Capítulo 3: La Equivocación.
—¡Despierta, perra!
Mis parpados se abren de un tirón cuando el potente grito de una persona, junto con el ruido de tres balazos al aire y que por suerte ninguno impacta mi cuerpo, excepto de una potencia gigante y fuerte de agua que por la presión me intenta tirar hacia atrás, pero no logro caerme.
Lo difícil de todo es que suben la dirección poco a poco donde me empapan hasta llegar a mi cara. Todo está negro, no veo absolutamente nada.
Dios mío, en qué lío me he metido yo. El miedo me recorre y siento que Bram ha creado un imperio para matarme. Ya estoy jodida.
No puedo respirar porque al tener mi cara con algo encima que no me deja ver más que negreces, y el agua impactando mi rostro, es difícil de poder inhalar algo de aire. Mi corazón late con fuerza por la falla respiratoria y las lágrimas se me escapan por sí solas.
Me remuevo en el asiento y caigo en cuenta de que tanto mis manos como mis pies están atados. Quiero gritar, pero no puedo. Tengo la boca libre y cuando quiero pronunciar al menos una palabra lo que sucede es que el agua se mete con toda la potencia atravesando la tela que cubre mi vista y evita hablar.
De la boca logran salir aullidos ahogados mientras me revoloteo con la fuerza que tengo.
Logro respirar y tomar bocados fuertes de aire cuando el agua ya no me choca en la cara. Trago saliva también y aun así la tela me asfixia, pero menos. Sigo sin ver nada.
—¡Te voy a matar, zorra, te voy a matar, haré que mis niños no te reconozcan!
El grito es proveniente de una voz que no logro conocer muy bien, aunque mi cabeza en este momento es un ciclón de pensamientos e imaginaciones, pero sí de algo estoy más que segura es que esa no es la voz de Bram.
—Tengo tantas cosas que hacerte, Chienne.
Prosigo escuchando su voz en un tono que muestra muchas ganas de romper cualquier cosa, con odio. El habla no me sale y enfoco la vista para ver si al menos con el intento logro ver algo. La última palabra que él pronuncia es en el idioma francés, la reconozco porque significa "Perra" y en la iglesia donde pasé la mayor etapa de mi vida allá en Venezuela nos enseñaban ese y otros idiomas.
La palabra me recordó porque el profesor espantó a una perra que se coló en el salón mientras daba la clase en ese tiempo que vivía en dicho país.
—Ya tengo a unos invitados que padecen de algunas enfermedades de transmisión sexual, ¿sabías, queridísima Chienne? —quiero hablar, pero otra vez encienden el agua y se repite el ciclo. Logro balbucear y a soltar pataletas como puedo aunque eso no sirve de nada—Te voy a encerrar con ellos. Luego de eso, ¿sabes qué más haré, zorra?
La voz se le va quebrando mientras habla, es algo notoria, sin embargo, no deja de continuar.
—Voy a meterte días después con veinte hombres de la misma calaña que tú para que te hagan eso que ya sabes muy bien lo que es, y ganamos todos. Ellos ganan una enfermedad, tú ganas tu trabajo, y después mis niños te van a despilfarrar como lo que eres.
El miedo me azota de una forma horrible y mi mente pasa una escena de lo que el hombre cuenta por mi cabeza aunque no logro entender la palabra niños, el principio de lo que dijo me atemoriza, eso sí. El pecho se me quiere romper en dos por las palpitaciones fuertes que doy, estoy asustada y cualquiera en mi lugar lo estaría.
Siento unos dedos en mi cuello y me deslizan lo que tengo en la cabeza. Aprieto los parpados, cabizbaja, para que me quiten rápido lo que sea y justo cuando lo hacen, tomo aire para hablar:
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Equivocada Tentación
RomanceLas tentaciones se evitan, pero no cuando se trata de un mafioso sanguinario, creador de armas y que emana un aire que hace caer a cualquiera bajo sus efectos sexuales. Uriel Down es lo incorrecto que hay en el mundo; mafioso, asesino, sanguinario...