¡Claro!, por eso te dio chocolate, Harry —la mesa de Gryffindor se encontraba justo frente a la de Slytherin, y sin tener la intención de disimular, levanté la mirada hacia la chica de abundante rizos que se encontraba en la mesa de enfrente. A pesar de estar susurrando, lograba oír sus palabras con mucha claridad. 

—¡Potter!, ¡Potter! ¿Te desmayaste? ¿Potter, te desmayaste? —en la misma mesa en la que me encontraba, no muy lejos de mí, un chico de cabello platinado se veía orgulloso al molestar al chico de lentes que estaba sentado en la mesa de enfrente.

Esperen un momento. Acaba de decir... ¿Potter? ¿Harry Potter? Mi mente había explotado. Ladeé un poco la cabeza para verlo mejor entre las personas que tenía en frente. Detallé su rostro hasta presenciar la cicatriz de su frente. Mis ojos se abrieron un poco por la sorpresa al ver que sí se trataba del mismísimo Harry Potter. 

Dejé de prestarle atención cuando las risas cesaron. Los chicos de mi mesa parecían no haber quedado contento luego de haber sido ignorados por completo. Al ver que ya no se darían vuelta para seguir escuchando más burlas de parte del rubio, se giraron nuevamente hasta quedar de frente a sus platos vacíos. Logré oír como el rubio dio un suspiro frustrado mientras apartaba —sin mucho éxito— uno de sus mechones de su frente. Mi mirada expectante sobre él pareció captar su atención. Sus ojos se encontraron con los míos y, de inmediato, sus cejas se fruncieron, revelando su evidente molestia.

—¿Y tú que ves, maldita rara? —gruñó, y todo su grupo se volteó a verme.

—Oh, solo a un patético en persona —respondí con indiferencia, notando cómo el resto de sus amigos se esforzaban por contener la risa ante nuestro pequeño intercambio de palabras—. Nada importante, rubio.

Su rostro dejó de ser pálido y se tiñó de un tono rojizo. Abrió la boca, desesperado por decir algo que lo salvara de quedar como un estúpido frente a sus amigos. Sin embargo, al no encontrar las palabras adecuadas, la cerró de inmediato. 

—¿Que pasó, Malfoy? ¿La chica te dejó sin lengua? —mis ojos se abrieron de sorpresa al escuchar al moreno pronunciar el apellido del chico. Sus amigos no se tardaron en echarse a reír, lo que solo sirvió para enojar aún más al rubio. Su rostro reflejaba una mezcla de frustración y rabia mientras me miraba fijamente. Era evidente que su ego estaba siendo herido, y lo entendía perfectamente; después de todo, es un Malfoy, y su orgullo es lo único que tiene. 

El rubio no me miró durante el resto de la cena, y sus amigos tampoco lo hicieron. Realmente no esperaba que lo hicieran. Apenas llevaba un día aquí y ya tenía a alguien en mi contra. Específicamente a un Malfoy. Podría haber sido peor.

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¡Primer capítulo! 

¿Cómo están? Espero que muy bien y dispuestas/os a seguir leyendo más. Espero que les haya gustado este primer capítulo y vuelvan por más.

No se olviden de votar y de comentar. Las/os estaré leyendo. 

Con cariño, Arad1a. 💋

"Daila Cass" / Draco & TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora